EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Arde Oaxaca, ¿y México?

Raymundo Riva Palacio

Junio 16, 2006

Ulises Ruiz, el gobernador de Oaxaca, y José Murat, su predecesor, son lo más cercano a los talibanes dentro del PRI. Duros y fundamentalistas, forman el núcleo más duro en el equipo cercano al candidato presidencial Roberto Madrazo. Audaces y atrabiliarios, los dos son piezas vitales para el control del PRI en el sureste del país de donde esperarían una buena cosecha de votos el 2 de julio. Ambos saben usar grupos de choque y financiar subrepticiamente a disidencias. Murat, por ejemplo, contribuyó con alimentos y transportes en algunas movilizaciones del EZLN cuando era gobernador, y Ruiz ha hecho lo mismo con la Coordinadora magisterial, disidente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), que entre sus vínculos oscuros se encuentra el del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
Con esos antecedentes, el que la Coordinadora magisterial haya culminado con violencia un conflicto en Oaxaca de tres semanas, colocando a Ruiz contra la pared, resulta extraño. El gobernador entrega medio millón de pesos a la Coordinadora cada vez que quiere viajar a la ciudad de México para protestar, y Murat los ha utilizado para hostigar y atacar a la enemiga de Madrazo, Elba Esther Gordillo, que es la líder del SNTE. En esta ocasión la Coordinadora, cuyo planteamiento desde que se fueron a un plantón y toma de instalaciones federales el 22 de mayo era por una rezonificación a fin de elevar sus tabuladores salariales, tuvo en Gordillo una aliada táctica –expresada por un desplegado de prensa donde la maestra se solidarizó con sus demandas–, y en el gobierno federal un apoyo implícito.
La sección 22 del SNTE en Oaxaca, que pertenece a la Coordinadora, había iniciado su protesta tomando instalaciones federales en aquella entidad, para apoyar su demanda de rezonificación que implicaba un gasto federal por mil 400 millones de pesos. Los maestros disidentes no fueron llamados a la Secretaría de Educación Pública para tratar de llegar a un arreglo, sino a la Secretaría de Gobernación, tras cuyo encuentro regresaron a Oaxaca más beligerantes, pero no contra la autoridad federal sino contra la estatal. La protesta callejera giró hacia la jurisdicción estatal, que terminó este martes en un escalamiento del conflicto y el miércoles en una trifulca. Errores de Ruiz estuvieron a punto de elevar la calidad de la violencia en Oaxaca, que finalmente terminó con la instalación en le Gobernación de una mesa para el diálogo.
Los priístas acusaron a Gordillo y al SNTE de propiciar este conflicto, mientras que en el entorno de la líder aseguran que se trató de una acción provocada por los oaxaqueños para crear una situación de crisis que pudiera ser resuelta por el PRI, en la misma línea de la propaganda madracista de que él sí puede resolver problemas de orden. Sabiendo de lo que son capaces –por sus biografías políticas, Madrazo, Gordillo, Murat y Ruiz–, este escenario es correcto. Pero quizás, si se enfoca todo al problema personal Gordillo versus Madrazo, extrapolado a la elección presidencial, se puede estar perdiendo de vista el bosque.
Este bosque está dominado por el gobierno federal. En los últimos meses se han dado cuando menos 14 conflictos políticos en estados gobernados por priístas y perredistas. Oaxaca es apenas el último. Casi al parejo se revivió una vieja investigación de la DEA en contra del candidato priísta para el gobierno de Jalisco, Arturo Zamora, a quien la antigua acusación de estar vinculado al narcotráfico no le impidió ganar la alcaldía de Zapopan, el municipio más importante del estado. Jalisco lo gobierna el panista Francisco Ramírez Acuña, cuya atropellada administración tiene a Zamora al frente de las preferencias electorales. Sacar del clóset esa acusación, acompañada por la afirmación de la PGR que lo investigará, parece tener dedicatoria electoral. Sobretodo porque las acusaciones por el mismo delito en contra del candidato del PAN, Emilio González, no recibieron el mismo tratamiento federal.
Electoralmente hablando, Jalisco es el cuarto estado más importante del país, donde se encuentra el 6 por ciento de los votantes. En las encuestas presidenciales en la entidad Madrazo y Felipe Calderón se encuentran empatados, por lo cual desbarrancar al candidato priísta al gobierno estatal, sí tendría un impacto importante en contra del PRI. En el caso de Oaxaca, que es el décimo segundo estado en importancia electoral, su peso de 3 por ciento del voto nacional no es tan importante como la forma como Ruiz y Murat pueden jalar votos para el PRI en el sureste, donde salvo en Yucatán, la lucha será entre Madrazo y el perredista Andrés Manuel López Obrador. Votaciones divididas en la región, que suma 13 por ciento del voto nacional, contribuyen a debilitar la fortaleza del PRI y del PRD beneficiando al PAN.
Recientemente se suscitaron conflictos violentos en el estado de México, el gran granero de votos del país con un peso electoral de 13 por ciento, fundamentalmente en la zona metropolitana de la ciudad de México, que es el principal bastión que tiene el PRD, y que sumado al 10 por ciento de peso electoral en el Distrito Federal, prácticamente se tiene a una cuarta parte de los votantes concentrados en la región más politizada y activa del país. El conflicto se dio en San Salvador Atenco, donde los grupos radicales vinculados al EZLN iniciaron un conflicto político que terminó lastimando al gobierno priísta mexiquense –por los abusos policiales-, y dañando a López Obrador al vinculársele a los zapatistas y extremistas. La realidad es que el EZLN se encuentra en México patrocinado políticamente por el presidente Vicente Fox. Simultáneamente se mantienen abiertos los conflictos mineros en Coahuila, gobernado por el PRI y que tiene 2 por ciento de peso electoral, y Michoacán, gobernador por el PRD con un peso de 4 por ciento. En Guerrero, con 5 por ciento del voto nacional y gobernador por el PRD, el problema que afrontan es de narcotráfico, de responsabilidad federal, como es el caso de Tamaulipas, gobernador por el PRI y que tiene 3 por ciento del voto. Puebla, que gobierna otro priísta y tiene 5 por ciento del voto, es un capítulo abierto en el tema de la pedofilia y el abuso de poder.
Visto desde esa perspectiva, se han generado conflictos en estados que concentran más del 57 por ciento del voto nacional, ninguno de ellos gobernado por el PAN salvo Jalisco, donde el PRI puede regresar al gobierno. Estas crisis de gobernabilidad generan indiscutiblemente una inquietud y miedo, con lo cual puede paralizarse la movilización social y descomponer el voto de los partidos donde lo tienen fuerte. En el rango de las probabilidades, pudiera ser que todo es una coincidencia y que nada de lo que está pasando está concatenado. Sin embargo, en política no hay coincidencias. O dicho de otra forma, es demasiado coincidente para que sea coincidente.

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