EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Atenco, cuna de la subversión

Raymundo Riva Palacio

Mayo 19, 2006

 

En la Casa de la Cultura de San Salvador Atenco hay un mural repleto de alegorías sobre el EZLN. También hay una serie de fotografías de vehículos volteados y quemados, que enseñan cómo utilizarlos para bloqueos. De entre todas las fotografías, una llama poderosamente la atención, el de una comunera con su pequeña hija en alto quien, con los brazos extendidos, trae entre las manos un machete. Desde que los comuneros de Atenco frustraron la construcción de un nuevo aeropuerto de la ciudad de México, que sería la principal obra de infraestructura del gobierno de Vicente Fox, los machetes han sido el símbolo de la resistencia de esa comunidad que desde 2001 se fue consolidando como la plataforma desde donde el próximo 1 de diciembre se daría el nuevo levantamiento de las guerrillas y los movimientos radicales del país en contra del Estado mexicano.
Los acontecimientos violentos en Atenco hace dos semanas transformaron por completo los planes insurreccionales del EZLN y desarticularon la sofisticada organización que venía armando Marcos a través del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, conocidos por las autoridades como “los macheteros”, cuyo dirigente Ignacio del Valle era, de acuerdo con personas enteradas de la estrategia militar zapatista, el responsable en la zona centro del país. La detención de Del Valle y varios de los líderes del Frente descabezó por completo la organización y dejaron descobijado al Subcomandante Marcos, quien tuvo que hacer de lado La Otra Campaña, diseñada para ir sumando fuerzas nacionales, para retomar una agenda mediática y luchar por la liberación de Del Valle, su pieza estratégica clave.
La detención y la violencia en Atenco no parecen haber estado dentro del plan original de Marcos, quien iba realizando una marcha nacional de muy bajo perfil mediático pero intensa en contactos con todo tipo de grupos radicales. Marcos había pedido autorización a los grupos guerrilleros en el país para realizarla, aparentemente para no tener problemas con ellos, quienes al recibir su explicación sobre los propósitos de esta nueva caminata, acordaron darle una tregua. O sea, cuando menos siete organizaciones guerrilleras decidieron no realizar acciones militares de ninguna naturaleza mientras Marcos viajaba por el país, lo cual, en efecto, han cumplido hasta este momento.
El propósito de acumular fuerzas radicales buscaba, según quienes conocen la estrategia del jefe militar zapatista, aglutinar las necesarias para hacer estallar el 1 de diciembre próximo, desde Atenco, una nueva insurrección civil o militar. Es decir, dentro de la lógica guevarista, crearía múltiples focos de subversión en el país para enfrentarse al Estado mexicano, en lo que podría ser la afrenta más grave a las instituciones desde el alzamiento zapatista en 1994. Como parte de esa lógica guerrillera figuraba la permanente crítica a Andrés Manuel López Obrador, pues una victoria del perredista en la elección presidencial anularía las posibilidades de la insurrección, porque numerosos grupos radicales podrían ver expectativa de cambio por la vía constitucional. Por lo contrario, un triunfo del conservador Felipe Calderón, crearía las condiciones objetivas para el éxito de un nuevo levantamiento guerrillero y popular, ante la percepción de que no habría cambio en México por la vía legal.
La estrategia se desbarrancó por lo que parece haber sido un importante error de cálculo político de Del Valle, pues el agudizar las contradicciones sociales en Texcoco, municipio vecino de Atenco, resultó contraproducente. No obstante, funcionarios de los aparatos de seguridad están convencidos de que Atenco fue una provocación deliberada del EZLN, pues el problema que lo originó, el traslado de 2 mil 500 floristas, se había dado sin problemas 17 días antes de que estallara la violencia. Sólo ocho de ellos había mostrado objeciones al movimiento, y apoyados por los macheteros, tomaron por la fuerza un espacio en el mercado junto a la carretera que pasa por Texcoco. Lo que sucedió, aunque confuso aún, empieza a tomar forma. Cuando se dio esa toma, las policías municipal y estatal llegaron sin armas a desalojarlos, pero de acuerdo con los reportes de inteligencia mexiquenses, fueron emboscados por macheteros y cuadros del EZLN, y recibidos con cocteles Molotov. Las policías se replegaron, y poco después, retomaron el control de la carretera con una fuerte presencia de efectivos.
Esa noche, el 2 de mayo, Del Valle fue a negociar con el director de Gobierno del estado de México en las oficinas de Texcoco para que se retirara la policía estatal de la zona, y a cambio ofreció que él se encargaba de la policía municipal. La respuesta a Del Valle fue que se retiraba a las policías estatales y municipales si él se comprometía a no ocupar el espacio mientras encontraban una salida negociada. No lo aceptó y los macheteros y los cuadros del EZLN continuaron la violencia al día siguiente y tomaron como rehenes a 12 policías estatales y federales. Ahí fue desbordado.
Las autoridades planearon un operativo de rescate de los policías al día siguiente y para arrestar a los 15 líderes del Frente que trabajaban con el EZLN. El operativo, manchado por la represión policial, logró el objetivo central de catear las casas donde sabían que estaban los líderes, deteniendo a prácticamente todos. Uno de los que escapó, Bernardino Cruz, ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad de Chapingo, envió el número de su teléfono celular al director de la Agencia de Seguridad Estatal, Wilfrido Robledo, para plantearle un intercambio de prisioneros por los policías, pero nunca se dio esa comunicación y los policías fueron finalmente rescatados. Del Valle no parece haber medido el impacto de su acción, y la estrategia de Marcos, que días antes había dormido en su casa en Atenco, quedó truncada. Con Del Valle y la mayoría de los líderes del Frente en la cárcel, con el resto en la diáspora, y sus comunicaciones y logística truncadas, las consecuencias de la violencia en Atenco equivalen a la destrucción de la comandancia general de un grupo guerrillero. Marcos tuvo que redefinir su estrategia, y el domingo pasado lanzó otro mensaje soslayado por la mayoría al convocar a un movimiento nacional de concentración y dislocación que, en términos militares, significa sabotajes. La vía militar con fachada de civil. ¿Qué hará el EZLN? ¿Qué harán ahora las siete guerrillas de la tregua unilateral? Todo esto parece incierto salvo que los motores de la insurrección están acelerados.

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