Anituy Rebolledo Ayerdi
Julio 27, 2023
Acusados falsamente de una infamia, siete estudiantes normalistas son encerrados en calabozos del Fuerte de San Diego de este puerto: Daniel Ramos González, Rafael y Pablo Añorve, paisanos, Miguel Alonso, Estanislao Córdova, Efrén Hernández y Modesto Álvarez.
La calumnia
El estado de Guerrero será foco de escándalo e indignación nacional cuando el feroz anticomunismo galopando en el país, apoderado incluso de las altas esferas gubernamentales, lance una temeraria acusación contra estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Tixtla. La calumnia perversa de haber hecho girones la bandera mexicana para luego prenderle fuego e izar en su lugar la bandera roja comunista.
Corren los últimos días del mes de abril de 1941. España ha sucumbido pisoteada por las hordas falangistas y toda Europa está a punto de correr la misma suerte, avasallada por el nazifascismo. El relevo del presidente Lázaro Cárdenas, general Manuel Ávila Camacho, ha pintado su raya con el pasado reciente declarándose “católico por origen y sentimiento moral”. Advirtiendo, además, que ningún comunista colaborará en su gobierno porque “estos no han encajado ni pueden encajar en México”.
Manipulados tradicionalmente por el gobierno y en aquellos momentos también por la quinta columna nazi-fascista, muchos medios moverán los resortes de un nacionalismo exaltado, patriotero, llevando a la opinión pública a estados de peligrosa exaltación. Del estupor a la incredulidad y de la rabia nacionalista a la irritación cívica. Ningún mexicano, se exige, puede permitir que un puñado de comunistas agravien de esa manera al lábaro patrio y mucho menos en el lugar de su nacimiento. No faltarán grupos porriles dispuestos a viajar a Guerrero para castigar como se merecen a los “malditos rojos antipatria”.
Simpatías por Hitler
Las amplias simpatías y admiración por Hitler y su milenario Tercer Reich son alimentadas aquí por varios medios escritos y radiofónicos afines a esa causa. Todos apoyados por un bien montado aparato de propaganda nazi con operación “clandestina” y recursos sobrados para corromper incluso a las conciencias más sólidas.
El periodista tabasqueño José Pagés Llergo es enviado por la revista Hoy como corresponsal viajero a Europa y Asia, donde consigue entrevistar a Hitler, Mussolini, Hirohito e incluso al papa Pio XII, acusado este más tarde de tener simpatías por el Führer. El reportero mexicano llega a Tokio durante el ataque a Pearl Harbor y eufórico, fuera de sí, declara las simpatías mexicanas por los nipones.
Los textos del futuro director de la revista Siempre le dan la vuelta al mundo para poner en serios aprietos al gobierno mexicano. Regino Hernández Llergo, director de la revista Hoy, publica en la misma un recuadro con su firma en el que niega que José Pagés, su sobrino, sea corresponsal del medio y que, por tanto, todo lo que ha escrito es a título personal. Sugiere, además, que su viaje fue pagado por las embajadas de Alemania y Japón en México.
¿Cómo dice que dijo?
La propaganda nazi en México será de tal manera penetrante que se darán casos de grupos sociales que rechacen pelear contra Hitler, pero sí contra Estados Unidos. Como el siguiente:
La radio trasmite a todo el país la declaración de guerra del presidente Ávila Camacho contra de las potencias del Eje –Berlín-Tokio-Roma– (1945). Es tan mala la señal que en algunas regiones norteñas no se escucha bien a bien contra quien o quienes es la guerra. Sucederá entonces que, armados con lo que encuentren a la mano, grupos de hombres y mujeres marcharán más al norte “¡dispuestos a partirle toda su madre a los gringos!”.
¿Qué ocurrió en Ayotzinapa?
La histeria anticomunista desatada a partir de la que será alma mater de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, se propagará como yesca ardiente por todo el país. Los estudiantes normalistas habían estallado una huelga exigiendo la salida del director Carlos Pérez Guerrero, acusándolo de feroz represor anticomunista. A este le bastará la presencia de una bandera rojinegra de huelga para armar la insidia. Lo demás correrá por cuenta de los medios mal informados o subvencionados. México arderá en los días siguientes con un fuego atizado por el más peligroso de los nacionalismos
(Una provocación tan o más perversa usará el presidente Díaz Ordaz en 1968. Cuando los estudiantes en huelga icen efectivamente la bandera rojinegra en el asta monumental del Zócalo de la Ciudad de México. El genocida no podrá insinuar algo parecido a lo de Ayotzinapa porque la acción había sido cubierta por las cámaras de televisión. Ordenará en cambio multitudinarios actos de “desagravio” al pendón de Iguala en todo el país, haciendo aparecer a los jóvenes y a su movimiento como traidores a la patria.
Todos contra Ayotzinapa
El coahuayutlense profesor Carlos F. Carranco Cardoso, gobernador por cuatro meses en sustitución del defenestrado general Alberto J. Berber, organiza en la propia Ayotzinapa un acto de desagravio a la bandera nacional. (Un exaltado profesor muy “físico” pedirá a voz en cuello “la emasculación” de los autores del atentado y serán pocos los asistentes que entiendan la demanda de “cortarles los güevos a los muchachos”). El mandatario viajará de ahí a la Ciudad de México para reunirse urgentemente con el presidente Ávila Camacho.
El Frente de Maestros Revolucionarios de México (FMRM) denuncia que también en la Normal Rural de Tenería, Estado de México, ha sido quemada una enseña patria, insinuando una consigna en ese sentido procedente de Moscú. Demanda también la expulsión de los funcionarios de la SEP y líderes de la FSTSE de filiación marxista. Ofrece listas negras.
La Secretaría de Educación Pública anuncia, con base en tales listas negras, el cese de siete maestros de Ayotzinapa y ofrece el cambio de escuela a maestros y alumnos “que no estén de acuerdo con la política internacional del gobierno”. Entrega sus expedientes a la PGR.
La que, falsa: SEP
El titular de la SEP, maestro Luis Sánchez Pontón, informa al presidente de la República:
“Continuando con la investigación del incidente de Ayotzinapa, el inspector general Ramón García Ruiz ratifica su informe del día 7. Aclara en modo preciso que el pabellón nacional no fue quemado ni sufrió ultraje alguno, como ha informado la prensa”.
Por su parte, el Sindicato de Trabajadores de la Educación de la República Mexicana (STERM), se suma al desmentido de la SEP. “Ni en Ayotzinapa ni en Tenería sucedieron los hechos deleznables narrados por la prensa y la radio, rechaza.
Renuncia el secretario
de la SEP
Frente al clamor que demanda la desaparición de las escuelas normales rurales, por ser “nidos de comunistas antipatria”, el titular de la SEP, maestro Sánchez Pontón, manifiesta:
“La nueva escuela mexicana es una institución exenta de toda doctrina y de toda tendencia que no sean las que constituyen la raíz misma de nuestra nacionalidad y los más caros ideales perseguidos por nuestro pueblo a través de sus luchas libertarias”.
Sánchez Pontón no soportará finalmente el golpeteo en su contra, pero básicamente que el presidente no crea su versión de los hechos parando el escándalo. Abrumado por tanta inquina renuncia como secretario de Educación Pública y es sustituido por Octavio Véjar, un sujeto acusado de simpatizar con Alemania.
Normalistas a prisión
A 20 días de iniciada la provocación se arresta a ocho estudiantes de Ayotzinapa, acusados de haber quemado el lábaro patrio: Miguel Alonso, Estanislao Córdova, Efrén Hernández, Modesto Álvarez y los ometepequenses Rafael Añorve, Pablo Añorve y Daniel Ramos González.
Un editorial de prensa insulta a los normalistas llamándoles “miserables renegados”. “Salvajes a quienes el gobierno deberá darles la sanción única que merecen, devolviendo violencia por violencia, golpe por golpe”. Histeria pura, perversa.
Presos en el Fuerte
“Calumniado por un delito de lesa patria, para satisfacer a una opinión pública enardecida de falso patriotismo, se me declaró auto de formal prisión y como tal estuve, al igual que otros compañeros y estudiantes, recluido en varis cárceles por más de seis meses”, escribe el profesor Daniel Ramos González, de Huajintepec, municipio de Ometepec, periodista (jefe de redacción fundador del Diario de Guerrero de Chilpancingo), escritor y poeta. Lo hace en un pequeño libro editado por él mismo y que contiene relatos, leyendas, cuentos y poemas básicamente de la Costa Chica.
(Un texto consultado para esta entrega gracias a la gentileza de uno de los hijos del maestro, arquitecto José Rubén Ramos Osorio, constructor de la Universidad Americana, a quien mucho lo agradecimos).
Fundador, director y catedrático de instituciones educativas durante 37 años (aquí, la Primaria Benito Juárez y la Secundaria Federal Uno), el maestro Ramos González tuvo además una intensa participación política como militante priista. Fue asesor de este columnista cuando ocupó hasta en tres ocasiones la dirección municipal de Actividades Cívicas, Sociales y Culturales del Ayuntamiento. Un amigo a la antigua que no cobraba.
Es explicable la brevedad del maestro Ramos González para referirse al dramático suceso del que fue actor involuntario y al cual dedica únicamente 25 líneas en 150 páginas. Una experiencia juvenil traumática que seguramente pudo exorcizar a tiempo. Dice más:
“La prensa nacional a ocho columnas y con grandes titulares los tabloides destacaban hechos nunca realizados y menos comprobados. Sin embargo, sin línea doctrinaria definida, tendríamos que pagar las reformas al cardenismo que el presidente Manuel Ávila Camacho tendría que hacer antes las presiones del momento. Suprimir la coeducación en las escuelas normales rurales, reformar el artículo Tercero Constitucional que era marcadamente socialista y lanzar a la ilegalidad el Partido Comunista. Todo realizado posteriormente, como también después el mismo presidente Ávila Camacho ordenaría nuestra salida de prisión, por conducto del general Gerardo Rafael Catalán Calvo, gobernador de Guerrero”.
La sordidez:
“Al calabozo del llamado “pentágono” del fuerte de San Diego llegué empujado por gente armada que lo había creído todo, pues la prensa nacional fue sorprendida y la publicidad en torno a la calumnia abundaba. Por una angosta puerta, en contra de mi voluntad, penetré en un diabólico recinto. Madera gruesa recubierta de fierro, los barrotes hacían imposible todo intento de alcanzar la libertad. En la parte media de la cúpula un pequeño orificio tragaba luz para nosotros, mientras abajo la humedad, la falta de aire y la oscuridad hacían de cada preso un candidato seguro a la tuberculosis.
María de la O
Revela el cronista Alejandro Martínez Carbajal que fue doña María de la O con sus mujeres quienes se hicieron cargo del cuidado y alimentación de los muchachos, exigiendo para ellos un trato respetuoso. La valerosa luchadora socialista encabezará luego a estudiantes y maestros para exigir al gobernador Catalán Calvo la libertad de los ayotzinapos. La lograrán en octubre de ese mismo año.
Ayotzinapa, la provocación
Para el investigador Gerardo Peláez Ramos la provocación de Ayotzinapa fue la primera acción anticomunista de proyección nacional durante el sexenio de Ávila Camacho, aunque el primer cambio de derecha fue la llegada de Fidel Velázquez a la secretaría general de la CTM. Peláez es autor del texto 1941: la provocación de Ayotzinapa, de cuya información nos hemos servido para esta entrega. Gracias a él.