EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ayotzinapa: solidaridad para Papá Venado

Tryno Maldonado

Agosto 17, 2021

METALES PESADOS

 

Don Bernardo Campos le pregunta todas las mañanas a Dios por qué les hizo eso.
Don Berna. Tío Venado. Papá Venado. Así es como solemos llamarlo quienes hemos tenido la fortuna de ser parte de su familia electiva durante los últimos años, a raíz de la desaparición forzada de su hijo José Ángel y sus compañeros de Ayotzinapa. Aunque el Estado mexicano le arrebató a uno de sus hijos, para muchas y muchos que hemos acompañado el andar de las familias de los 43 normalistas en estos años, don Bernardo campos se ha convertido, en efecto, en un segundo padre.
Don Bernardo Campos Santos es campesino. Pero cuando la tierra no dejaba lo suficiente para darle de comer a sus cinco hijos, se vio obligado a hacer también las veces de albañil. Ha recorrido el estado de Guerrero trabajando donde hiciera falta desde que era chalán y media cuchara. Ha vendido periódicos, ha lavado coches y ha sido bolero. A sus más de 60 años, don Bernardo continuaría ejerciendo como maestro albañil en Tixtla y los alrededores de no ser por la desaparición de su hijo José Ángel el 26 de septiembre de 2014, cuando él y su esposa Roma –como miles de familias en este país– debieron dejarlo todo para dedicarse exclusivamente a la búsqueda de su hijo y sus compañeros normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por el narcogobierno mexicano. Incluso debieron dejar de lado su salud.
Don Bernardo nació en el barrio del Fortín, en Tixtla, Guerrero, donde –literalmente– construyó su casa piedra por piedra a lo largo de más de 29 años de trabajo sin interrupciones. La presume orgulloso a quienes lo visitan. En el recibidor hay almanaques de refaccionarias y de veterinarias, un reloj de madera con un Cristo labrado y monografías de ganado bovino. La máscara de madera que usaba su hijo José Ángel para la danza de los tlacololeros en las fiestas de los santos. Debajo solía estar la hamaca donde arrullaban a Gabriela Guadalupe, la bebé de apenas cuatro meses cuando ocurrió la desaparición forzada de su papá, José Ángel.
A don Bernardo la normal de Ayotzinapa no le es un lugar extraño. Cuando era niño, acostumbraba pasearse por ahí con su vitrina de gelatinas. Los alumnos le compraban casi todas y lo dejaban quedarse a comer en el comedor comunal. Don Bernardo, como muchos de los egresados, asegura que en esa época la normal estaba en mucho mejores condiciones de lo que se encuentra ahora que el Estado mexicano se ha empeñado en desaparecerla junto a las otras normales rurales del país. Él mismo, siendo albañil, levantó uno de los pisos. Su hijo José Ángel, media cuchara, hizo otro tanto. Si uno presta atención, aún puede verse su firma en la entrada.
Don Bernardo padece diabetes. Su mala salud se detonó y se complicó a raíz de la desaparición de su hijo. Dice que hace 30 años que no prueba una gota de mezcal, pero el mezcalero suele pasar puntual por su domicilio a ofrecer un bidón de plástico de varios litros. Siempre tiene una copa o un bocado de comida para quienes lo visitamos. Así como una frase de cariño y las puertas abiertas para quienes lo hemos acompañado durante estos años de pesadilla sin fin en los que él ha luchado por verdad y justicia para su hijo.
A don Bernardo solía vérsele animado y risueño. Ya no más. Hace al menos tres años que su salud se ha deteriorado por lo arduo que resulta levantarse todos los días con las otras familias de los 43 normalistas a encargarse de dar con el paradero de su hijo. Si la desaparición forzada es el mecanismo más cruento de los Estados para lastimar el tejido social de quienes se lleva, don Bernardo ha sufrido ya estragos irreversibles: la pérdida de parte de su pie derecho por las complicaciones de la diabetes. Es sólo una consecuencia directa de la vida sin descanso que el Estado les ha orillado a tomar a las madres y padres de los 43. (No hay que olvidar que Minerva Bello –madre de Everardo Rodríguez– y Tomás Ramírez –padre de Julio César Ramírez Nava–, perdieron la vida ya a causa del dramático deterioro físico padecido a raíz de la desaparición de los 43 más el asesinato de tres de los estudiantes).

Apoyo económico ante la
gravedad de don Bernardo

La salud de don Bernardo Campos se ha agravado seriamente ahora durante la pandemia, y ha sido trasladado de urgencia, en estado muy grave, desde Tixtla al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, en Ciudad de México. Es por ello que su familia solicita toda la solidaridad. La cuenta Banamex a donde se puede hacer extensivo el apoyo económico es: 5256 7828 5147 5890, a nombre de Nayeli Alondra Cornelio Campos. Cualquier ayuda en estos momentos críticos que vive la familia ante el abandono del Estado mexicano, se vuelve crucial.
Hacemos responsable de su salud al gobierno mexicano por la negligencia, la indolencia y la inoperancia en sus promesa hechas hacia las familias de los desaparecidos. Denunciamos el olvido total en que el mismo gobierno ha dejado a las familias de las víctimas hoy que ya no son su botín electoral.
Abrazamos a nuestra querida familia Campos Cantor y a todas las familias de los normalistas de Ayotzinapa en estos nuevos momentos difíciles. Les decimos, una vez más, que no están solos. Abrazamos sus corazones. Papá Venado, te queremos sano.