EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Beberemos aguas residuales?

Efren Garcia Villalvazo

Septiembre 14, 2019

MAR?DE?FONDO

Bueno, no tanto así, pero debemos reconocer que nos acercamos a ese umbral que hace no mucho tiempo parecía muy lejano. La primera vez que este tema se trató en público fue en una reunión promovida por la farsa de Instituto Municipal de Planeación que se tuvo durante la administración municipal pasada el cual poco hacía, poco planeaba y menos aún concretaba. Sin embargo, rescato de ahí una reunión que se llevó a cabo en el Club de Golf y en el cual se dieron cita varios sectores de la sociedad con el tema del agua, desde los problemas por escasez hasta su disposición final después de haber pasado por una planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR), de las cuales –en declaración de la propia Conagua– un 60 por ciento en el país no funcionan o tienen un funcionamiento harto deficiente.
Se vertieron una vez más los argumentos que ya todos conocemos del organismo local operador de agua, CAPAMA, tal como eternos y abundantes problemas financieros, de equipo obsoleto, de falta de fuentes de agua y por supuesto el tratamiento de las aguas de desecho. Una vez mas se revisó también el asunto de la antigua, metálica y multiperforada red sanitaria de la ciudad, la cual acusa los estragos de sus más de 50 años de estar conduciendo el líquido elemento por su interior, por lo cual se presentan fugas constantes. ¿La solución a esto último? Cambiar la red hidrosanitaria completa, para lo cual se requiere de abrir un montón de calles –entre ellas la avenida Costera– lo que se llevarían otro montón de tiempo, requeriría de inversiones millonarias que rebasan la capacidad normal del Ayuntamiento y nos incluiría en una dinámica sumamente impopular por las afectaciones al tráfico que acarrearían. Todo esto que los que estábamos ahí ya sabíamos y llegamos al punto muerto al que siempre se llega cuando se platica de este asunto. Para sacudirnos el aturdimiento que aparece cada vez que no se puede avanzar porque es un asunto político-económico que implicaría a varias administraciones municipales bien intencionadas y con un cariño al puerto que hasta ahorita no se ha visto por ningún lado, lancé un nuevo tema para diversificar el debate: el reúso de la descarga de la PTAR de Aguas Blancas, que es el buque insignia de la CAPAMA en el puerto y tiene capacidad de tratamiento de más de mil 300 litros por segundo.
En la ansiosa búsqueda de agua para Acapulco, la última vez que se estableció una nueva línea de abastecimiento para la ciudad se trajo desde el menguado y menguante río Papagayo, el cual ha bajado de nivel –y por tanto de producción– en los últimos 20 años debido a la deforestación de la parte alta de la cuenca de río, lo cual sitúa a la ciudad en un alto nivel de vulnerabilidad por falta de agua. Si mal no recuerdo esta nueva línea entrega 700 litros por segundo que son canalizados para atender principalmente la zona turística Diamante, joya actual de la corona del puerto y justificación suficiente para cualquier tipo de inversión en obra pública por cuantiosa que esta sea.
Abonando a la búsqueda arriba citada, hace años visité la PTAR de Aguas Blancas y el agua tratada salía sin olor alguno y con una transparencia que infundía confianza total en el proceso, por lo que se puso sobre la mesa la pregunta de qué posibilidades reales existen de reutilizar el efluente procedente de la planta de Aguas Blancas como fuente de agua para potabilizar, una vez quizá agregado algún proceso que refuerce la desinfección y remoción de nutrientes de manera suficiente para que pueda ser utilizada para consumo humano. El concepto de uso de agua en una nave espacial pero aplicado a una ciudad.
Por el momento no estoy seguro de que exista una tecnología ya empaquetada que cumpla con lo anterior, pero es un hecho que de acuerdo al crecimiento poblacional del puerto, es de sentido común que brote una demanda de que se comience a incluir el tema del reúso en los proyectos futuros del organismo operador de agua en el puerto, y no para mucho tiempo, pues no se cuenta con la comodidad que proporciona el largo plazo.
Existe una oportunidad que se debe tomar: el proyecto de la PTAR de la Zona Diamante de Acapulco. Tuvimos conocimiento de esta propuesta de CAPASEG cuando hicieron el intento de construir esta planta para atender la nueva zona de desarrollo de la ciudad debido a la gran cantidad de descargas de aguas residuales sobre la pretendida playa certificada Blue Flag de El Revolcadero. En un primer tiempo en el lugar seleccionado rellenaron la laguna de Tres Palos previo corte de ejemplares de mangle –una especie protegida por normas oficiales federales– lo cual puso en alerta al Comité de Cuenca de la zona y se manifestó en contra, por lo que el proyecto se cambió de lugar hacia un terreno propiedad del gobierno del estado justo frente al aeropuerto que al parecer también se inunda, por lo que parecería por tanto que es zona federal. Ahí se comenzó a aclarar el terreno para construcción en lo que se aclaraban también detalles de la operación de la nueva PTAR, la cual al parecer nacía con propósitos abusivos.
Conocimos el proyecto a detalle expuesto muy amablemente por personal de CAPASEG y de la compañía constructora que había ganado el contrato y en verdad que la planta reúne lo último en tecnología para procesos de tratamiento a nivel secundario.
Sin embargo, el tema pendiente es hacia dónde se va a arrojar el agua ya tratada que sale de la planta, la cual cumple con una norma oficial mexicana para ser utilizada como “agua para riego”. Eso quiere decir que sale sin materia orgánica y sin organismos que puedan producir enfermedades, pero conservando en dilución nutrientes con base en nitrógeno y fósforo, los cuales a manera de un fertilizante de gran potencia provocan problemas de florecimientos de algas que pueden dañar los cuerpos de agua que reciban este coctel alimenticio. La propuesta fue la de arrojar el efluente a la laguna de Tres Palos, dado que la descarga hacia el mar estaba totalmente fuera de lugar, pues lo que se buscaba era conservar el valor y la plusvalía de las propiedades situadas en la playa manteniéndola “certificada”. Sin embargo, un análisis breve de las condiciones del agua descargada llevó a la conclusión de que con el gasto proyectado (400 litros por segundo) la laguna de Tres Palos y sus 5 mil 500 hectáreas de superficie se sobrefertilizarían con nitrógeno en un lapso de 30 días y con fósforo en aproximadamente ocho, produciendo espesos florecimientos algales que tendrían efectos negativos sinérgicos sobre la ya muy depauperada actividad pesquera y la muy incipiente propuesta de turismo ecológico que se comienza a manejar en la laguna, asunto irónicamente inadecuado pues es uno de los argumentos de venta que actualmente se maneja para la gente que adquiere propiedades en esta zona y que quiere dar un paseo de fin de semana por un medio ambiente “natural”. Balazo en el pie, como dicen los gringos.
¿Por qué no aprovechamos esta oportunidad –con un presupuesto aceptado seguramente– para hacer un experimento en que la naturaleza sea la ganadora? Replanteemos la PTAR para que en lugar de contaminar la laguna mejor se use para generar agua de riego para los campos de golf y las inmensas áreas verdes que salpican la zona de mayor crecimiento del municipio y que está cercana al aeropuerto y prácticamente en la misma curva de nivel. Ya existe un antecedente con la planta del antiguo Hotel Princess: las aguas eran –y son– usadas para riego del campo de golf de la empresa. CAPASEG se llevaría un premio desde el punto de vista ecológico y social al resolver esta madeja de varias puntas buscando el mayor bien para sociedad y medio ambiente, además de cumplir con su proyecto de tratar las aguas residuales.
Y contaría como experiencia muy en la práctica para irnos preparando para reutilizar las aguas de la PTAR de Aguas Blancas. Mucho tiempo ya no queda. Hay que empezar desde ahora.
Twitter: @OceanEfren

* El autor es oceanólogo (UABC), ambientalista y asesor pesquero y acuícola. Promotor de la ANP Isla La Roqueta y cofundador de su museo de sitio, además de impulsor de la playa ecológica Manzanillo.