Federico Vite
Mayo 02, 2018
The little disturbances of man (1959), Enormous changes at the last minute (short stories, 1974) y Later the same day (1985), de Grace Paley, se reúnen en Cuentos completos (Anagrama, España, 2005, 464 páginas). Son los únicos libros de narrativa breve de una pícara y crítica autora que deleitó a los lectores en inglés con varios poemarios, una amplia colección de artículos y una novela inconclusa.
Grace no hizo estudios universitarios, pero recibió clases del poeta británico W. H. Auden en la prestigiosa The New School. Auden tuvo mucho que ver con la vocación poética de Paley. Admiraba a Yeats y a Eliot, y al amparo de esos monstruos escribió varios poemas de gran impacto en Estados Unidos.
Es curioso que Paley nunca haya vivido de sus libros sino de dictar conferencias, dar cursos y clases en diversas instituciones académicas; visitaba las universidades de Siracusa y de Columbia con mucha frecuencia. Es curioso porque quienes la citan como ejemplo de vida son personas que viven (y eso está muy bien) de escribir libros. Cosas de la vida, diría Rocío Sánchez Azuara.
Conversación con mi padre, más que un cuento, es una declaración de principios estéticos. El padre enfermo, viejo y con mascarilla de oxígeno, lee un cuento de la hija (Grace) y le hace algunos reproches por la ligereza de su estilo: “Deberías hacer algo más parecido a Guy de Maupassant y Anton Chéjov, detallar los personajes, construir una trama más compacta, no dejar abiertos los finales, porque si no pareciera que estás contando chistes”. “Me gustaría contar una historia así, si se refiere a esas que empiezan con Érase una vez una mujer […] Y esa frase va seguida de una trama. Siempre he despreciado esa línea recta irremediable entre los puntos. No por razones literarias sino porque desvanece toda esperanza. Todo el mundo, sean seres reales o inventados, merece el destino abierto de la vida”, dice la narradora y el lector descubre el credo cuentístico de Paley.
Cuentos completos inicia con Batallas de amor (título al castellano de The little disturbances of man). Paley tenía 37 años. En 1955 empezó a sentir la necesidad de contar historias y trabajó en ello. Sin prisa ni ansiedad, crecieron los textos. “Empecé a escribir el cuento Adiós y buena suerte. El concurso y supe que había encontrado mi otro oído”, dice Paley explicando su paso de la poesía a la prosa. Agrega: “Había leído básicamente ficción masculina, de vanguardia, tradicional, beat, Pero finalmente ficción masculina. Gracias a una amiga, supe qué debía contar. Me dijo: ‘Grace, la gran pregunta es cómo tenemos que vivir nuestras vidas’. Y eso hice en todos mis relatos”.
Este volumen agrupa 44 unidades narrativas breves, textos de mujeres que encuentran el amor en los amigos de sus hijas, amas de casa con intereses políticos, activistas con dificultades éticas, jovencitas que piensan en la mediocridad de sus padres, madres que instan obsesivamente a su hijas para que sean mejores y mujeres que superan la muerte de sus hijos, los fracasos de sus ex esposos y la violencia doméstica. Se trata de un universo femenino, diríamos, pero ese universo está matizando por el humor, como si fuera la única vía para hablar seriamente de lo que implica llevar con dignidad una vida femenina.
En Batallas de amor descubro y aplaudo la refrescante ironía con la que Grace sondea los fracasos sentimentales a la par de los errores laborales de muchísimas mujeres. Es un compendio de diez historias que retratan con precisión la década de los años 50 del siglo pasado, antes del movimiento feminista. Habla de las relaciones de amor-odio entre mujeres y hombres, de la soledad, el miedo, el egoísmo y la lujuria con una sabiduría asombrosa. Estructuralmente son relatos tradicionales (introducción, desarrollo, núcleo desenlace y final), pero temáticamente no. Destacan sobre todo las narraciones en primera persona, donde el tono intimista es realmente potente. Paley no defiende la mera existencia de otro ser humano femenino sino que expone el proceso vital de las niñas que dan el salto a la madurez y ya en ella padecen tantas otras cosas que las hieren, las ofenden y, por supuesto, las ayudan acrecer.
En Enormes cambios en el último minuto y Más tarde, el mismo día (Enormous changes at the last minute y Later the same day) descubrimos al personaje Fe Darwin, al que algunos han considerado una especie de alter ego y portavoz de la escritora. Grace dijo en una extensa entrevista que concedió a París Rewiew que Fe era una síntesis de algunas mujeres cercanas y amigas que ella conocía muy bien. Así que Fe es un prototipo de la mujer actual, luchona, rebelde, inteligente y decidida, alguien que se da tiempo para criar a sus hijos, borrarles la patanería del futuro y ser activista, amiga, amante y empleada de un negocio de clase media sin sufrir como personaje de telenovela. Fe no es feliz pero vive, y vive mucho, sobrevive a sus ex amantes, ex esposos. Habita un nuevo siglo, tiene un nuevo y potente espíritu.
Justamente en Enormes cambios en el último minuto y Más tarde, el mismo día notamos que el cuento y el poema son encarados con la misma intensidad. Grace quita mucha paja y ataca las historias con el mismo rigor que un poeta: crea imágenes y cuida el ritmo, la fuerza de las frases, la progresión dramática. Suelta las amarras y canta, o cuenta, varias inquietudes sobre el tiempo en el que vive: la guerra, el racismo, el reconocimiento de la mujer.
Esta colección de cuentos tiene muy buenos traductores: José Manuel Álvarez Flores, Susana Contreras, Enrique Hegewicz, César Palma y Ángela Pérez. Cuestión aparte es el madrilismo como una variante del español latinoamericano.
Grace muere el 22 de agosto del 2007. Ese día es mi cumpleaños y en 2007 yo viajaba en camión, no recuerdo si a Colima o a Xalapa, pero sé que llevaba en mi mochila The little disturbances of man. Paley me pareció jocosa, pero no tan iluminadora como en esta relectura de la obra completa. Que tengan un bello martes.