EL-SUR

Sábado 20 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Breve deconstrucción del patriarcado: ni una más

Ana Cecilia Terrazas

Agosto 27, 2019

AMERIZAJE

Gerda Lerner escribió en su emblemático texto La creación del patriarcado que desde la Edad de los Metales, es decir, hace unos 6 mil años antes de nuestra era, se rastrean maneras y formas que pueden ser el origen del sojuzgamiento de las mujeres por parte de los hombres primitivos.
Laura Lecuona, reconocida y estimada feminista radical, letrada, hija de Luisa Fernanda González –quien perteneció al primer equipo de mujeres que hicieron radio feminista en México– me invitó a su círculo de lecturas clásicas del feminismo, en donde comentamos algunas de las indagaciones de Lerner que aquí resumo:
En un principio, hasta donde se podía reconocer, ver y comprobar, las mujeres eran las únicas con la capacidad de reproducir a la especie. Esto es, sin mujeres no se preveía que pudiera subsistir la vida humana. Así de fácil.
Conforme alguno o algunos hombres de esos tiempos fueron dándose cuenta de que en algo sí tenían que ver ellos también, aunque no era evidente, se fueron apoderando del proceso entero, de ellas, de los hijos, de ese acto de copulación, de las relaciones, de todo. Aplastaron a las mujeres como para compensar y disminuir el poder que vislumbraban ellas tenían gracias a ese gran acto cuasi mágico del parto, mediante el cual nacían otros seres humanos y parecía bastaban sólo ellas para que ocurriera.
Este relato esquemático es la historia de la creación y mantenimiento de un patriarcado construido a través de miles de años, de millones de hombres y mujeres, en los más diversos contextos de todas las naciones y culturas, con procederes que toman como base la esclavización de la mujer y la apropiación de los hombres de todo lo genéricamente humano.
Es también una película coproducida y sostenida a lo largo de la historia por un sistema económico mercantil, voraz, empresarial, en el cual hay nodos capitalistas dedicados a la venta y trata de la mujer; de su imagen, de su sexo, de su cuerpo, de su modo de ser y actuar, de sus funciones y papel dentro de las sociedades patriarcales. No hay que ser genios para entender que, deconstruir tantos siglos de cultura patriarcal no es un proceso fácil ni veloz ni pacífico ni suave.
Vemos en México que actualmente, a nivel nacional, se están generando focos de resistencia por parte de las mujeres, sobre todo las más jóvenes, quienes tienen la libertad y posibilidad de rebelarse ante una vida cotidiana francamente inaceptable en términos de los más básicos derechos humanos e igualdad.
Las cifras, datos, estadísticas y notas periodísticas que sustentan la creciente y torrencial violencia contra las mujeres han sido expuestas en las últimas dos semanas, de mejor o peor manera, por los medios nacionales de comunicación.
Además de los hitos mediáticos y los actos criminales más visibles, está latente –cualquier mujer lo sabe, incluso quien tiene completamente introyectada la cultura patriarcal y confiesa nunca haberse sentido violentada por ser mujer– la pequeña violencia cotidiana del lenguaje sexista, las miradas lascivas, los chistes misóginos, las expresiones machistas, las cuádruples exigencias y requisitos que se nos piden para cualquier cosa, el corsé del estereotipo aceptable.
Lo anterior es una carga cotidiana que con mucho o poco pesar se lleva en el cuerpo, la mente y la piel. Es una imposición que cuando se hace consciente como no normal, se torna abominable y sumamente injusta.
En cuanto a hipótesis sobre el porqué ahora surgen estos esperanzadores levantamientos de mujeres, existen varias, que se combinan y a veces se traslapan:
Una polarización social intolerante del otro, la otra; más consciencia de ese patriarcado que no se acaba de acabar; el crimen organizado aumenta e impulsa a su paso a la mujer o niña como mercancía; las generaciones de jóvenes tienen una cultura más igualitaria que no puede soslayar abusos, asesinatos, violaciones, tortura.
Más: las mujeres están ocupando más espacios de poder y los hombres se resisten a esta nueva situación con mayor violencia; la industria cultural patriarcal está más fuerte que nunca, aunque las leyes de avanzada digan lo contrario.
Quizá algunas partes de la población masculina tampoco suscriban el lenguaje de odio ni la violencia sistemática en contra de las mujeres, pero, en los hechos, muchas mujeres que somos ya no aguantamos ni una más.

@anterrazas