EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Café político (3)

Héctor Manuel Popoca Boone

Julio 15, 2017

En el “comentódromo” semanal, expresamos unánimemente que en la elección presidencial del 2018 volverá a plantearse una disyuntiva política que será un parteaguas en la historia de México, para el corto o el mediano plazo.
La verdadera batalla electoral en el marco de una democracia pervertida e inequitativa como la nuestra, la darán, por una parte, la plutocracia que pugna por mantener el liberalismo social (Carlos Salinas de Gortari y el PRI-PAN-PRD) y por la otra, los que desean sentar las bases, junto con el pueblo, para una verdadera reconstrucción de los cimientos políticos, económicos y sociales de nuestra vilipendiada y debilitada nación (Andrés Manuel López Obrador y Morena).
Comprar o convencer, he ahí la opción para conquistar el voto. Conveniencias o convicciones; esas serán las estrategias principales que utilizarán respectivamente. Lo cierto es que López Obrador condensa y representa a la vez, hasta ahora, la aspiración de la transformación socialmente necesaria, por las vías legales e institucionales, para volver al imperio de la legalidad, de la justicia social, la gobernabilidad y la paz con auténtica soberanía nacional.
También el candidato presidencial de Morena representa el anhelo de muchos para rehabilitar un mercado económico socialmente justo y no concentrador de la riqueza del país en unas cuantas manos. Donde exista una mayor equidad comunitaria que impida el constante ensanchamiento de la desigualdad social que incluye discriminación y exclusión.
Con nuestro voto decidiremos si mantenemos o cambiamos nuestro hábitat social para que sea más digno y decoroso. Sustancialmente con menos pobreza y miseria; disminuyéndola en todos los ámbitos de la vida nacional. Estará en juego la viabilidad social que nuestro país tendrá en los próximos lustros. El costo ha sido alto para mantener una reducida y ensoberbecida casta social, con desmesurado poder político y económico. Dicha carga ha recaído sobre las espaldas empobrecidas y ahora ensangrentadas del pueblo mexicano. Poder gubernamental usufructuado por los plutócratas, desde hace más de 40 años.
Entre sorbos de café, asentimos que en las próximas elecciones cruciales se decidirá si seguimos concesionando al mejor postor –que generalmente son corporaciones extranjeras– nuestros recursos naturales y energéticos estratégicos, los cuales sirvieron para tener un crecimiento económico sostenido y una estabilidad social sustentable, en las primeras cinco décadas post revolucionarias del siglo pasado.
Los comentaristas dejamos varias preguntas al aire: ¿Segui-remos permitiendo que los gobernantes de México sigan incrementando la descomunal e impagable deuda pública para cubrir los ingresos petroleros perdidos por la quiebra económica intencionada de Pemex? ¿Habremos de tener un presidente pusilánime para seguir siendo ofendidos y menospreciados por el vecino presidente, Donald Trump? O estaremos dispuestos a levantar un férreo valladar, con dignidad y orgullo patrio, ante sus dislocadas pretensiones intervencionistas, gravosas para nuestra real independencia nacional.
¿Aceptaremos que siga imperando la corrupción y la impunidad como estilo de vida en las esferas políticas y socioeconómicas? O, por el contrario, lucharemos por rescatar la legalidad perdida, para salir de la postración social a la que nos han subyugado las delincuencias y criminalidades de todo tipo. Las de cuello blanco y/o de metralla, que han paralizado algunas regiones del país, a base de infundir miedo generalizado, mediante prácticas sangrientas deshumanizadas, en un contexto del horror permanente.

PD1. En Guerrero, los máximos exponentes de la misoginia institucional son un maestro “incómodo” y un discípulo “sumiso”. Es torpe contrapuntearse con el gobierno federal representado por la Conavim en materia de violencias contra la mujer.

PD2. En Acapulco, la policía municipal intentó llevar a barandilla al conocido conductor de televisión local, Miguel Ángel López Sotelo, por depositar dos bolsitas de basura con un peso aproximado de 2 kilos en total, en un contenedor público exprofeso. ¡Sálvese quién pueda!