EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Calenturas anticipadas

Arturo Martínez Núñez

Noviembre 21, 2017

¿A quién le hablan las decenas de aspirantes que contaminan visualmente las calles de nuestras ciudades con burdas, mal logradas e ilegales precampañas electorales?
Un elemento central de la cultura política mexicana fue la figura del gran Tlatoani, del gran Führer que guiaría y tomaría las decisiones en los partidos y organizaciones políticas. Al comenzar a menguar esta figura, las encuestas se convirtieron en el sucesor del gran elector.
Las encuestas –esa gran entelequia de la que todos hablan, pero nadie entiende bien a bien cómo se diseñan, cómo se levantan ni cómo se leen–, se han convertido en el principal elemento para la toma de decisiones.
La demoscopia es el estudio de las opiniones, aficiones y comportamiento humanos mediante sondeos de opinión. La demoscopia funciona. En el sector privado, es fundamental para la toma de decisiones empresariales. Por ejemplo, a la refresquera equis le interesa saber cómo están las ventas de su competidora ye en determinado lugar, para poder tomar decisiones estratégicas. La refresquera equis no busca la autocomplacencia ni la mentira. No le interesa auto engañarse sino conocer la realidad. Jamás pondría a la venta el producto A si el resultado de sus estudios de opinión le adelantara que no sería bien recibido por el mercado.
La demoscopia funciona. Lo que no funciona es la toma de decisiones basada en mentiras, corazonadas o manipulaciones. Lo que no funciona es intentar manosear la realidad.
Hagamos una analogía con los análisis clínicos. Usted está enfermo y su doctor le ordena hacerse unos estudios. Usted no sabe a qué laboratorio acudir porque quiere tener la certeza de que los resultados sean confiables. A pesar de sus dudas, cualquier negocio que cuente con los registros sanitarios en orden, arrojará resultados muy similares y la variación entre uno y otro será mínima. Otra cosa es que el doctor encargado de su caso pida hacer los estudios adecuados y solicite medir los indicadores necesarios. Una vez que le entreguen los resultados usted puede cometer el error común de abrirlos e interpretarlos por sí mismo y llegar a la conclusión de que tener 200 de glucosa no es muy elevado. Seguramente su doctor le dirá que sí, que es muy elevado y que es altamente probable que si no se controla se llegue a desarrollar diabetes y otras afecciones. Con los mismos resultados adecuados, usted le puede mentir a su esposa al llegar a casa y decir “mi amor salí muy bien en los análisis, todo en orden, sólo salí un poquito elevado en el azúcar, pero nada de cuidado”. Con los mismos análisis adecuados, aún es posible que el tratamiento que determine el doctor para combatir su caso no sea el apropiado. Y finalmente, con los análisis adecuados y el tratamiento adecuado, aún es posible que el paciente simplemente haga lo que le dé la gana y mande por un tubo todo el buen trabajo. Como vemos, son varias las etapas del proceso en donde se puede desviar la trayectoria de un caso de estudio.
Si los candidatos, aspirantes y suspirantes piensan que, al cuarto para las doce pueden influir en el resultado de las encuestas, resultan francamente ridículos y demuestran su absoluta y supina ignorancia en la materia de mérito.
Una encuesta no se puede modificar en quince días instalando anuncios en vallas, autobuses, o en el Facebook, ni utilizando la ridícula frase de “en la encuesta fulanito es la respuesta…” A lo más que se pudiera aspirar con estos esfuerzos aislados e ilegales de campaña anticipada encubierta, es a incrementar los niveles de conocimiento del interesado entre la población abierta.
Si por el contrario los suspirantes le están hablando a sus partidos o al gran elector de sus partidos, es también poco lo que pueden lograr estando los amarres realizados desde tiempo atrás. Si lo que se busca es llegar con más fichas a una eventual mesa de negociación pudiera entenderse esta estrategia desesperada.
Los únicos beneficiados con las calenturas anticipadas son los dueños de autobuses, vallas, medios de comunicación, empresas de impresión, de redes sociales y, desde luego, los operadores políticos y estrategas de cafecito que logran obtener de sus candidatos recursos extraordinarios.
Los políticos tradicionales no están leyendo ni entendiendo a la población que se inspira y reacciona a partir de estímulos muy diferentes a una fea cara en el trasero de un viejo autobús urbano.
Los ciudadanos están cansados de rostros que no les dicen nada, de promesas vacías que no ilusionan a nadie, de eslóganes hechos al vapor por aprendices y de encuestas patito realizadas únicamente en la imaginación de algún operador y en el Excel de algún operario informático.
Los nuevos ciudadanos deben de repudiar y expulsar para siempre de la política, esa forma arcaica, perversa, estúpida y onerosa de buscar la popularidad no a partir de propuestas y acciones sino a partir de publicidad sucia, fea, tonta e ilegal.
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