EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Camino al 2018

Héctor Manuel Popoca Boone

Junio 10, 2017

El pasado miércoles en la mesa de análisis de la coyuntura política, que realizamos semanalmente en Movimiento Ciudadano, tratamos lo concerniente a los recientes comicios efectuados en varios estados de la república.
De las reflexiones ahí vertidas sacamos varias conclusiones, entre estas: Los principales protagonistas en la próxima contienda electoral del 2018 serán: PRI, MORENA, PAN y el PRD. En virtud de que ninguno tuvo mayoría de votos contundente, les impele ahora buscar la concreción de coaliciones para los comicios de 2018. Lo que más tuvieron los triunfadores, giraron alrededor de una tercia de los votos emitidos que deriva, de entrada, en poca legitimidad para gobernar. Coaligarse de antemano les asegurará un posible triunfo en forma más enfática, ya que los pequeños márgenes que hay de diferencia de votos traen, por consecuencia, multiplicidad de impugnaciones y conflictos postelectorales, dentro de un sistema electoral nacional que ya de por sí está convertido en un gran chiquero.
Las posibles coaliciones pueden darse en base a afinidades en principios e ideales como pudieran ser: PRI-PAN; o bien, Morena-PRD-MC-PT. Pero también por cuestiones convenencieras buscando el poder por el poder mismo, como pueden ser: PRD-PAN o PRI-PRD. Los partidos pequeños a nivel nacional obligados están a redoblar esfuerzos tanto para sobrevivir en la arena política como para no perder la bolsa monetaria de prerrogativas federales y estatales. Bien sea que vayan solos o coaligados.
Destaca el hecho de que siete de cada diez electores que votaron, no lo hicieron por el vencedor. Tenemos así nuevos gobernantes estatales poco legitimados. Imperativo es, por tanto, establecer la segunda vuelta en los futuros comicios. Las candidaturas independientes para la presidencia de la república quedan, por el momento, desdibujadas y poco competitivas ante el empuje de las estructuras partidarias.
En el Estado de México y en Coahuila, el PRI tuvo victorias pírricas. Ganó en 2017 las contiendas estatales, para poner a punto su derrota en la contienda federal en el 2018. Dada la forma tan impúdica como actuó, provocó mayor repudio ciudadano hacia el presidente Peña Nieto y por ende a su partido. El crecimiento de Morena en la entidad federativa emblemática para la clase política fue espectacular por exponencial, tomando en cuenta que tiene solo tres años de haberse constituido como partido.
En términos generales las pasadas elecciones no fueron limpias, equitativas, transparentes y justas. Prevaleció la democracia mercantilizada y lo inescrupuloso no tuvo límites. Dentro de la guerra sucia que el PRI promovió aparecieron de nueva cuenta los jinetes de la depredación de la dignidad ciudadana y de la depravación democrática. Ante todo eso, las autoridades electorales, federales y estatales, actuaron en forma demasiado pasiva y permisiva. Los resultados de las elecciones no son del todo creíbles. Hubo mucho manoseo y manipulación en el proceso electoral. En pocas palabras, fue un gran cochinero que lesionó gravemente nuestro ya de por sí vulnerado sistema democrático electoral.
Andrés Manuel López Obrador es el principal candidato a la presidencia a vencer por los demás partidos, principalmente el PRI. Su partido, Morena, en condiciones de suma inequidad, hizo tambalear al PRI, disputándole con prácticamente un empate técnico el Estado de México, que es la entidad federativa más codiciada de la República, en lo político, económico y social. Ante el gran desaseo electoral exhibido, Morena no llamó a la protesta callejera ni al plantón, pese al reducido margen de diferencia con el PRI que fue el ganador. La lucha por limpiar las elecciones se dará en los marcos de la legalidad y de las vías institucionales.
PD1.- Por muchos que sean los avances económicos que se tengan en Guerrero, no valen lo de la vida de un periodista o de un individuo público, mucho menos la de cientos de guerrerenses asesinados cada mes.
PD2.- Está bien que seamos cuchis, pero no tan trompudos. Sabemos que en política hay que tragar mierda, pero no todos tenemos boca de cocodrilo.