EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Candidatas a la presidencia, la película y un Barbie spoiler

Ana Cecilia Terrazas

Julio 29, 2023

Una cosa merece inmenso entusiasmo para el proceso electoral de 2024: que haya mujeres que quieran, quisieron o estén anotadas para competir por la presidencia de México. No sabemos cuántas queden al final, pero antes de ahora hubo sólo seis mujeres que tuvieron el valor y el apoyo para ser candidatas a la presidencia. Actualmente, entre el Frente Amplio por México y la Coordinación de la Defensa de la Cuarta Transformación, hay por lo menos tres.
No es sencillo ser mujer. Esto, sin el menor ánimo de sentirnos mal, ni de que, quien esto lea, se compadezca. Para nada. Se trata de hacer conciencia, de hablar de datos duros y de hechos concretos, ésos medibles en gráficas, estadísticas y consultas, a pesar de que poca gente los crea. Aquí reiteramos la no admisible, aunque prevaleciente, desigualdad de facto entre hombres y mujeres.
Esta columna es sobre la firme convicción de votar por mujeres candidatas a la presidencia de la República, mientras las haya, mientras sea posible, por una cuestión de congruencia feminista. La invitación hoy es a transversalizar con toda convicción, sobre todo ahora cuando incluso el feminismo también parece tornarse líquido. Ah, y para quien piense que no basta ser mujer para ser votada para la presidencia, “puesto que se requieren talentos para el puesto”, esta autora considera que, de todas maneras, ningún hombre a la vista del panorama candidatil cumple con esos requisitos sólo por ser hombre o por cualquier otra causa. En suma, esta columna cree firmemente en la necesidad ingente de las acciones afirmativas. En este sentido cae magnífica la personaja afroamericana presidenta que aparece en el guión del filme multitaquillero Barbie.
Aquí algunos retos extra que bien pueden añadirse al discurso que da la actriz América Ferrera en Barbie sobre la dificultad de ser mujer y no morir en el intento, porque parece que las mujeres nunca quedan bien con los medios, con la sociedad, con sus pares, con los hombres, con los partidos, con las autoridades, con el pueblo ni consigo mismas. Porque se les tacha de “intensas o histéricas” si son muy ejecutivas y directas; de “aburridas y serias”, si piensan mucho. Porque pecan de tránsfobas si sólo defienden a sus congéneres mujeres. Porque no se sacan provecho si no se arreglan como para película de fantasía. Porque son un monumento a la bugueidad si no son lesbianas. Porque las y los más jóvenes piensan que el feminismo es too much ya que ellos gozaron de mucho MeToo. Porque son “déspotas y prepotentes” si no son suaves y dulces; o “blandengues”, si no son autoritarias; “malhumoradas y hormonales”, si no se atacan de la risa; si profesionales y con hijos, “malísimas madres”; si no tuvieron hijos “no hay manera de que puedan entender” (como si siglos de maternar a todo el mundo fuesen insuficientes sin la multiplicación vía bebés).
A las mujeres se les toma en cuenta el origen geográfico, la pigmentación, el maquillaje, el tono de voz, el atuendo, la naturalidad, las canas; pocas veces su congruencia, su cuádruple esfuerzo o lo que han logrado.
Con aviso de spoiler, a continuación recuperamos un fragmento de lo dicho por Ferrera:
“…Tienes que ser una mujer de carrera, pero también estar siempre pendiente de otras personas. Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, que es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte. Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tanto como para tentarlos demasiado o amenazar a otras mujeres porque se supone que eres parte de la hermandad. Pero siempre destaca y siempre sé agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está amañado. Así que encuentra una manera de reconocer eso, pero también sé siempre agradecida. Nunca hay que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca salirse de la raya”.
Ese parlamento, dicho por una latina, Gloria, comienza con un “es literalmente imposible ser mujer”. Lamentablemente, se puede extender al mundo real como “es prácticamente imposible ser presidenta de México”. Las mujeres serán juzgadas por su apariencia impactante o su desapercibida imagen; su contexto y nunca su texto; por todo aquello que exige el estereotipo y por todo aquello por lo que no puedan hacerse responsables. Quien no entiende las políticas de paridad, está demasiado permeado o permeada por el milenario patriarcado y piensa que el piso ya está parejo. No, no lo está.