EL-SUR

Martes 08 de Octubre de 2024

Guerrero, México

Opinión

Carentes de vergüenza

Abelardo Martín M.

Julio 30, 2019

 

Gobiernos han ido y venido en las últimas décadas sin que miles de comunidades rurales, semi rurales, urbanas y semi urbanas, hayan dejado la más lacerante pobreza y abandono. Todos los programas de combate a la pobreza, desde hace casi 20 años, iniciaron en Metlatónoc y Cochoapa, en Guerrero, sin que hayan llegado mejores servicios de salud o de educación. Son los municipios predilectos de los políticos para tomarse la foto y decir a los cuatro vientos que ahora sí dejarán de ser los más pobres entre los pobres del país.
Desde antes de la creación del hoy pomposo Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, cuyas lujosas oficinas están en la muy fifí colonia Del Valle, se sabía que esas dos poblaciones de Guerrero ocupan los primeros lugares en miseria del país. Primero los secretarios de Desarrollo Social que llegaron allí, dijeron que nunca nadie había estado en esos lugares miserables, después que los programas de rescate de los más pobres llegarían antes que a ningún otro lugar. Ni lo uno, ni lo otro.
Hoy, después de miles de millones de pesos gastados en la burocracia para medir y combatir la pobreza, esos municipios están en los primeros lugares de pobreza y marginación, lo que desvela la inutilidad de organismos y funcionarios que anunciaron, eso sí con bombo, platillo y muchas fotos, que Metlatónoc y Cochoapa verían la miseria como asunto superado, del pasado.
Reducir o desaparecer privilegios de burocracias y funcionarios detona críticas y la estridencia de las voces del desastre, pero en buena hora que las decisiones de austeridad y anti burocratismo se concreten y apliquen. Hechos, no sólo palabras.
Por eso, como ejemplo de justicia elemental, la decisión del Presidente López Obrador de entregar más de cuarenta y dos millones de pesos, obtenidos de la subasta de bienes decomisados a delincuentes, a los dos municipios de mayor marginación de Guerrero y del país, Metlatónoc y Cochoapa el Grande, es una muestra simbólica de la determinación bien conocida del régimen, de apoyar a los más pobres.
Tan simbólica como el rubro al que se dedicarán los recursos en ese territorio, construir caminos que comuniquen a ambas cabeceras y a sus comunidades. Bien se sabe que el aislamiento en que viven estos pueblos es uno de los factores más importantes que impiden su cabal desarrollo.
Cabe recordar que ambos municipios son parte de una misma región y que al principio de este siglo eran en realidad parte de una sola municipalidad, Metlatónoc, de la cual se escindió el territorio hoy constituido como Cochoapa.
De lo que no se han podido separar los habitantes de uno y otro, es del rezago y la pobreza extrema.
Por eso es relevante el gesto del Presidente hacia la región de la Montaña, como lo ha sido que el gobierno federal se haga cargo del programa de entrega gratuita de fertilizantes al campo guerrerense, que antes operó por años el gobierno estatal.
Este proceso deberá estar concluido la próxima semana, pues ya se han entregado prácticamente la totalidad de los vales canjeables, y a mediados del mes que termina se había hecho la distribución física de las tres cuartas partes del producto a los beneficiarios.
Entretanto, las vacaciones de verano generan la tradicional concurrencia de turistas al puerto de Acapulco y a otros centros de asueto en el estado. En ellos se calcula que hay una ocupación de alrededor del 90 por ciento, con la derrama que ello implica para el sector hotelero, de restaurantes y de servicios de toda índole a los visitantes.
Pese al escenario de inseguridad que la entidad padece, el turismo no ha sido ahuyentado y ha acudido hasta casi saturar los centros de recreo.
Mientras ello ocurre, el estado no acaba de superar la ola de violencia en que ha estado envuelto por años. En la capital, Chilpancingo, incluso se ha recrudecido este fenómeno, como lo muestra el reciente atentado simultáneo contra policías municipales, en que por fortuna no hubo muertos, pero sí heridos entre los agentes de seguridad.
Mal de muchos, el ataque a patrullas e instalaciones de las policías es una estrategia que los grupos del crimen organizado parecen haber recrudecido a últimas fechas, como reacción ante la llegada de la Guardia Nacional, que ya empieza a notarse en muchas regiones del país.
Aquí y en otras poblaciones del estado, el dominio y los ajustes de cuentas de los grupos delincuenciales, incluidas algunas de las llamadas policías comunitarias, genera derramamientos de sangre, como ocurrió con la ejecución de un matrimonio de turistas en Petatlán.
Otras ejecuciones y atentados siguen tiñendo de rojo el territorio guerrerense, aunque el gobernador pueda presumir la tendencia a la baja: en el presente año, Guerrero ha pasado de encabezar los índices de criminalidad nacional, a ubicarse en el sexto lugar de la tabla.
Todavía no estamos bien, pero ya no estamos tan mal, diría el filósofo de pueblo.
Así está también el país, con un gobierno que encabeza una vasta transformación, entre la esperanza popular y la inconformidad de algunos por todo lo que está descompuesto y que no es sencillo ni rápido poner en orden.
Así son siempre los procesos sociales, y en uno tan complejo como el que ahora vivimos, falta mucho por arreglar y muchos intereses que se alebrestan porque saben que se verán afectados. ¿Cómo podría ser de otra manera?
Quienes advierten el desastre porque se terminan sus privilegios se convierten en ciudadanos carentes de vergüenza, o será que quizá nunca la tuvieron y lo suyo fue siempre el arribismo, el cochupo, la transa y la componenda. La simulación en toda su expresión.