EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Cárteles fronterizos

Raymundo Riva Palacio

Junio 20, 2005

ESTRICTAMENTE PERSONAL

Fort Worth, Texas. Cuidado. Quien piense que la amenaza del narcotráfico sólo está rompiendo las normas de convivencia social en México está totalmente equivocado. Los cárteles mexicanos son hoy, como nunca antes, los principales introductores de droga a Estados Unidos. Han remplazado a los colombianos en las operaciones día con día de la distribución de la cocaína, son mucho más poderosos que las bandas dominicanas, jamaiquinas y portorriqueñas que controlan el crack, han dejado atrás a las tríadas chinas que manejaban el opio, y ni las mafias rusas o israelitas que traen drogas sintéticas como el éxtasis, han podido con la expansión del mercado de metanfetaminas mexicanas que tocaron el corazón rural estadunidense, el Mid-West, y se están apoderando del noreste, en donde nació este país.

Las autoridades estadunidenses están alarmadas. Un informe desclasificado este año del Centro Nacional de Inteligencia sobre Narcotráfico, alerta que millones de familias estadunidenses tienen miembros dependientes o adictos a las drogas. Estimaciones del Departamento de Salud señalan que en 2003 cerca de 35 millones de personas (más del 10% de la población total) mayor de 12 años había tomado una droga el año anterior, y que 6.8 millones eran adictas a ellas. Para el gobierno estadunidense, el problema de salud que lo era antes, se está convirtiendo en uno de violencia callejera. Sólo en la vecina Dallas, en los dos últimos meses se cometieron tres asesinatos que la policía supone son obra de Los Zetas, el brazo armado del Cártel del Golfo, y de los 92 asesinatos registrados este año, 70% se derivan de ajustes de cuentas por cuestiones relacionados con el narcotráfico.

Un reporte de la DEA sostiene que los cárteles de la droga mexicanos se encuentran operando en todo el país. La cocaína, de cuyo total introducido a este país el 65% entra por México, ingresa a Estados Unidos principalmente por la frontera con Texas, y desde su control de mando y operaciones en Chicago, se envía directamente a los mercados primarios de Atlanta, Houston, Los Angeles, Miami, Nueva York y, por supuesto, Chicago. La heroína mexicana, en todos sus tipos, entra principalmente por Baja California y Sonora para ser distribuida en Chicago, Los Angeles, Nueva York y San Francisco. En el caso de la marihuana, que ha sido probada cuando menos una vez por el 30% de los estadunidenses, llega a través de toda la frontera con México para ser enviada, principalmente, a Chicago, Dallas, Houston, Los Angeles, Miami, Nueva York, Phoenix, San Diego, Seattle y Tucson.

Las drogas que han generado una creciente preocupación en la última década entre las autoridades estadounidenses con las metanfetaminas, cuya producción y distribución se ha incrementado drásticamente en los dos últimos años en los mercados norteamericanos, aparentemente procedentes de los llamados “superlaboratorios” de los cárteles mexicanos en ese país y en California, capaces de producir cinco kilos de la droga sintética cada 24 horas, cada uno, cuyos costos en el mercado llegan a ser de 42 mil dólares el kilo. Las drogas sintéticas que se producen en México entran fundamentalmente por Sonora, y desde la vecina Arizona se distribuyen a los principales mercados primarios en Los Angeles, Phoenix, San Diego y toda la bahía de San Francisco. Desde mediados de la década pasada la DEA ha estado investigando a los cárteles mexicanos, principalmente al de los Valencia, que inundaron con drogas sintéticas las grandes regiones agrícolas y ganaderas del Mid-West.

El documento del Centro Nacional de Inteligencia sobre las Drogas señala que ciudades y pueblos en todo Estados Unidos enfrentan desafíos multifacéticos como los altos niveles de distribución hacia y desde sus áreas, elevadas tasas de consumo, violencia extendida relacionada con las drogas y las propiedades de los criminales, así como efectos colaterales que exponen a los niños a las drogas, daño ambiental y lavado de dinero. “En muchas zonas, sin embargo, la principal preocupación de las comunidades con respecto al narcotráfico es la transportación de grandes cantidades de drogas ilícitas a sus áreas”, indica el informe. “Sin importar la ubicación de la ciudad o las preocupaciones relacionadas con las drogas, virtualmente todas las comunidades en el país se encuentran afectadas por el flujo de drogas de fuentes exógenas a Estados Unidos, particularmente por la frontera con México”.

Los gobiernos en este país, en sus diferentes niveles, han estado inyectando recursos públicos de manera creciente para incrementar la inteligencia sobre los cárteles, aumentar los decomisos, los arrestos o para educación y tratamiento de adictos. Sólo en 2003, el gobierno federal presupuestó para este propósito 11 mil 400 millones de dólares, reforzando programas estatales adicionales, como los de California y Nueva York, que combinados invirtieron mil millones de dólares en prevención. Se calcula que cada minuto las autoridades en este país invierten mil dólares a la lucha contra el narcotráfico y, aunque la violencia no se puede comparar con la que está viviendo México, se puede argumentar que la guerra contra los cárteles del narcotráfico, también la están perdiendo. Todo esto sin la suma del costo para la sociedad por el tráfico de drogas que se calcula entre 60 mil y 80 mil millones de dólares anualmente.

La sociedad y el gobierno estadunidenses están enfrentando una nueva modalidad del fenómeno del narcotráfico que no habían experimentado previamente. Igualmente, empiezan a ver crecientes problemas de violencia en las calles como no se veían desde los años de la Prohibición en los 1920s. Para México es una doble mala noticia, pues la violencia derivada del narcotráfico va en aumento, pero la evolución de sus cárteles transfronterizos, la frontera común y la migración ilegal adquieren una dimensión en términos de seguridad nacional que, ciertamente, tampoco se había visto antes.

 

 

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