EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Chatarra

Florencio Salazar

Agosto 18, 2020

Somos lo que comemos. Anónimo.

La obesidad y la diabetes son dos enfermedades que causan estragos a los mexicanos y al sistema de salud pública. Tenemos de más lo indeseable, grasa y azúcar. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, México es el primer país en América Latina en consumir la llamada comida chatarra; es el paraíso de gaseosas, frituras, pastelitos, dulces y galletas. Lo deseable es evitar el consumo de estos productos, pero para poder hacerlo se requiere una estrategia que estimule los buenos hábitos alimenticios.
Por películas, crónicas y reportajes, sabemos lo que significó la prohibición de la venta y consumo de alcohol en Estados Unidos. La venta clandestina de alcohol, generalmente malo y caro, al amparo de mafias que disputaban proveedores, territorios y rutas, provocó una violencia sin control. No será la prohibición de la venta de alimentos chatarra lo que traiga salud a los mexicanos. Al contrario, va abrir un nuevo frente a favor de la delincuencia por el contrabando de esos productos, su elaboración clandestina y probablemente de peor calidad y mayor precio.
A lo anterior, habrá que agregar el cierre de empresas que dan trabajos directos e indirectos a millones de mexicanos. Entonces, ¿hay que mantener la industria de los “alimentos” chatarra? Por supuesto que sí. No consumir productos chatarra debe ser resultado de información, capacitación y control. Información, en hogares y escuelas promover los valores nutricionales de los alimentos; capacitación, a través de medios electrónicos, redes y centros escolares enteren sobre alimentos sustitutos, como pueden ser dulces caseros y frutos en conserva; y control para evitar en cooperativas escolares, hospitales y oficinas públicas la venta de estos productos.
Hace algunos años se prohibió fumar en lugares públicos cerrados. Por ese hecho, el jurista Miguel González Avelar interpuso una controversia en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Le dieron palo. Pero él argumentó que se violentaban sus garantías al imponerse un criterio ajeno a su voluntad, pues era fumador. Me pregunto si la ley promulgada en Oaxaca no incurre en un dislate así, pues siendo correcto el objetivo es incorrecto el procedimiento. Peor aún, no tiene sentido de oportunidad. Por la pandemia hay empresas quebradas y desempleo. Incrementar este ya grave problema es nada inteligente. Se estima la existencia de aproximadamente 630 mil tienditas en el país que cerrarían sus puertas.
Reforma informó el domingo pasado que ya circula el machote de la Iniciativa oaxaqueña entre las fracciones de Morena en los congresos locales. En Guerrero una legisladora ya anunció una igual. El legislador tiene el deber de examinar las consecuencias de toda nueva ley. Se trata de crear normas de observancia general y obligatoria, por lo cual las ocurrencias deben ser apartadas. Las leyes que no responden a la realidad nomás no se cumplen. La medida es necesaria, pero exige gradualidad y oportunidad.
Es notorio el abuso de las fábricas de alimentos chatarra y de sus distribuidores. Un ejemplo claro son las tiendas de conveniencia. Venden de todo a toda hora. Y las dichosas tiendas parecen un tren: se siguen unas a otras. En un estrecho espacio urbano fácilmente se encuentra media docena o más establecimientos. Sobre ellos nadie dice nada, no obstante su lado negativo –porque tienen su positivo. El negativo: venden alcohol a toda hora, sin medida ni recato. Está científicamente demostrado que el alcohol hace más daño que la mariguana.
Estas tiendas han oxxxidado y acabado con los muchos estanquillos, atendidos por familias. Daban crédito a la palabra. Este tipo de economía familiar se vino abajo por la competencia de grandes corporaciones, que no pagan impuestos locales, crean tres o cuatro empleos de salario mínimo y sólo el administrador recibe hasta dos o tres de esos salarios. Estos negocios chatarreros pagan la licencia anual de funcionamiento a las tesorerías municipales y nada más.
Mejorar la nutrición tiene que ver con una sociedad sana, oportunidad de empleos remunerados y cultura. Pero debe ser el consumidor quien decida libremente. Hay muchas cosas qué ordenar. Para hacerlo hay que tener modos. El seguidismo es la conducta del seguidor inconsciente o servil.
Decía Tomás Mojarro, al tiempo que se palmeaba la frente: Valedores, hay que pensar.