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Guerrero, México

Opinión

Chile ante una inesperada segunda vuelta

Gaspard Estrada

Noviembre 22, 2017

El pasado domingo, los chilenos fueron a las urnas para elegir a su nuevo presidente y a sus congresistas. Para sorpresa de la mayoría de los analistas, el ex presidente Sebastián Piñera, que aparecía en las encuestas de intención con más del 40% de los votos, sólo obtuvo un poco más del 36%. Por su parte, el senador Alejandro Guiller, de la coalición de centro-izquierda Nueva Mayoría, obtuvo 23%, a 13 puntos de su rival en la segunda vuelta. Sin embargo, la mayor sorpresa de la jornada electoral fue el resultado de la ex periodista Beatriz Sánchez, candidata de la coalición de izquierda Frente Amplio, que obtuvo más del 20% de los votos, contrariamente a los pronósticos demoscópicos, que le daban entre 7% y 9% en un lejano tercer lugar.
De tal manera que lo que parecía una elección sin interés, con una abstención elevada, se transformó en una contienda muy disputada de cara a la segunda vuelta, que se llevará a cabo el 17 de diciembre. Esta nueva realidad electoral quedó plasmada en la composición del próximo Congreso chileno (tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores), en el cual el Frente Amplio obtuvo bancadas numerosas (20 escaños en la Cámara, y un senador), para sorpresa de muchos. Por otro lado, esta primera vuelta también dejó claro que la derecha pinochetista continúa viva en Chile. Con el 7.8% de los votos, José Antonio Kast logró un resultado inesperado inclusive para los miembros de su equipo. Durante la campaña presidencial, Kast defendió abiertamente el legado de la dictadura militar, y atacó duramente el programa de reformas impulsado por Michelle Bachelet durante su actual gobierno, como la despenalización parcial del aborto. ¿Cómo se podrían explicar tales resultados electorales?
Durante el segundo mandato de Michelle Bachelet, que llegará a su fin a principios de marzo del año entrante, el gobierno intentó reformar Chile, y en particular eliminar los resquicios legales del pinochetismo, así como atacar las causas de la desigualdad social y económica en ese país. Entre estas reformas, podemos destacar la educativa (que tuvo como objetivo disminuir el costo de las cuotas que los estudiantes pagan en las universidades y de la educación superior en general), y la tributaria, que tenía como objetivo aumentar impuestos a los más ricos y multiplicar la capacidad financiera del Estado. Ambas reformas crearon fuertes polémicas en la sociedad chilena.
Sin embargo, lo que profundizó la impopularidad de Bachelet fueron los escándalos de corrupción de su propia familia (en particular, de su hijo). Desde entonces, a pesar de tener resultados apreciables en el terreno de la economía a comparación de sus vecinos de América del Sur, la opinión pública sancionó severamente a la presidenta de Chile, de tal manera que durante la campaña presidencial, la gran mayoría de los encuestadores pronosticaron una alternancia de la izquierda hacia la derecha, pronosticando un nuevo ciclo de reformas –esta vez para descoser el tejido institucional creado por el gobierno de la Nueva Mayoría, nombre de la coalición de gobierno de Michelle Bachelet. Sin embargo, el resultado de las urnas ha evidenciado, de manera general, una polarización política en la sociedad, y un resquebrajamiento de la coalición de gobierno de centro izquierda (la “concertación por la democracia”), que ha gobernado Chile de manera casi ininterrumpida desde la transición a la democracia, a finales de los años 1980 (a excepción del gobierno del derechista Sebastián Piñera, entre 2010 y 2014). La gran incógnita de la segunda vuelta será saber si los electores del Frente Amplio darán su voto al candidato de la coalición que apoyó las políticas de Michelle Bachelet. De este resultado (y de su correlación de fuerzas posterior), se definirá el futuro de la izquierda en Chile.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
Twitter: @Gaspard_Estrada