EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Chilpancingo: la basura, siempre

Abelardo Martín M.

Octubre 10, 2017

La característica o rasgo distintivo del subdesarrollo o del retraso de un país o de una comunidad, es el rezago y la mala calidad de los servicios públicos. La infraestructura en las sociedades desarrolladas es una tarea que no es problema, los servicios públicos se cumplen con buenos niveles de eficiencia, calidad y costo.
En México, corrupción e impunidad van de la mano. Muchos de los negocios que dejan pingües ganancias a empresas y funcionarios públicos socios de las mismas o coyotes de contratos, sobreviven bajo el cobijo de la componenda, la transa y la mala calidad de los servicios. Así sea de la construcción de obras de agua potable, drenaje, alcantarillado, vialidad, escuelas u hospitales. Buena parte del país vive en zonas en las que la naturaleza, de cuando en cuando, ajusta cuentas y exhibe la corrupción y la ineficacia. Por ejemplo, es inconcebible que a 20 años del huracán Paulina, ese meteoro que a su paso provocó destrucción y muerte, aún esté en el presente. Muchos daños producidos en 1997 no han sido rehabilitados ni reparados en su totalidad. Qué se puede esperar ahora con Max o con los temblores que azotaron a varios estados de la república, en especial a Morelos, Puebla y el Distrito Federal, sin excluir a Guerrero en donde muchas familias resintieron la agresividad de los fenómenos.
Los gobiernos actuales –suponiendo sin conceder como dicen los abogados– en condiciones normales son incapaces o insuficientes. Ese rasgo se agudiza con las crisis provocadas por las urgencias que producen los fenómenos meteorológicos o los temblores de tierra que sacuden constantemente a nuestro país. La ausencia de gobierno es un hecho en los últimos años y se agudiza gravemente por la situación de emergencia.
Sin embargo, los funcionarios parecen no aceptarlo, posiblemente porque no entienden que desde antes de las emergencias ya estaban rebasados. Para muestra basta un botón:
A punto estuvo de declararse una alerta sanitaria en Chilpancingo por la acumulación de basura en las calles de la ciudad, y aunque no se llegó a tanto, el problema persiste y sólo se le ha dado una solución temporal.
La recolecta y disposición de los desperdicios en la capital es desde hace años un problema sin solución.
No es la primera ocasión que las aceras y arroyos citadinos se convierten en depósitos de la basura que los habitantes de la urbe simplemente tiran donde pueden, porque el servicio de recolección deja de pasar por los domicilios. Al inicio de este año ya la ciudad se había transformado en un basurero, luego de que por una orden judicial se clausuró definitivamente el tiradero ubicado en la colonia La Cinca, al sur de Chilpancingo, un lugar que debió cerrarse al menos cuatro años antes, cuando su capacidad fue rebasada.
Luego de varios intentos fallidos, en los siguientes meses el manejo de la basura se canalizó por la vía de contratar una empresa que se encargara de levantar los desperdicios y depositarlos en un predio llamado El Platanal, del vecino municipio de Eduardo Neri, habilitado como vertedero intermunicipal.
Sin embargo, por falta de pago el servicio dejó de prestarse hace unos días. De los 12 millones de pesos de su costo, el gobierno estatal aportó la mitad, pero la alcaldía no ha liquidado el total que le corresponde. El resultado fue la suspensión de la recolección, su acumulación callejera y la negativa del ayuntamiento de Eduardo Neri para continuar recibiendo los desperdicios.
Una vez más, en estos días hay una salida de emergencia pero no una solución de fondo a una necesidad urbana primaria. Ahora se ha habilitado un rancho llamado Los Astudillo, propiedad de un hermano del gobernador de Guerrero, como vertedero temporal.
Con ello por lo pronto es posible darle un lugar de depósito a los desperdicios de la capital, pero esto se hace sin cumplir los protocolos de la normatividad de protección ambiental, sin las formalidades de tener el uso de suelo respectivo, y sin que en el largo plazo haya un destino final para los residuos.
Ahora el problema se ha agudizado, pero Chilpancingo adolece desde hace décadas de un pésimo manejo de la basura. Muestra de ello es que en la mayoría de las colonias los hogares dependen, para deshacerse de sus desechos, de camionetas particulares que recorren las calles voceando su servicio y llevándose las basuras a cambio de una gratificación. Esta modalidad ha proliferado y son ya un centenar y medio de vehículos de este tipo los que trabajan y son muy solicitados, pues los usuarios saben que si esperan el paso del camión oficial, éste puede tardar varios, muchos días sin aparecerse.
En la incapacidad de los gobiernos del municipio y de la entidad para manejar adecuada y eficazmente la recolecta de los desperdicios puede advertirse toda una alegoría de la administración pública.
El manejo de los despojos es un negocio para muchos, para el servicio oficialmente contratado y por lo sabido no liquidado, para los vehículos privados que trabajan por propinas, para los pepenadores que hacen del reciclaje su modus vivendi.
El ejemplo de grandes ciudades en el mundo nos indica que sin abandonar la visión de negocio es posible operar el servicio en beneficio de todos, de manera ordenada y con respeto al medio ambiente, y que la basura es una riqueza que permite un manejo sin costo económico para los ciudadanos.
Aquí en cambio, les cuesta a todos los habitantes, desde las propinas hasta las partidas del erario, pero tenemos un basural por capital estatal, que de vez en vez hace crisis e inunda las calles de desechos.
Si este asunto relativamente simple no es posible resolverlo, ninguna esperanza tenemos de que los asuntos complejos, delicados y peligrosos que debe afrontar el gobierno, tengan buen fin.
Hablar de reconstrucción de carreteras, obras de agua potable, drenaje y alcantarillado, infraestructura mayor, sería intentar que la utopía se convirtiera en realidad. Falta mucho por ver y superar. Mucha vida y mucha paciencia harán falta para comprobar que, en efecto, la situación cambió. Por lo pronto, todo se mueve en el discurso de la mentira, la corrupción y la impunidad, que agudizan pobreza, marginación, retraso y rezago, tan característicos del subdesarrollo.