EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Christian Alfonso Rodríguez Telumbre: no son restos, son 43 vidas

Tryno Maldonado

Julio 22, 2020

METALES PESADOS

 

Los padres y madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos por el Estado mexicano fueron informados en los últimos meses del año pasado sobre un punto donde se encontraron restos humanos. Del 21 al 29 de noviembre de 2019 se llevó a cabo una acción en el lugar conocido como Barranca de la Carnicería, en Cocula, Guerrero.
Los restos fueron embalados y preparados para su procesamiento. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) –que desde un principio desmintió con evidencia científica la “verdad histórica”, según la cual los normalistas había sido calcinados en el basurero de Cocula– ha colaborado en el análisis de alrededor de 100 restos. Seleccionaron seis muestras para procesamiento genético de las 15 localizadas en este último punto, y fueron enviadas al Instituto de Genética de la Universidad de Innsbruck, en Viena.
Este mes, el laboratorio genético de la Universidad de Medicina de Innsbruck reportó “una coincidencia genética muy importante” entre uno de los restos recuperados y la familia de Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, uno de los 43 estudiantes desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014. El EAAF concluyó su propio análisis y confirmó también este 4 de julio que dicha muestra coincide con las de la familia de Christian Alfonso. El titular de la Unidad para el caso Ayotzinapa de la FGR, Omar Gómez Trejo, aseguró que “corresponde a una extremidad inferior”.
En un arranque de triunfalismo oficialista, Gómez Trejo declaró lo siguiente al hacer público este hallazgo: “Este es sin duda un avance de primera relevancia en la investigación. A más de cinco años de los hechos, ha sido identificado un resto humano perteneciente a una de las víctimas. Este, además, no fue tirado ni encontrado en el basurero de Cocula, ni en el río San Juan, tal y conforme a la versión que, pública y judicialmente, sostuvo la anterior administración… esta es una nueva identificación que rompe con la narrativa de una mentira que cerró más posibilidades de buscar y encontrar. Hoy a las familias y a la sociedad les decimos que el derecho a la verdad imperará, la búsqueda de sus hijos seguirá y garantizaremos el derecho a la justicia”.
Sin embargo, quedan abiertas muchas más dudas que respuestas. Y, antes que una ruptura con la “verdad histórica” que pretendió instaurar la entonces Procuraduría General de la República (PGR) de Jesús Murillo Karam, parece que nos hallamos solamente frente a una versión más “amable” de las mismas estrategias narrativas dosificadas para la opinión pública. No hay que olvidar que en diciembre de 2014, aquella procuraduría notificó a las familias de Ayotzinapa sobre el hallazgo de 17 muestras enviadas a Innsbruck, de las cuales un fragmento también de una extremidad inferior pertenecía a Alexander Mora Venancio, otro de los 43 normalistas. Hoy sabemos que la pieza ósea fue sembrada en el río San Juan, en Cocula, y que Tomás Zerón de Lucio –entonces director de la Agencia de Investigación Criminal y hoy prófugo en Canadá– manipuló tanto evidencia como interrogatorios.
En un ánimo muy contrario al de la campaña informativa sobre los “avances” del caso Ayotzinapa, tanto el comité de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos como los familiares de los estudiantes han dejado claro de nueva cuenta que los ejes de la lucha que han sostenido estos casi seis años son inamovibles: verdad, justicia y aparición con vida de los 43.
Mayra Telumbre, tía de Christian Alfonso, por ejemplo, así lo ha manifestado a través de su cuenta de Facebook tras la confirmación oficial de la identidad: “Ciertamente la noticia de mi sobrino fue y es sin duda un mundo de preguntas sin responder, ya que el huesito que se identifica con el ADN de Christian es un pequeño fragmento del pie derecho. Sin duda alguna es de mi sobrino. Pero aún la investigación no ha concluido. Por lo tanto queda un largo camino por saber que pasó realmente. La lucha de 6 años sin duda aprendes a cuestionar todo; por lo tanto hoy, más que nunca, tenemos que saber qué pasó. No hay pésame hoy más que nunca: hay lucha, hay amor por mi sobrino. Lo buscare hasta estar cien por ciento segura. La lucha sigue”.
Como en el caso de Christian, cuyo sueño más grande era preparase para llegar a bailar en Bellas Artes con sus compañeros y compañeras del taller de danza de la Casa de la Cultura de Tixtla, Guerrero, no se trata de encontrar restos de una vida. Se trata de 43 vidas humanas, y de la red de vidas de familias y amigos, y de una sociedad entera que el Estado mexicano ha ido dejando en el limbo durante un año más.