EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ciudadanía vs partidos

Jorge Camacho Peñaloza

Diciembre 22, 2017

Usted tiene que ser un ciudadano, es decir, hacer política.
Albert Jacquard.

El proceso electoral ya está en marcha, toda una maquinaria política, social, económica y gubernamental está echada andar, partidos políticos, órganos electorales, aspirantes, precandidatos, militantes, ciudadanos, medios de comunicación, encuestadoras, opinólogos, empresarios, organizaciones sociales, académicas y religiosas se involucran, unos más y otros menos, pero todos rumbo a lo que finalmente este proceso habrá de definir.
Técnicamente el proceso electoral es para que los ciudadanos elijan a quienes van a ocupar más de 3 mil 400 cargos de elección ciudadana, que van desde presidente de la República, hasta senadores, diputados federales y locales, gobernadores, presidentes municipales e integrantes de los cabildos, es decir para repartir cargos públicos. Pero no es sólo eso.
Un proceso electoral es el mecanismo por medio del cual se distribuyen no sólo cargos públicos, sino el poder político con el que se dirige el país, con el que se ordena y organiza la sociedad para funcionar lo mejor posible hacia sus aspiraciones colectivas y particulares. Pero es sobretodo una contienda por el poder entre quienes aspiran a obtenerlo para distintos fines, como medio de vida por los vastos recursos que significa en presupuestos y bienes públicos, para obtener privilegios por la investidura que simboliza, para ayudar a la sociedad a tener un poder político más eficiente por la capacidad de sus políticas públicas, para mejorar la vida de la gente cuando el poder se ejerce con valores de justicia y equidad social o para mantener un macro status quo con el que se mantengan privilegios para unos cuantos en detrimento del bienestar de la mayoría.
Es también una lucha por el poder desde perspectivas políticas confrontadas respecto a cómo y para qué ejercerlo, perspectivas sustentadas en intereses e ideologías antagónicas entre las que el juego electoral es ganar-perder, los ganadores imponen sus intereses de grupo o clase a la sociedad, esta perspectiva de lucha por el poder ha acabado por desvirtuar la democracia, la política y el poder político mismo convirtiendo a los procesos electorales en un juego de dominación y sometimiento, en el que la política y el poder han venido perdiendo aceptación y legitimidad social, prestigio, mérito y virtud, envueltos la mayoría de sus protagonistas en escándalos de corrupción, vida privada, falsedad, impunidad y privilegios que los ha distanciado totalmente y dejado de representar a la sociedad, todo esto fomentado desde las férreas estructuras de los partidos políticos y órganos electorales del estado, la lucha por el poder ha acabado por convertir a los partidos políticos en maquinarias para la canalización de ambiciones personales.
En el frente de los partidos tenemos que se han concretado tres imposiciones que se veían venir, trabajadas lentamente, con todo cálculo, una desde hace 18 años, otra pensada hace apenas unos meses y la tercera hace un par de años seguramente, pero las tres iguales con el mismo perfil de imposiciones partidistas. La de Andrés Manuel López Obrador es una verdadera autoimposición que ya raya en el capricho, a partir de la cual cree que tiene poder divino para descalificar, insultar y perdonar a los delincuentes. José Antonio Meade Kuribreña, surge de la imposición tradicional, el grupo en el poder lo unge y el presidente en turno lo tapa y lo señala con su dedo. Y Ricardo Anaya logra finalmente imponerse sobre todos los principios y valores democráticos de los partidos que lo postulan. Y las tres imposiciones aducen sostenerse en frentes partidistas, es decir, por coaliciones entre partidos, para que no quede duda del monopolio con el que estos partidos pretenden seguir controlando la política en el país.
Hemos llegado al momento en el que hay dos caminos a elegir: o el de los partidos que luchan por el poder o el camino de la ciudadanía que quiere el poder para regenerarlo y ponerlo al servicio de la sociedad, el camino de los candidatos impuestos por los partidos o el de los candidatos surgidos de la ciudadanía, el camino de los candidatos con esencia democrática ciudadana o el de los candidatos con esencia antidemocrática. Esos son los verdaderos polos que se están enfrentando si bien no en todo el espectro electoral sí en la disputa por la Presidencia de la República. La ciudadanía sabrá votar por sus legítimos representantes.
Vuela vuela palomita y ve y dile: A toda la pisanada que ya es hora de dejar la matraca echando porras a los partidos y llevemos a la Presidencia de la República a una candidatura ciudadana.