EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Claudia Piñeiro: el suspenso y la melancolía

Adán Ramírez Serret

Julio 26, 2019

 

En esencia, casi de manera obligada, todo buen personaje literario debe contener la riqueza suficiente de facetas para que toda persona que se acerque a leer su historia pueda, de alguna forma, contemplarse; encontrar coincidencias en cuanto a sentimientos y situaciones. ¿O acaso hay libros para unas personas y otros exclusivos de otras?
Esto se discute, sucede durante la novela de Claudia Piñeiro (Buenos Aires, 1960), Una suerte pequeña. Mary, la protagonista, ha dejado buena parte de su vida atrás (país y familia, nada menos) y entabla una relación de amistad con alguien que hasta hace muy poco era un extraño. Su interacción más que física es intelectual, pues aquel nuevo amigo le presta libros que ella lee en unos cuantos días; los asimila y luego los discute con él. A ella la perturba un poco la causa por la cual le da esta o aquella novela. Piensa que la causa debe ser que los personajes se parecen a ella.
Así que, discute consigo misma y con el amigo qué tanto se parece a los personajes de los libros que lee. Al final, descubre junto con su amigo que todo gran personaje es de alguna forma universal.
Sin embargo, hay novelas que tocan fibras específicas de cada quien. Libros que se vuelven personales porque nos pulsan una cuerda en particular. Fue lo que me sucedió precisamente con Una suerte pequeña. Pues, a todos los que hemos vivido en dos lugares o más, nos parece que hemos tenido varias vidas.
Esta novela de Claudia Piñeiro cuenta la historia de la ya mencionada Mary, quien luego de toda una vida, debe volver de Estados Unidos a la Argentina, lugar que abandonó de un día para otro porque ya no cabía más. Era una joven normal que vive una vida de provincias en donde las mujeres sólo son esposas y madres y a ella esto la deja vacía; no sabe que su vida es terrible, hasta que un suceso genera una grieta a través de la cual puede vislumbrar lo espantoso de su existencia.
Mientras leía la novela pensaba en el poema Vuelta de Octavio Paz. En el primer verso que dice: “Voces al doblar la esquina”, Mary recorre su antigua provincia con el pánico mezclado con el deseo de ser reconocida por una cara familiar que ponga sus ojos sobre ella, temerosa de las voces o miradas, que a pesar del montón de años que han pasado, la reconozcan, y entonces, todo el pasado le caiga de golpe con el peso de 20 años, pues al irse no cortó de raíz porque no replanteó su vida, sino simplemente huyó porque la existencia anterior ya era imposible.
Sin embargo, descubre una fuerza particular en ella que la mantiene viva, porque volver es siempre buscar una reconciliación. Regresar al lugar de origen es resignarse no sólo al pasado que no puede cambiar sino en cierta forma, al destino. O quizá, es reconciliarse resignándose para después observar con nuevos ojos el pasado y el presente y estar listo para lo que venga. Es asimilar desde una nueva vida la anterior.
Una suerte pequeña es una novela densa llena de suspenso que reflexiona si acaso un breve instante puede cambiar nuestras vidas o si acaso ese momento de mala suerte termina por definir la tragedia de una existencia.
Es, como toda gran novela, un lugar; un espacio en donde el lector habita, reflexiona, platica y comparte lecturas. El recuerdo, la impresión que deja esta historia es la de haber estado en un lugar un tanto vacío y lleno de melancolía que nos hizo habitar dentro de nosotros mismos de una manera diferente. Un recordatorio que nos dice que debemos cambiar una vida incómoda, antes de que algo peor suceda.
(Claudia Piñeiro, Una suerte pequeña, Ciudad de México, Alfaguara, 2015. 240 páginas).