Gaspard Estrada
Febrero 28, 2018
Las campañas electorales de 2018 están tomando vuelo en Colombia. Dentro de poco más de quince días se llevarán a cabo las elecciones legislativas, así como las elecciones internas dentro del bloque conservador y de izquierda, lo que permitirá tener una mayor claridad de la oferta electoral que los partidos presentarán a los electores el domingo 26 de mayo, cuando se llevará a cabo la primera vuelta de la elección presidencial. Durante las últimas semanas, el candidato de la coalición Colombia Humana, Gustavo Petro, ex líder de la guerrilla M-19, ex constituyente y ex alcalde de Bogotá, ha venido creciendo en las encuestas de opinión, a tal grado que se encuentra en primera posición en casi todos los últimos sondeos. En promedio, Petro tiene el 20% de la intención de voto. En segundo lugar, se encuentra el ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, con un promedio de 17% de los votos. Lo interesante del caso es que ambos candidatos han venido defendiendo la implementación de los acuerdos de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), acuerdos que han perdido fuerza política a raíz de la victoria estrecha del NO en el referéndum de octubre de 2016. Si bien fueron ratificados posteriormente por el Congreso, buena parte de la clase política ha querido desde el inicio de la precampaña tomar distancia ante el acuerdo de paz, como el ex vicepresidente del presidente Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras, que tiene al día de hoy cuando mucho el 8% de los votos. Por su lado, el candidato apoyado por el ex presidente Álvaro Uribe, el senador Iván Duque, del partido Centro Democrático, tiene en promedio el 10% de los votos, y ha intentado encarnar la oposición más dura al acuerdo de paz.
Sin embargo, parece que el discurso que más está impactando al electorado no es el apoyo o el rechazo al acuerdo de paz –de hecho, en las encuestas de opinión no se trata de la principal preocupación de los colombianos–, sino el rechazo a la clase política, y al “status quo” de manera más general. Y hasta ahora, quien está logrando captar esta insatisfacción ha sido Gustavo Petro. Este último ha intentado salir de su postura de ex alcalde de Bogotá (donde su gestión fue vista con ambivalencia por la opinión pública) para situarse como el referente de la oposición “a lo que está ahí en el gobierno”, con éxito hasta el día de hoy.
No obstante, la historia electoral reciente de Colombia nos pide ser mesurados en el análisis prospectivo de lo que puede ocurrir el próximo 26 de mayo. En primer lugar, los colombianos tienden a abstenerse mucho: en el referéndum sobre el proceso de paz de octubre de 2016, más del 65% de los ciudadanos no fueron a las urnas. Para esta elección, las casas encuestadoras prevén una abstención de más o menos 50%, lo que significa que una parte significativa del electorado no se expresará durante este escrutinio. En segundo lugar, Colombia es un país en el cual el peso de las estructuras partidistas es tradicionalmente fuerte, inclusive en elecciones en las cuales el perfil y el discurso de los candidatos es clave, como suele ser el caso de las elecciones presidenciales. En este caso, tanto Gustavo Petro como Sergio Fajardo tienen un déficit en ese sentido, pues los partidos que los postulan no disponen de enlaces a nivel local y regional, como alcaldes o diputados, en capacidad de generar una dinámica política en los territorios a su favor. Por el contrario, los representantes de la “vieja” política, los candidatos apoyados por el partido conservador o la coalición uribista, si bien no disponen del mismo nivel de intención de voto que sus contrincantes más progresistas, sí disponen de esa estructura. De tal manera que es probable que la realidad política de la campaña electoral cambie a raíz de las ya cercanas elecciones legislativas, en las cuales los partidos con mayor apoyo en los territorios pueden obtener un caudal de votos – y de escaños– importante, lo cual podría relanzar las campañas presidenciales de sus candidatos. Por ende, si después de esa elección legislativa la derecha se alía, será primordial para los dos candidatos de la izquierda aliarse para evitar que el proceso de paz sea desnaturalizado y que vuelva a ganar la vieja política.
* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.
Twitter: @Gaspard_Estrada