EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Colombia tras la primera vuelta presidencial

Gaspard Estrada

Junio 01, 2022

El pasado domingo los colombianos fueron a las urnas para elegir a su próximo presidente de la República. Los resultados son bastante claros: los colombianos votaron por el cambio frente al continuismo y cerraron la puerta al grupo político del ex presidente Álvaro Uribe, quien gobernó ese país durante buena parte de los años 2000 y que ha sido un factor clave en la gobernanza de Colombia desde entonces. El líder de la izquierda, Gustavo Petro, venció en la primera vuelta con el 40 por ciento de los votos, seguido por el candidato populista de extrema derecha, Rodolfo Hernández, con el 28 por ciento, y más atrás, el candidato del uribismo, Federico Fico Gutiérrez, con el 24 por ciento.
En un país en el que nunca ha gobernado la izquierda, Petro se impuso de forma clara. Sin embargo, en tres semanas (el 19 de junio) se abren nuevamente las urnas y pondrán a prueba la capacidad del líder de la coalición Colombia Humana (que respalda la aspiración presidencial de Gustavo Petro) de ampliar su base electoral en la segunda vuelta, lo cual no parece nada fácil.
En efecto, la irrupción de Rodolfo Hernández, a quien nadie vio venir hasta el final de la campaña, anticipa una batalla muy reñida. Y es que su perfil es realmente indefinible. Como alcalde de Bucaramanga, fue suspendido por agredir a coscorrones a quienes discrepaban con él en el consejo municipal. También convocó a una licitación para asignar la recolección de la basura de la ciudad. Compitieron 14 empresas, que fueron descalificadas todas, excepto la representada por su hijo. Hernández no lo niega, y dice que su hijo firmó el papel en el que lo designaban representante porque “es muy bruto”, y acusó a la prensa de inmoral porque publicó lo que pasó.
Hernández es candidato del Movimiento de Gobernantes Anticorrupción a pesar de que es el único candidato enjuiciado por corrupción. Su plan económico no parece muy sofisticado. Piensa vender los treinta y siete coches y los seis aviones de la presidencia, y despedir a los diecisiete chefs que trabajan en el Palacio de Nariño, sede del poder ejecutivo en ese país. Con eso se solucionarán todos los problemas económicos del país. No se necesitan más medidas. Piensa que hay que vivir “en la justa medianía”. En caso de victoria, donará su salario, no usará la residencia oficial, vivirá en un departamento que tiene en Bogotá. Habló ya con sus vecinos para que no se molesten por los tumultos que puedan producirse. No tendrá escoltas, simplemente habrá unos pocos policías para que reciban las demandas de los manifestantes.
Como lo hicieron Boric, Castillo y Lasso, rechaza el apoyo de políticos conocidos. Evita exhibirse con ex presidentes de la nación, del Congreso, gobernadores o personajes relevantes. No tiene el respaldo de ningún partido o movimiento político. Según él, las coaliciones solo sirven para repartir lo que van a robar sus integrantes. Habla mal de todos los líderes, de los medios y de las instituciones académicas.
Sin embargo, está claro que la maquinaria de los partidos de derecha, y los sectores económicos cercanos al gobierno de Iván Duque, van a entrar con todo para respaldar las aspiraciones presidenciales del ex alcalde de Bucaramanga que representa, según ellos, la única alternativa para evitar la llegada de la izquierda al poder. Es por ello que Gustavo Petro hizo todo lo posible para ganar la elección desde la primera vuelta. Sin embargo, su apuesta no se concretó, y por ello, su elección eventual dependerá en buena medida de la capacidad que tenga para sembrar en la opinión pública la percepción de que Hernández representa un “salto al vacío” de la democracia colombiana. No obstante, el apoyo implícito de los medios hacia los candidatos conservadores, ya sea Gutiérrez o Hernández, hace poco probable que esto suceda. Otra estrategia sería lograr que más colombianos vayan a las urnas a votar, teniendo en cuenta que el promedio de participación en Colombia es bajo. Pero también se trata de un desafío. El destino de Colombia se juega en las próximas tres semanas.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París

Twitter: @Gaspard_Estrada