EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Cómo explicar la salida de Estados Unidos en Afganistán

Gaspard Estrada

Agosto 18, 2021

Desde el pasado domingo la prensa internacional ha dedicado sus primeras planas a Afganistán, y a la toma por los talibanes de su capital, Kabul. Las imágenes, transmitidas por todo el mundo, de miles de afganos queriendo escapar de su país yendo al aeropuerto internacional de la capital, sin conseguir hacerlo, son impactantes. Para numerosos analistas, estas últimas recuerdan el final de la guerra de Vietnam, en abril de 1975, cuando la embajada de Estados Unidos en Saigón fue evacuada de emergencia. Sin duda alguna, la semana que acaba de pasar marcará un antes y un después en la presidencia de Joe Biden.
Sin embargo, ¿cómo es posible explicar que la situación se haya degradado tan rápidamente, a tal punto que en cuestión de semanas, el ejército afgano –que recibió dinero, armas, y capacitación durante casi dos décadas por parte de Estados Unidos y de los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)– se derrumbara y le dejara el paso libre a los talibanes?
En primer lugar, hay que tener en mente que Afganistán ha sido desde hace siglos un cementerio de imperios. Si bien se trata de un país cuya unidad es frágil, la lógica política de su gobernanza ha sido tradicionalmente desdeñada por los grandes lideres mundiales, lo que se ha traducido en una falta de entendimiento de su realidad política. Así, tras el 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos y sus aliados (que en ese momento, incluían a Rusia y China) decidieron ponerle fin al régimen talibán, instaurado en 1996, para darle paso a un nuevo gobierno fruto de una elección. Los asesores del entonces presidente George W. Bush pensaban que sería posible poner de pie un Estado centralizado, democrático, con instituciones pluralistas similares a las occidentales (de hecho, varios juristas occidentales, incluyendo a los franceses Olivier Duhamel y Guy Carcassonne, fueron invitados por el gobierno afgano interino para contribuir a redactar la Constitución afgana), en un tiempo récord.
Para las autoridades estadunidenses, que progresivamente fueron respaldadas por los países de la OTAN, solo era necesario dinero y el respaldo armado de los países occidentales para construir un Estado “moderno”, a semejanza de Estados Unidos o Europa. El dinero llegó a raudales: se estima que desde 2001, más de 1000 millones de dólares fueron gastados por los Estados Unidos en subsidios al gobierno y al ejército afganos. Sin embargo, eso no impidió que las lógicas políticas afganas desaparecieran: por el contrario, buena parte de este dinero desapareció de los cofres públicos, y fue a parar en los bolsillos de los caciques regionales, que están a la cabeza de las numerosas tribus que controlan en los hechos el país. Y es que las autoridades norteamericanas decidieron a su llegada al país darle juego político a estos líderes para estabilizar al país, en vez de respaldar al nuevo gobierno. Al hacerlo, Washington contribuyó a erosionar la legitimidad y el poder del gobierno central en Kabul, que nunca pudo imponerse como el referente político del país. Con el paso del tiempo, esta lógica política permitió que los talibanes retomaran progresivamente el control territorial de amplias regiones del país, y preparen su regreso al poder –con la ayuda de ciertos actores, como los servicios de inteligencia de Pakistán.
Fue así, pactando con los líderes de las tribus locales y regionales, que los talibanes pudieron obtener el control, en tiempo récord, de los principales puntos neurálgicos del país, lo que les permitió neutralizar, casi sin ninguna resistencia, a las (muy) endebles fuerzas armadas afganas.
¿Eso quiere decir que los talibanes volverán a gobernar a Afganistán de la misma manera que hace veinte años? Si bien es imposible predecir el futuro, algunos datos pueden ser útiles para entender la nueva realidad que encontraran los talibanes al gobernar.
El primer punto tiene que ver con la demografía: mas de la mitad de la población del país no había nacido cuando los talibanes perdieron el poder, en 2001. Buena parte de estos jóvenes viven en centros urbanos, en particular en la capital, Kabul, en donde el dinero de Estados Unidos también se vio reflejado en la construcción de obras de infraestructura y comunicaciones, lo que permite que los jóvenes tengan acceso a las redes sociales y a la tecnología.
Por otro lado, el aislamiento internacional de los talibanes en los años 1990 ha provocado una inflexión en su discurso internacional: ahora, para obtener el reconocimiento de su gobierno, los líderes talibanes han enviado el mensaje de que no llevarán a cabo actos de represalia en contra de los diplomáticos occidentales, ni de los funcionarios afganos que participaron en la administración anterior. Esperemos que no se trate de palabras vacías.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada