EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Cómo pinta el proceso electoral?

Tlachinollan

Abril 26, 2021

 

La rebatinga por los cargos de elección popular para esta contienda del 6 de junio ha dejado resquemores y animadversiones dentro de los partidos políticos. La fractura más visible se dio en el partido Morena, por la forma como la dirigencia nacional determinó la selección del candidato a gobernador. El malestar inició con el método que utilizaron, sin valorar las disputas internas que han protagonizado sus representantes en el estado. La opacidad con la que Mario Delgado manejó los resultados de la primera encuesta, y la decisión forzada que tomó, de aplicar un segundo sondeo, puso en evidencia el embrollo en que se metió la dirigencia nacional y los tumbos que dieron. En lugar de allanar el camino de la candidatura zanjaron más las diferencias y los enconos. Aún no salían de este escollo cuando el INE le tumbó a Morena la candidatura de Félix Salgado Macedonio, por incumplir con la entrega del informe de los gastos de precampaña. Ahora la decisión final está en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) que resolverá en esta semana. Mientras tanto, un gran número de simpatizantes de Félix están prestos para emprender acciones dependiendo del veredicto final.
La división interna de Morena se tensó más cuando la Comisión Nacional de Elecciones procedió a la selección de candidatos para diputados federales, locales y presidentes municipales. Para evitar más fragmentaciones optaron por que las diputaciones fueran por acuerdos políticos entre las diferentes corrientes y con los partidos que van en alianza. De nueva cuenta fueron las cúpulas partidistas las que palomearon a las candidatas y candidatos. Para las presidencias municipales la comisión de elecciones decidió que fuera por encuestas. Muy pocos supieron qué empresas encuestadoras realizaron las entrevistas entre la población y muchos menos conocieron los resultados. Ante la falta de transparencia y certeza de los resultados, los candidatos y candidatas perdedores impugnaron de diferentes formas e hicieron pública su inconformidad. Ante la desatención a sus quejas, varios tuvieron que negociar cargos de menor jerarquía, para mantener su lealtad política. Otros buscaron la candidatura con otros partidos para no quedar fuera de la contienda.
Por estas formas de disputar el poder, entre los ciudadanos y ciudadanas crece el desencanto, la frustración y el enojo, porque ha quedado claro que quienes se han apuntado para ostentar un cargo público, carecen de méritos, sobre todo no cuentan con una trayectoria que demuestre su compromiso con la sociedad. Hay mayor indignación entre la población cuando conoce cómo se reproducen estas prácticas nefastas en todos los partidos políticos para nombrar a sus candidatos y candidatas. En primer lugar, los dirigentes de estos institutos no ocupan esos cargos por ser líderes con prestigio social y político, sino que son producto de los acuerdos que toman los jefes políticos de cada partido, para que puedan cumplir a cabalidad sus órdenes.
Cada partido tiene sus métodos truculentos. Por ejemplo, en el PRI, son los ex gobernadores los grandes electores, los que sopesan quién puede garantizar la continuidad de su proyecto político, para postularlo como candidato a gobernador. A partir de esta deliberación trazan la ruta para la repartición de las candidaturas a diputados y diputadas. El criterio fundamental que prevalece en este primer círculo, tiene que ver con el parentesco y el compadrazgo. Se trata de asegurar el patrimonio familiar, que va de generación en generación y de garantizar impunidad en el futuro. Es la regla de oro de un sistema arcaico, hecho a la usanza caciquil, donde sólo unas familias tienen el derecho de sangre para ocupar un cargo público. En el segundo círculo funciona el sistema de compadrazgos y padrinazgos políticos. Se asignan candidaturas, siempre y cuando tengan peso económico para garantizar el triunfo, y la lealtad hacia el clan político del estado. La disciplina partidista es fundamental, de ella depende que puedan tener méritos y escalar peldaños que los vayan acercando a los cargos públicos. Los padrinos son claves para asegurar la carrera política. Los neófitos tienen que sacrificarse varios trienios para ser tomados en cuenta e irse colocando cerca de los jefes políticos. La pleitesía y las regalías que dejan los negocios hechos al amparo del poder, son fundamentales para aparecer entre los elegidos y ser parte de los cuadros regionales que requiere el partido para asegurar clientelas políticas. Sin este trabajo y sin el apoyo de un peso pesado del clan, no hay posibilidades de contar con la venia de los jerarcas.
En esta contienda el PRI optó por aliarse con el PRD, más allá de posturas ideológicas antagónicas y principios que le dan identidad a cada partido. Predomina más el pragmatismo craso de disputar los cargos públicos a Morena, ante un escenario adverso, por la popularidad que aún tiene el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador y porque en el estado hay un electorado que ha roto con el corporativismo político que ha ejercido el PRI y que también logró aglutinar el PRD en dos sexenios. Esta alianza alcanzó un buen consenso en la candidatura para gobernador, pero se ha tensado la relación por la candidatura a la presidencia de Acapulco. El pleito es de fondo, porque necesitan asegurar la joya de la corona si no le favorece el voto para gobernador. En las demás regiones sobresalen los cacicazgos locales y las disputas tribales, donde los dirigentes que ejercen mayor poder económico y control político se sienten seguros de ganar, y por eso varios volverán a disputar el mismo cargo. Tienen una clientela asegurada a través de las dádivas. Cuentan con dirigentes regionales y comunitarios que manejan facciosamente los apoyos gubernamentales. En ciertas zonas cuentan con grupos de choque que amedrentan a la población que no apoya a sus partidos y ejercen presión para que los adversarios políticos que ejercen cierto liderazgo se replieguen y teman sufrir alguna represalia.
En el estado hay regiones que son focos rojos por la violencia que se ha suscitado de forma recurrente. La Tierra Caliente sigue siendo una zona silenciada, sometida por los grupos de la delincuencia organizada que han impuesto su ley y hasta el toque de queda, supeditando a las autoridades municipales a su régimen de cuotas y de participaciones en la obra pública. Ante este poder fáctico se corre el riesgo de que sus intereses económicos logren influir en qué candidatos o candidatas les allanan el camino del triunfo. Este escenario se ha configurado en varios municipios serranos que colindan con la Costa Grande, la zona Centro y la zona Norte. La fragilidad de las instituciones y los vacíos de poder que existen en varios municipios lo han ocupado grupos de la delincuencia que han capturado a las diferentes direcciones y departamentos de los ayuntamientos. Las mismas corporaciones policiales, además de no estar certificadas, no tienen controles internos que las obligue a rendir cuentas y a no ser parte del entramado delincuencial.
A pesar de que el INE se ha puesto muy duro con la fiscalización de los recursos que ejercen los partidos políticos, hay aún boquetes que no vigila y que es por donde fluyen los recursos económicos que son de procedencia ilícita. En nuestra entidad está muy arraigada la compra del voto. Los mismos partidos políticos, sus dirigentes y candidatos se las han ingeniado para agenciarse la voluntad de la población. Ante tanto engaño y la carencia de obra pública en las comunidades, las familias que no encuentran apoyos en quienes gobiernan en sus municipios son presa fácil de los líderes que promueven las candidaturas para ofrecerles algunas dádivas; como despensas, apoyo en efectivo, apoyos económicos para las fiestas del pueblo, corridas de toros, castillos, pago de cerveza, contratación de grupos musicales, tinacos y una diversidad de formas que violentan el proceso electoral y continúan tratando a los electores como entes manipulables y no como ciudadanos y ciudadanas con dignidad.
En esta avalancha de recursos que llegan a los electores, hay grupos de interés que trabajan tras bambalinas, como los contratistas, que están dispuestos a subsidiar parte de la campaña, a cambio de que se le asignen las obras millonarias del municipio. Hay otros grupos que sólo piden que se les deje trabajar y no se les moleste en sus negocios ilícitos. Los grupos del crimen organizado ejercen su poder económico y bélico para mantener el control territorial y asegurar que nadie afectará sus transacciones financieras, ni se les molestará en sus formas de operar en las rutas que controlan.
Hay riesgos de que el malestar ciudadano se desborde si le retiran la candidatura a Félix Salgado. Este escenario es el que más preocupa, porque hay posturas duras al interior del movimiento que están decididas a no permitir que haya elecciones. El caos sería inminente porque no habría manera de contener estas acciones. El riesgo es que este ejercicio democrático se desborde por los ánimos caldeados de una población que de por sí se siente agraviada por la clase política, que no ha estado a la altura de las luchas sociales que han emprendido para que haya una verdadera democracia. El proceso electoral, además de que arrastra estas prácticas funestas de la compra del voto, y de que los dirigentes de los partidos siguen actuando como jefes de una agencia política que pelea para sí los principales cargos públicos, como si fueran su patrimonio y sus plazas, hay visos de que el malestar ciudadano genere turbulencias y que los focos rojos que hay en el estado se pongan al rojo vivo.