EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

¿Cómo se traduce el cachondeo?

Federico Vite

Mayo 02, 2017

Achy Obejas, traductor de This is how you lose her (Riverhead Books, USA, 2012, 226 páginas), libro del narrador de origen dominicano Junot Díaz, respeta profundamente los textos escritos en inglés, respeta pero no honra el candor, la sangre y el pulso de esos relatos. El título mantiene ese cuidado: Así es como la pierdes, publicada en castellano por la editorial Random House Mondadori, Barcelona, 2013, 208 páginas. A pesar de que sea un trabajo cuidado, respetuoso y profesional, debemos comprender que hay variaciones, minucias pues, cambios en cuanto al cachondeo verbal se refiere.
Este libro reúne nueve cuerpos narrativos que ensamblan el documento como una novela, pero carece de la progresión dramática que debe tener una novela; son relatos y muy buenos. Cada texto tiene su independencia y con frecuencia se regodea en los techos altos del machismo; aunque en esta ocasión no se presumen las infidelidades o los abusos de confianza; básicamente, se trata de la culpa de haber perdido a alguien que era todo.
Aprendemos de Díaz el dominio técnico del oficio; la gradación de hechos, el tiempo narrativo, todo camina y se mueve como una máquina. Se trabaja con profunda técnica y a eso le agregamos el factor cachondeo.
Así es como la pierdes se somete a los designios de una camisa de fuerza que el autor construye desde su primer libro de relatos Los boys, un documento sobre mujeres que quitan la voluntad; sobre todo, en cuanto al sexo y el amor se refiere.
Díaz presenta en sus nuevos relatos las experiencias de Yúnior. Habla de los dominicanos, de las opciones de crecimiento laboral, de la nostalgia por la tierra y el idioma materno; de los amores idos y sobre todo del inevitable paso del tiempo que nos ayuda a comprender que el racismo y los prejuicios no son nada comparados con la muerte de alguien admirado y querido, alguien que muere lejos de casa.
Díaz nos habla de su entorno; la diferencia entre los dominicanos y el mundo, particularidades que hacen grande la exploración vital de los migrantes. Pasa el micrófono a Yúnior, el joven dominicano que vive con su madre y su hermano Rafa. Yúnior creció, ya no es el protagonista del libro Los Boys, es un ‘sucio’ que experimenta los agridulces momentos del amor.
Contrario a lo que se piensa, el autor no recurre con frecuencia al spanglish para mostrar cómo se piensa en dos idiomas al mismo tiempo; en realidad, a él no le preocupa si se habla o no español, sino que trata de mostrar cómo es eso, lo latino, en las anchas y abordables ilusiones amorosas y sexuales de las señoritas latinoamericanas en Estados Unidos. Aparte del humor, los guiños a los insumos culturales de los latinos en Estados Unidos (telenovelas, cómics, deportes, ron, tabaco y cerveza), Díaz pone en perspectiva las delicias de la indecisión amorosa. Es ahí, en el pulso de la sangre entendido como un comportamiento, o devaneo vital, donde uno se pregunta, ¿por qué no contrataron a un traductor latinoamericano para hablar de lo que siente, piensa y ama un latinoamericano en Estados Unidos? En lugar del becho y apapacho, el narrador, de la mano de Obejas, dice :“flipas, joder, una chica muy guay, me cago en la leche, que vamos a por una cerveza”. A pesar de todo, el traductor mantiene un tono sobrio, contuvo el uso de más expresiones coloquiales madrilistas.
En inglés, Junot es mucho más latino que en español. En inglés, Junot muestra con sus personajes el arte del ojo alegre, la soltura del deseo, la voluntad para decir básicamente con la mirada que uno quiere ser ‘sucio’ con todas, estar con todas, morirse con todas, pero todo eso es una ilusión, como la justicia o el bien común, pues aparte de las miradas lascivas a los mujerones, a morenas que amueblan el mundo, los personajes se instalan en una certeza: es imposible sentirse bien por mucho tiempo.
En El sol la luna y las estrellas, Alma y Flaca, Yúnior es infiel. Termina solo y arrepentido. En Miss Lora, Yúnior vuelve a ser infiel, engaña a su novia (compañerita de la escuela) con una profesora, quien es su vecina y en cierto momento también fue amante del hermano de Yúnior. Pero el texto más pretencioso, el que rebasa la hondura de lo meramente latino es Guía de amor para infieles, Yúnior narra cómo supera, en cinco años, la ruptura del compromiso nupcial. Ella corta la relación y él muestra la imposibilidad del olvido y la carga de intensidad emocional que hay en la culpa, en cómo se debe trabajar eso que mina todo: los pensamientos, el cuerpo y el futuro. El escenario de esa gran texto es Boston, una ciudad racista e intolerante.
En Nilda y La doctrina pura, el eje principal es el cáncer que socava la salud de Rafa, hermano de Yúnior, y la manera en la que el guapo de la familia se opone al tratamiento. La madre se apoya en la religión. Yúnior no sabe cómo reaccionar, experimenta una profunda frustración y encono al ver a su hermano fatalmente acabado por esa enfermedad.
Las dificultades para obtener un espacio (casa, terreno, departamento) en un país ajeno es lo que muestra Invierno, narra los primeros meses de Yúnior y su familia en Estados Unidos. Otra vida, otra vez funciona como un gran cuento. Es la única pieza del libro que destaca no sólo por lo técnico sino por lo emocional. Una joven migrante que vive en Nueva York narra en primera persona las dificultades para conseguir trabajo y techo (ya sea cuarto, baño, azotea), mantiene una relación con Ramón, con esposa e hijo en República Dominicana, quien busca una casa barata, algo que él pueda comprar. Ella le ayuda a buscar prospectos y lo acompaña a visitar  los inmuebles, ahí se topan con los prejuicios racionales de otros migrantes. Ella también se enfrenta al temor creciente de que él regrese con su esposa. Cuando charla con su compañera de cuarto, confiesa una incertidumbre de una forma bellísima. La amiga pregunta, ¿crees que durarás mucho tiempo con el novio? “Las luces de mi vieja casa titilaban y nunca sabías si se iban a encender o apagar por completo. Dejabas tus cosas y esperabas, y no podías hacer realmente nada. Todo dependía de que las luces se decidieran. Así es como me siento”, dice ella y uno sabe que la literatura es un artefacto para hacernos sentir recurrentemente humanos, dolorosamente vivos y anhelantemente solos. Que tengan un coqueto martes.