EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Con la frente en alto

Abelardo Martín M.

Julio 14, 2020

Con el encuentro entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de México, Andrés Manuel López Obrador, si se hubiera hecho en un hipódromo, hubiera ganado “la chica”.
Muy pocos, o casi ninguno, pero por mucho los menos, hubieran acertado al resultado de esa entrevista tan temida, tan necesitada y tan sorpresiva en muchos aspectos.
El primero y más importante, que el presidente López Obrador aceptara salir del país, cuando parte importante del programa de austeridad gubernamental ha sido, precisamente, el evitar el dispendio en viajes internacionales para él y para todos los funcionarios gubernamentales. Se acabó el turismo que tanto se abusó en el Poder Ejecutivo, en donde los secretarios de despacho viajaron sin limitación ninguna por donde se les ocurría.
También se acabó el turismo legislativo y así las representaciones de diputados, senadores o funcionarios del ejecutivo y judicial deben utilizar los conductos diplomáticos que para eso están, para atender los asuntos con México.
La mayor parte de las opiniones en los medios eran que el viaje resultaría una agresión a México, pero la realidad fue no sólo contraria, sino para muy pocos inimaginable. Ambos personajes cumplieron, a carta cabal, los objetivos de su encuentro, la diplomacia y la política obtuvieron un triunfo innegable.
Las apuestas hicieron “la chica”, es decir que ganaron seguramente quienes apostaron a lo imposible, a la conversación civilizada, al respeto, a los protocolos más ortodoxos de los encuentros diplomáticos entre jefes de Estado, incluida la participación de una intérprete para el mandatario mexicano quien no necesitó hablar inglés para hacerse entender y, lo que otros no habían logrado, hacerse respetar.
Cuando finalmente se concretó y se anunció la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador a su homólogo Donald Trump en Washington, se generaron innumerables críticas y se vaticinaron riesgos y desastres.
Una estrategia inteligente, un fino trabajo diplomático y un desempeño impecable de nuestro Presidente, no sólo echaron por tierra los malos augurios, mostraron por el contrario que en difíciles circunstancias es posible salir indemne y victorioso porque, como en el arte taurino, no se trata de confrontar fuerzas y provocar colisiones, sino de obtener al final los mejores resultados.
Es un principio estudiado en cualquier escuela de diplomacia, que entre las naciones pueden o no privar lazos profundos de amistad, pero que cada gobernante va a cuidar siempre los intereses de su país.
Así ha ocurrido esta vez, en que el encuentro binacional sirvió para simbolizar la importancia de una nueva etapa para la región con la puesta en marcha del nuevo acuerdo comercial trilateral, conocido como T-MEC, con el cual la economía de los países que lo integran detonará, y servirá de base para que la población de la zona recupere sus niveles de bienestar.
Esto, que en cualquier circunstancia sería relevante, adquiere una mayor importancia cuando en el continente se busca superar la pandemia del covid-19, no sólo desde el punto de vista sanitario, sino también en el ámbito económico, tan lastimado por el obligado confinamiento.
Por esa vía, y no por la de los conflictos con nuestros vecinos, a México le irá indudablemente mejor.
Y si en la economía la suerte de la región va unida, en la pandemia también, pues junto a los intercambios comerciales hay una gran interacción de personas de los tres países por razones productivas, comerciales, turísticas, incluso académicas y culturales, el cual ahora se ha visto mermado, pero en un futuro cercano se irá recuperando si se tienen los cuidados necesarios.
El del turismo es uno de esos nexos, de cuya actividad dependen un número creciente de mexicanos y de sus familias.
Esto es particularmente evidente en estados como Guerrero, en que los servicios turísticos constituyen un sector primordial para la vida y la economía de Acapulco, Ixtapa Zihuatanejo, Taxco y otros lugares usualmente visitados por turistas nacionales y extranjeros.
Ahora al comenzar el mes que se ha pasado del semáforo epidemiológico rojo al naranja en la entidad, se ha reanimado con muchas precauciones recomendadas la actividad turística, las playas han reabierto, al igual que los hoteles, restaurantes y algunos otros lugares de diversión y esparcimiento.
En principio se trata de buenas noticias, aunque los riesgos continúan, pues el virus al igual que en todo el mundo está más presente que nunca y seguimos como al principio, sin un tratamiento eficaz para la infección, sin vacunas certificadas y disponibles, y sin manera médica de evitar rebrotes en la comunidad.
De ahí que lo planteado por las autoridades federales y por el gobierno guerrerense sea ante todo no bajar la guardia, guardar todas las medidas sanitarias y actuar con cautela.
En otras latitudes del planeta, el retorno a la normalidad sin precaución ha llevado a la reactivación de la epidemia y a la necesidad de regresar al aislamiento en casa de nueva cuenta, con todas las implicaciones de fracaso social y económico que ello conlleva.
De ahí que el paso a lo que se ha llamado nueva normalidad deba ser realizado con toda prudencia y responsabilidad, no sólo de las autoridades, a quienes corresponde la guía y la vigilancia, sino de la población en su conjunto, sin cuya participación y actuación disciplinada cualquier prevención será insuficiente.
López Obrador propinó un balde de agua fría a sus críticos quienes se atusaban los bigotes del banquete que imaginaron del desencuentro Trump-AMLO. Aún así, se le escatima el éxito o siquiera el buen trabajo realizado.