EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

AGENDA CIUDADANA

¿Con qué derecho?

Lorenzo Meyer

Agosto 10, 2017

Lo que Peña Nieto logró de Trump es que ya no mencionara el tema del pago del muro fronterizo, pero el norteamericano no cumplió. Lo que debió cuestionar es el derecho a formular la exigencia.

Con la desaparición de Rius se fue un gran analista de la realidad mexicana.

Los archivos históricos norteamericanos son estupendos, pero el poder acceder a la trascripción completa de una conversación telefónica confidencial que se llevó a cabo hace apenas seis meses entre el presidente de México, Enrique Peña Nieto (EPN) y el de Estados Unidos, Donald Trump, es una maravilla. Y es que esa conversación que tuvo lugar el 27 de enero pasado, se centró en temas cruciales y dio por resultado una verdadera radiografía del estado que guarda la relación entre la gran potencia y su vecino del sur (la transcripción puede verse en: The Washington Post, 3/8/17).
Los ciudadanos de a pie debemos estar agradecidos con quienes, por conflictos interburocráticos, están filtrando documentos confidenciales de la Casa Blanca de Trump. En la medida que información política es poder, hacer del dominio público algunos de los “altos asuntos” que los gobernantes tienden a ocultar o tergiversar, aumenta la capacidad ciudadana para juzgar y pedir cuentas a sus gobiernos.
Los tres temas sobresalientes en dicha conversación de hace seis meses, fueron los seleccionados por el norteamericano durante su campaña presidencial para caracterizar la problemática relación de su país con México. El tratarlos por teléfono, y no en un encuentro cara a cara, se debió a que EPN canceló una visita ya programada a Washington. El norteamericano, por cierto, no se abstuvo de subrayar su satisfacción porque la visita del vecino no se hubiera materializado, pues dijo que realmente no le apetecía negociar personalmente la agenda con México, aunque aceptó que Luis (Videgaray) la negociara con su yerno, Jared (Kushner). Él, dijo, prefería platicar con Vladimir Putin, el líder de Rusia.
La tercia de asuntos espinosos que se trataron telefónicamente fueron: a) La amenaza de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos –lo de mexicanas es relativo, pues en buena parte son transacciones dentro de la red de empresas globales norteamericanas, es decir, de productos que previamente han incorporado insumos importados; b) La exigencia de Trump a EPN de no mencionar más en público la negativa mexicana a pagar el muro que Estados Unidos se propone construir a lo largo de su frontera sur; c) Que el ejército norteamericano podría “ayudar” directamente a EPN a eliminar a esos “tipos duros” (“tough hombres”) que introducen drogas a Estados Unidos al punto de haber convertido ya a New Hampshire en un “fumadero de opio infestado de drogas”, y a los que el gobierno de EPN no había sido capaz de neutralizar porque “quizá el ejército mexicano les tiene miedo”.
Englobando a esos tres temas explícitos en la conversación Trump-EPN, está uno de mucho mayor alcance y que el gobierno mexicano no ha querido poner sobre la mesa de la discusión: ¿con qué base legal o moral, Washington se atreve a exigir a un país soberano como el nuestro que pague por un muro que unilateralmente el trumpismo decidió construir en su territorio para demostrar a sus bases políticas –donde el sentimiento racista y xenófobo está presente– que México, aunque se encuentra en el norte de América, no pertenece a la América del norte y que, además, debe pagar por ello? ¿Se puede siquiera imaginar a México levantando un muro en la frontera sur y exigiéndole a Guatemala que lo pague? Si nuestro país llevara su desacuerdo con Washington a los foros internacionales ¿qué organización se atrevería a apoyar la posición de Trump y sentar tamaño precedente?
Los romanos detestaban y temían a los salvajes escoceses –bad hombres–, pero los 117 kilómetros de la muralla de Adriano y sus fuertes que dividieron en dos a lo que hoy es Inglaterra, la construyeron, manejaron y sufragaron los romanos (122-132 aC) para impedir que los “pictos” del norte interfirieran con la “civilizada” Britania romana del sur. ¿Trump pretende sacar a sus vecinos mexicanos lo que el emperador Adriano no se atrevió con los suyos?
De los tres temas explícitos abordados por EPN y Trump, al que más teme la élite mexicana es a la amenaza de Washington de usar los poderes presidenciales y gravar con impuestos del 10% al 35% a las importaciones provenientes de México para disminuir el déficit bilateral que alcanza ya los 60 mil millones de dólares. Sin embargo, los que más dañan a la frágil soberanía mexicana son los otros: la exigencia de sufragar el muro –demandada por los votantes de Trump– y la amenaza de intentar una supuesta solución al problema del narcotráfico usando al ejército norteamericano.
Los impuestos sí que los puede decretar Trump, aunque en el proceso afectaría a muchas empresas norteamericanas que usan a nuestro país para exportar al suyo. Las otras dos demandas y amenazas son inviables –el pago del muro y la acción militar directa– pero ya han servido para afianzar la popularidad de Trump entre los suyos a costa de la humillación del gobierno mexicano y, lo realmente lamentable e inexcusable, de México como país.
Es difícil que el actual gobierno tenga los elementos y arrestos para responder como se merece el reto que le ha lanzado el nuevo Adriano –lo más que logró EPN de Trump fue el compromiso de ya no hablar del pago del muro en público, cosa que Trump incumplió en Hamburgo.
El gobierno que viene debería elaborar una mejor defensa e involucrar en ella a la sociedad mexicana en su conjunto.

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