EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Conciencia ciudadana

Héctor Manuel Popoca Boone

Septiembre 05, 2020

 

Los gobernadores son la máxima autoridad sanitaria en sus respectivos estados.
Hugo Pérez-Gatell.

Tomar conciencia ciudadana es, entre otras cosas, percatarse de la realidad circundante, para estar en capacidad de intervenir en ella; haciendo discernimientos para encontrar lo esencial de las personas, cosas y sucesos que acontecen en la colectividad civil. Es deliberar y dialogar, para tomar una posición autonómica al elegir y decidir realizar una acción y poner manos a la obra; esto es, incidir activamente en la realidad para fortalecerla, cambiarla o transformarla, en función de lo armónica o no que sea con lo imaginado.
Tomar conciencia es evaluar una circunstancia a partir de paradigmas personales; moldeados a lo largo del tiempo, en el crisol de vivencias y experiencias tenidas; sumando los conocimientos y sabidurías acumuladas en la cultura amplia de la humanidad. Por tanto, uno no nace con conciencia ciudadana; ésta se hace, en el devenir de nuestra vida. Sin conciencia, no hay participación ni acción trascendental. Siempre habrá el intento o el hecho de un control externo, que nos reduciría a la calidad de autómatas.
La conciencia y los propósitos que de ella se derivan, están en tres núcleos axiológicos que son: los ideales, los principios y los valores. Ellos son los espejos que reflejan qué tan distantes estamos del objetivo último de lograr una vida plena y justa; con armonía, fraternidad y felicidad social, entre otros estadios. Esta trilogía ha sido la guía normativa de nuestras creencias y comportamientos a lo largo de nuestra vida y la de los demás. Desde que la humanidad es una humanidad conciente, los paradigmas sociales otorgan su impronta, con diferentes modalidades, a todas las civilizaciones del planeta.
Reseñemos sucintamente la primera. Los ideales son el principal motivo de la puesta en movimiento de la humanidad en pro de diversas finalidades. Son las convicciones de lo más deseable que debiera poseer el ser humano, en la conquista perenne de una permanente armonía planetaria; como parte integrante de un todo universal. Algunos de estos ideales son, entre otros: La noción de vida, justicia, igualdad, equidad, libertad, paz, humanismo, fraternidad, dignidad…
Hoy, la verdad es que no hemos tenido la suficiente conciencia y participación ciudadana para enfrentar con mayor eficiencia y eficacia los embates mortales de la pandemia. Nuestros endebles ideales se han visto opacados y disminuidos. Peor aún, algunos son enarbolados de dientes para afuera, como parte de nuestra desnudez moral.
“Es que la gente no entiende, es necia y reacia” en acatar las medidas sanitarias indicadas, dicen algunos. La contra respuesta subconsciente genérica es: “la vida no vale nada” “El virus no existe, es un invento del gobierno y de los poderosos”. Lo cierto es que buena parte de las personas salen a encontrarse con el virus, por tener que llevar sustento diario a su familia. Eso nos indica que hay falta de justicia social y equidad económica. Hay manipulación política para culpar al otro de lo que nos pasa. El egoísmo individual se abre paso para reducir a su mínima expresión el ya de por sí escaso humanismo y fraternidad. La delincuencia provocada por la caída de empleos, atenta contra la paz anhelada y la aleja. El no respeto y la rebeldía, dan señal de una irritación social in crescendo.
La falta de simetría en el trato humano es acompañada por la discriminación y estigmatización social. Resaltan los privilegios de unos cuantos y la falta de vigencia de los derechos humanos de muchos. Empieza la obstrucción de la expresión discrepante y empieza la predominancia de la heteronomía, que conlleva control de las masas. Hay oposición, consciente o inconsciente, a la convivencia comunitaria. Es carcomida la empatía y, por ende, el amor a nuestro prójimo, como a nosotros mismos. La crisis suscitada puede dar cauce hacia la dureza. La ética la hemos remitido al cesto de lo prescindible. (continuará).
PD1. El Covid-19 sigue activo; lo único que cambió es que nos dieron permiso para salir a buscarlo. (Celia Delgado).
PD2. Hará 10 años de la sentencia de Corte Interamericana de los Derechos Humanos en contra del Estado mexicano, por las violaciones tumultuarias sufridas por dos mujeres indígenas del municipio de Ayutla. La sentencia no está cumplida del todo; debido a la soberbia y capricho del gobernador y de su “maestro incómodo”. ¡Uf!
PD3. Hay un posible pacto en lo oscurito, entre AMLO y Astudillo, para la sucesión gubernamental de Guerrero, a favor del corrupto e inepto, Amílcar Sandoval Ballesteros. Sagazmente el gobernador tendrá un pie en el PRI y otro en Morena. Al tiempo.