EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Construyendo al oponente tropical

Federico Vite

Diciembre 22, 2020

En el ensayo homónimo del libro Construir al enemigo (Construire il nemico e altri scritti occasionali, Bompiani, Milano, 2011, 334 páginas), de Umberto Eco, el italiano cuenta una serie de hechos que nos revelan el status quo de Guerrero en tiempos tan preelectoreros y tan poco electorales. Cito al italiano: “Hace años, en Nueva York, me tocó un taxista cuyo nombre era difícil de descifrar y me aclaró que era paquistaní. Me preguntó de dónde era yo y le contesté que italiano. Me preguntó cuántos éramos y se quedó asombrado de que fuéramos tan pocos y de que nuestra lengua no fuera el inglés. Por último, me preguntó cuáles eran nuestros enemigos. Ante mi ‘¿perdone?’, aclaró despacio que quería saber con qué pueblos estábamos en guerra desde hacía siglos por reivindicaciones territoriales, odios étnicos, violaciones permanentes y fronteras, etcétera, etcétera. Dije que no estábamos en guerra con nadie. Con aire condescendiente me explicó que quería saber quiénes eran nuestros adversarios históricos, esos que primero nos matan y luego los matamos o viceversa. Repetí que no los tenemos, que la última guerra la hicimos hace más de medio siglo, entre otras cosas, empezándola con una enemigo y acabándola con otro. No estaba satisfecho. ¿Cómo es posible que haya un pueblo que no tiene enemigos? Nada más bajarme, dejándole dos dólares de propina, se me ocurrió lo que debería haberle contestado, es decir, que no es verdad que los italianos no tienen enemigos. No tienen enemigos externos y, en todo caso, no logran ponerse de acuerdo jamás para decidir quiénes son, porque están siempre en guerra entre ellos: Pisa contra Lucca, güelfos contra gibelinos, nordistas contra sudistas, fascistas contra partisanos, mafia contra Estado. Ahora bien, reflexionando sobre aquel episodio, me he convencido de que una de las desgracias de nuestro país, en los últimos sesenta años, ha sido precisamente no haber tenido verdaderos enemigos […]”.
Eco destaca el bien que produce tener un enemigo; primeramente, para culpar a alguien por nuestros errores cometidos y, sin duda alguna el argumento ideal, para encontrar cobijo en nuestras frustraciones. Así que si ese enemigo no existe, sin duda ni demora, habrá que crearlo. Y crear al enemigo implica comprender de una mejor manera nuestra realidad. Por ejemplo, el desplegado en el que intelectuales, políticos y activistas de la Ciudad de México apoyan decididamente a Pablo Amílcar Sandoval como el candidato idóneo de Morena para contender a la gubernatura de Guerrero.
Esa gente mira hacia el sur con los lentes de la militancia puestos. Obviamente ellos tratan de incidir en nuestras decisiones políticas, ¿por qué? ¿Desde cuándo les interesa el futuro de Guerrero?
Tener un enemigo es importante, dice Eco, no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medimos nuestro sistema de valores y mostramos, al encararlo, nuestra valentía. Por tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo y siempre es importante hacerlo rápido para bocetar el panorama del maniqueísmo.
Alejandro Solalinde y Epigmenio Ibarra, dos fanáticos de Morena, afirman que la mejor opción de su partido para competir por la gubernatura de Guerrero es el cuñado de John Ackerman. ¿Por qué? Si seguimos la línea de pensamiento de Eco, nos damos cuenta que Morena se define al elegir al ex delegado del Bienestar en Guerrero. De entre todo el tutti frutti político que hay en ese partido, Pablo Amílcar Sandoval favorece a los intelectuales de la Ciudad de México. Los define. Quieren un morenista de cepa pues. Y esa familia política, lo vemos, no piensa para nada en los guerrerenses. De hecho, nos ven con una variante del pueblo bueno y sabio. Una deriva de Jean-Jacques Rousseau: somos los buenos salvajes o salvajes nobles. La existencia del Estado, como de la política, requiere que haya ciertas personas que obliguen al resto de la población a comportarse adecuadamente por el bien de la mayoría. Es decir, ese desplegado a favor de Pablo Amílcar Sandoval indica que a petición de los intelectuales y artistas de Morena se debe acatar el designio central de la tribu.
Me deja patidifuso el mensaje que emite Elena Poniatowska al respaldar un desplegado con estas características, pero no me asombra su optimismo que con recurrencia abraza los designios que impone la banalidad del bien. En cambio, me parece normal que el académico Armando Bartra, el ambientalista Víctor Manuel Toledo, el periodista Jorge Gómez Naredo, las activistas culturales Paloma Saiz y Marina Taibo, el escritor Fabrizio Mejía, el reportero Federico Campbell, además del académico Jaime Cárdenas, el historiador Pedro Salmerón y el actor Jorge Zárate quieran a uno de los suyos en la contienda electoral del año entrante. Ellos nos recuerdan que cuando hablamos de Guerrero hablamos de muchos intereses. Todos ellos opinan sin comprender a cabalidad las dinámicas de esta región tan conflictiva.
Aparte del desplegado, también pienso en algunos textos que intentan describir superficialmente a este sitio; por ejemplo, la crónica Acapulco Timeless, de Julián Herbert; o el artículo Acapulco: imaginando futuros entre narrativas de crisis y paraísos perdidos, de Marcel Sebastián Anduiza Pimentel y Alejandra Trejo Nieto. Sumo a esos dos textos la antología coordinada por Fabricio Mejía Madrid, El edén oscuro, publicada en Alfaguara en 2018, cuyos cuentos y crónicas poseen la mirada cándida de quien idealiza el fracaso social y la bonanza espectral de Acapulco. Los títulos referidos tienen algo en común con el desplegado de intelectuales y artistas que respalda a Pablo Amílcar Sandoval. Enuncian desde el centro del país un discurso anacrónico que nuevamente intenta decirnos que ellos son los únicos autorizados para opinar sobre lo nuestro. ¿Por qué? Porque no les interesamos. Ellos, nos dicen con sus actos, saben lo que nosotros queremos y necesitamos.
Los intelectuales reunidos en el desplegado idealizan a Guerrero, pero no lo conocen y si no lo conocen es irrisorio que puedan dar una opinión sensata sobre lo mejor para estas tierras que perciben como suyas. Si no las vieran como suyas, ¿por qué apoyar sin recato a un candidato que la gente identifica como el hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, esposa, por cierto, del infumable John Ackerman?
Al construir el enemigo, recuerdo lo dicho por Eco, nos definimos. Sirva este impasse para comprender que los guerrerenses ya no debemos ser los principales enemigos de Guerrero. Construire il nemico e altri scritti occasionali es una colección de ensayos, conferencias, artículos y reportajes que fueron publicados entre 2001 y 2010. Quien se adentre en este libro, créame, entenderá que el apasionante sendero de la reflexión ayuda mucho a quienes se sienten en medio de un paraje demasiado oscuro. La estupidez, la soledad y la utopía, nos dice Eco, siempre van de la mano. Siempre.