EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Consumo y pandemia

Octavio Klimek Alcaraz

Agosto 29, 2020

En una sociedad orientada al consumo, nos abocamos a satisfacer no sólo nuestras necesidades reales, sino también nuestras necesidades sociales y hasta emocionales a través de la compra de bienes o servicios.
Los que tuvimos la oportunidad de contrastar con otros modelos de vida, como fueron los del socialismo real, sabemos que es posible tener una buena calidad de vida sin gran número de bienes o servicios que en realidad no nos son necesarios para la vida cotidiana.
Pero en una sociedad de consumo se usa la publicidad para afectar la autoestima de las personas, te inducen a creer que serás un fracasado cuando no puedes tener lo que la publicidad vende. Así, se nos manipula con la idea falsa de que ser feliz es tener todo aquello que la publicidad nos incita a adquirir. Mucha gente cae en la trampa del consumismo, de tener el último modelo de la electrónica o vehículo, de estar atento a las compras de las “ofertas”. Verdaderas crisis personales y familiares suceden cuando la vida gira en torno al consumismo. Lo más trágico es que la mayoría de la gente puede llegar a tener toda una vida de frustración por ello. No se concibe que es perfectamente posible ser feliz llevando una vida moderada en el consumo de bienes y servicios.
Pero la pandemia de Covid-19 nos está dando nuestras lecciones. Creo, que la cuarentena ha ayudado a comprender a mucha gente que la vida puede ser distinta a la que tanta publicidad engañosa le ha ofrecido. La fragilidad de la humanidad ha sido expuesta, vemos que nuestras necesidades vitales no son tan grandes, no tienen nada que ver con las necesidades falsas que vende la publicidad. En donde, además el mercado simplemente fue incapaz de reaccionar en sus primeros meses ante los desabastos de materiales básicos, como, por ejemplo, cubrebocas o materiales sanitizantes. Vinculado a ello, se desnudaron las carencias del desmontaje del Estado en medio planeta, que hace años dejó de ser rector de la economía y que en el dogma neoliberal le asignaron ser un supuesto regulador del mercado.
Indudable, es un gran experimento social el habernos quedado miles de millones de personas en casa enfrente de las pantallas de televisión y de computadoras. Así que, atrapados en este nuevo mundo de las comunicaciones electrónicas, sería ingenuo suponer que las empresas de publicidad y las que nos venden productos y servicios superfluos no van a intentar adaptarse a esta nueva situación. La naturaleza expresada a través del Covid-19 no es impedimento para ello, finalmente impera la lógica del mercado de las máximas ganancias económicas posibles para los accionistas de las empresas, y ahora hay que recuperar las ganancias no obtenidas.
Todo indica que la ofensiva de las empresas de publicidad y los corporativos que venden cualquier baratija está marcha, la mayor preocupación de los medios de comunicación es la caída del crecimiento económico y no los problemas de la injusta distribución de la riqueza, donde una ínfima parte de las personas tienen apropiada su mayor fracción. Incluso, la publicidad hace aparecer a muchos de las grandes corporaciones y sus dueños de la riqueza como benefactores de la salud general, en un país donde no se grava de manera adecuada a la riqueza. Además, se busca anteponer la recuperación económica, para que con ese discurso se legitime el relajar los estándares ambientales. Se trata de recuperar lo de “antes”, no se cuestiona el consumo individualizado, y se nos invita a ser optimistas.
La sociedad y sus fuerzas más avanzadas deben necesariamente buscar oportunidades y alternativas a todo esto. Es evidente que es falsa la idea de que se puede volver a los patrones de consumo de “antes”. En donde el poder económico avasalló con todo al poder del Estado y al poder de la sociedad sin recato moral o ético alguno. Todo ello a costa de la destrucción de la naturaleza, base de la existencia de nuestra humanidad. Finalmente, la advertencia de la pandemia de Covid -19 es un grito de advertencia de la naturaleza a la humanidad.
Es muy doloroso, en especial para los jóvenes e infantes, si los adultos no somos capaces de buscar solución alternativa a este desastre. No es posible creer que es normal tener encerrados a millones de infantes en sus casas para recibir educación. Los principales responsables del desastre son las grandes corporaciones y sus dueños. Ellos en su idea egoísta de acumular el máximo poder económicos han trastocado los límites biofísicos del planeta, la pandemia de Covid-19 puede ser un pálido problema frente al cambio climático en marcha.
En 1989 con la caída del Muro de Berlín, cuando se oficializó la derrota del socialismo real, la propaganda dominante vendió la idea de que no había alternativa a la economía de libre mercado. Ahora en el 2020, 30 años después, la cruda realidad indica que tampoco la economía de libre mercado es la solución para la humanidad. Su enorme fragilidad estructural es evidente. Construir alternativas posibles en un plazo breve a nivel global va a ser el gran reto.
Estas alternativas, en la praxis las están construyendo los trabajadores que no han parado durante la pandemia de Covid-19, por ejemplo, los de la salud, los del transporte de alimentos básicos, los agricultores. No son los trabajadores sobrepagados que especulan en la bolsa de valores o nos buscan manipular en las empresas de publicidad. Es evidente, que la sociedad debe revalorar el tipo de trabajo que se realiza por la responsabilidad social que significa.
El poder rector del Estado debe recuperarse, se han visto las debilidades y limitaciones de dejar en manos privadas muchos servicios esenciales para la vida No se trata de estatizar como objetivo, sino que el Estado fomente la construcción de un poder social de lo comunitario y cooperativo con base en los límites biofísicos de los ecosistemas.
Para ello, necesitamos una sociedad más educada, más crítica, más reflexiva, que sea inmune a las noticias falsas, al discurso publicitario en los medios. No se debe ser analfabeta ante la invitación a regresar a la sociedad del consumo. No debemos dejar que se nos confunda, de que la idea de la propaganda sea que lo de “antes” es lo que la sociedad y la naturaleza requieren.