EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Cosas de viejitos

Aurelio Pelaez

Mayo 10, 2006

Para mi Mamá Juanita.
En ausencia.

En algunos tiempos lejanos, había quienes nos llamábamos comunistas. Luego, para matizar, fuimos de izquierda. Al final, terminamos en demócratas. Entonces los comunistas hablábamos de igualdad y de repartición justa de la riqueza, y los que tenían mucho –o sea unos cuantos– se espantaban y hablaban de que los comunistas venían a quitarle todo a la gente. Y la gente agarraba sus pollos y sus cochinos y los escondía.
Pero bueno, eso fue hace mucho. Los comunistas de entonces ya no son los mismos –algunos se murieron, los encarcelaron o mataron en la guerrilla o simplemente se tiraron a la güeva– y los mentados pollitos nunca pasaron a ser de la colectividad y sí parte de un monopolio que se llama Bachoco.
Ahora como demócratas, los ex de izquierda compitieron en el campo de las elecciones por hacer válidos los principios de justicia y de –al menos en lo que se pueda– una repartición de la riqueza que por lo menos dejara algunas migajillas entre lo que ahora llamamos grupos vulnerables.
Y bueno, apenas hace poco, eso que fue utopía de los comunistas originales parecía que pasaba a ser parte de la realidad al tener gobiernos que heredaban su tradición de lucha. Fue en el Distrito Federal en donde, en 1997, llegó como jefe de gobierno Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y el asunto se vio como un parteaguas histórico: de aquí para adelante, la justicia social. Fue ahí mismo donde a partir del 2000, Andrés Manuel López Obrador comenzó el programa de pensión a los viejitos, con bonos de ayuda que les llegaban directamente a sus casas y sin necesidad de hacer cola. Una lana para gastar al mes que les devolvía de alguna forma la utilidad y el respeto en la familia, con el único requisito de no gastar el bono en chelas ni cigarros. Ah, qué friega, pero bueno, ya no son los pinches viejos que duermen en el rincón.
Fue en Guerrero un gobierno priísta uno de los primeros estados en copiar el modelo de López Obrador, con la Pensión Guerrero, a partir de 1994, aunque a los viejitos se les hizo hacer tremendas colas para recibir esa lanita en jornadas que para qué cuenta uno los desmayos y las insoladas que se llevaron.
Pero bueno, dice uno, llega en 1995 ahora sí a Guerrero un gobierno (al parecer del PRD) que hereda lo que uno trae de Chucho el Roto y Ché Guevara, y ahora sí, por fin, la revolución nos va a hacer justicia, pero no…
En las pensiones del gobierno estatal democrático se sigue torturando a los abuelitos y abuelitas para recibir la jodida ayuda que sólo dura un poco si no se compra el tequila y los cigarros, y en el gobierno municipal democrático (que comenzó en diciembre del 2005) igual se les hace sufrir en colas de horas, bajo el sol y con maltrato.
Porque a nuestros viejitos no se les ve como personas sino como objetos de voto, asuntos para la foto y para decorar el programa social del gobernante. Y el lado de la justicia y la repartición justa de la riqueza, a la fregada. La humillación y el atentado a la dignidad antes que nada. Mierda, qué nos salió mal.