EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Costa Rica decide apostar por la continuidad

Gaspard Estrada

Abril 04, 2018

El pasado domingo, los costarricenses salieron a las urnas para votar por su próximo presidente de la República. Contrariamente a lo que pronosticaban las encuestas de opinión, el joven politólogo y escritor de 38 años Carlos Alvarado obtuvo el 60.8% de los votos, contra el 39.2% para el pastor evangélico Fabricio Alvarado. Lo interesante de este resultado reside en su amplitud. Nadie se esperaba que el candidato del Partido de Acción Ciudadana, en el poder, pudiera obtener la victoria en las urnas y con tal margen. Luis Guillermo Solís, el actual presidente, es impopular ante la opinión pública desde hace varios años, a tal punto que durante la precampaña electoral pocos eran los políticos del PAC dispuestos a ser candidatos a la Presidencia. De hecho, durante toda la campaña presidencial, la candidatura que estuvo casi siempre en ascenso fue la de Fabricio Alvarado, inclusive durante buena parte de la segunda vuelta. En efecto, a pesar de haber sido durante la primera vuelta de la campaña el candidato que gastó menos dinero y tuvo menos spots de televisión, Fabricio Alvarado pudo disponer de la imponente red de iglesias evangélicas repartidas en el territorio para dar a conocer su mensaje político. De hecho, hasta mediados de febrero, pocos observadores pensaban que Carlos Alvarado tendría una oportunidad de ganar la elección presidencial. En aquel momento, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió una resolución que obligaba al gobierno de Costa Rica a permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. A partir de ahí, la elección se convirtió en un referéndum sobre el matrimonio igualitario y la “ideología de género”, mitológica creación que ha desplazado al comunismo como la causa de todos los problemas percibidos por los sectores conservadores latinoamericanos. En un país donde las dos terceras partes de la población aún se opone al matrimonio igualitario, el candidato evangélico –propagador de un estridente discurso en defensa de la familia tradicional– experimentó un crecimiento explosivo y obtuvo el mayor número de votos en la primera ronda.
Frente a este candidato, Carlos Alvarado se presentó a los electores como el representante de una nueva generación política y de una visión que trasciende las fronteras entre partidos políticos, pero sin salirse del camino tradicional de este país reconocido por su democracia y su sistema de bienestar. Tal vez haya sido esto el elemento principal que permita explicar porque finalmente el PAC, a pesar de ser el partido del impopular presidente Luis Guillermo Solís, obtuvo la victoria de su candidato. Durante la campaña de la segunda vuelta, Carlos Alvarado prometió una política incluyente con todas las fuerzas políticas y sociales. Esto se tradujo en un acuerdo con el ex candidato de derecha Rodolfo Piza, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), y personajes relevantes del Partido Liberación Nacional (PLN), además de la reducida agrupación de izquierda Frente Amplio y otras figuras autónomas.
Pero si bien Carlos Alvarado logró retener la presidencia de la Republica, tendrá que hacer frente a un Congreso fragmentado. El PAC contará con solamente 10 diputados. De tal suerte que para enfrentar los problemas estructurales del país, como el aumento del déficit fiscal que amenaza la sostenibilidad de las políticas públicas, y combatir el crecimiento de la desigualdad social, deberá forjar una coalición de gobierno con sus aliados de izquierda como de derecha de los dos partidos tradicionales de ese país, el PLN y el PUSC. Como lo hemos visto recientemente en otros países de América Latina, como Chile, Colombia y hoy Costa Rica, tal parece que la fragmentación política en los Congresos llegó para quedarse. Esperemos que esto no sea a costa de la gobernabilidad de los futuros gobiernos, que deberán dar respuestas rápidas a las demandas de una sociedad latinoamericana cada vez más hostil y desconfiada hacia sus élites políticas y económicas.

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada