EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Creatividad para las protestas

Jesús Mendoza Zaragoza

Junio 20, 2022

 

Las protestas son el pan de cada día en una sociedad democrática, pues son un recurso necesario para que los ciudadanos hagan llamadas de atención a las autoridades, expresen inconformidades, urjan soluciones integrales a los problemas que aquejan a la sociedad y presionen para una pronta respuesta a demandas. Es pues un recurso ciudadano y un recurso social, indispensable para el desarrollo democrático. Pero hay de protestas a protestas. Hay protestas legítimas, de causas legítimas, encauzadas hacia el bien común y respetuosas de los derechos de terceros y de todos. También hay protestas legítimas que no cuidan los derechos de terceros. Incluso, hay protestas organizadas por la delincuencia organizada para promover sus fines ilegítimos e ilegales.
Día a día se ha hecho más común la protesta mediante bloqueos de calles o de carreteras, con causas muy legítimas pero carentes de respeto a los derechos de terceros, que han ido generando inconvenientes y conflictos, a la vez que incluyen un ingrediente violento. ¿Por qué la gente está pensando en los bloqueos como una opción de protesta? Pienso en, al menos, dos causas inmediatas. La autoridad no responde adecuadamente a sus demandas y, por otra parte, es una medida inmediatista y desesperada. En el fondo estamos ante una deficiencia de una democracia que no funciona para el bien público y, además, tenemos una carencia de educación ciudadana. Cuando la indiferencia gubernamental golpea a la gente, ésta se enardece y responde con la misma lógica del golpeteo. Por eso, el mayor responsable de las protestas violentas, entre las cuales incluimos los bloqueos, es la autoridad que no responde de manera justa a las demandas de la gente.
Para organizar un bloqueo de calles o de carreteras no se necesita mucha ciencia. Basta una causa, una inconformidad y una convocatoria para hacerlo, sin más. No requiere de mucho análisis de la situación y del contexto, ni una reflexión relacionada con la demanda, ni una mirada estratégica, ni una visión de futuro. Tampoco se requiere formación de la conciencia ni disciplina para la acción. Por eso, los bloqueos son lo primero que se les ocurre a quienes están inconformes y desean presionar a la autoridad para que cumpla con sus obligaciones. ¿Y qué podemos hacer si solo contamos con una escasa formación cívica y política? Ante las violencias institucionales de los gobiernos sólo se nos ocurren protestas con ingredientes violentos. Así, quienes protestan se ponen a jugar a las vencidas con quienes tienen el poder político, institucional, policiaco y militar. Por eso, los resultados no suelen ser alentadores.
Ante esta escasa capacidad de las protestas que incluyen rasgos violentos está la opción por la no violencia activa, como método para atacar la violencia sin violencia, el cual requiere de convicciones, de estrategias, de acciones y de disciplina. La no violencia no se improvisa, sino que se construye desde el ámbito de las convicciones y las actitudes, arraigadas en la verdad, en la ética y en el diálogo. Algunas convicciones básicas de la no violencia activa son el rechazo a la resignación y a la pasividad lo mismo que a la violencia, la convicción del potencial constructivo de la condición humana y el respeto a la dignidad de las personas y de los pueblos, dado que la paz es el camino.
Por otra parte, se requieren capacidades que se consiguen con empeño, tales como el análisis de los contextos y la elaboración de estrategias, la preparación personal y colectiva de la acción. Además, superando los inmediatismos, otra capacidad es la de construcción de una visión estratégica en la que se dan distintas acciones: de difusión, de persuasión, de protesta, de denuncia, de no cooperación y acciones directas de intervención como la desobediencia civil.
Es evidente que las protestas en clave de no violencia activa implican un proceso educativo en el que la espiritualidad, la afectividad y la disciplina se conjugan para realizar procesos transformadores y no sólo para atender necesidades inmediatas. Por ejemplo, en el caso del bloqueo ante la desaparición de Yoseline se tuvo el éxito de su pronta recuperación, y cuando otras familias de desaparecidos quisieron bloquear, fueron reprimidas. ¿Qué lecciones podemos aprender?
Martin Luther King, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela han sido protagonistas del siglo pasado de luchas exitosas no violentas para la liberación de sus pueblos y de sus naciones, de quienes podemos sacar grandes aprendizajes para las luchas sociales y para la misma transformación del país. Ante los grandes males que nuestro país está padeciendo, el recurso ciudadano a la violencia no es viable. Esas violencias sistémicas, institucionales, comunitarias, de género, culturales e individuales, no se vencerán con más violencia. Requieren acciones capaces de tocar sus raíces para erradicarlas o, al menos, para reducirlas.
Lo hemos visto en los grupos de autodefensa que tenemos en Guerrero, que han evolucionado con el tiempo, de ser víctimas a convertirse en victimarios. Un arma en la mano de un ciudadano no representa sino la derrota de la razón, de la verdad y de la justicia y representa también la inviabilidad de la paz. La paz es viable en la ruta de la razón, del diálogo y de la intervención no violenta. Y para que esto suceda se necesita de la creatividad porque las recetas violentas, como los bloqueos, no funcionan para esto. Por eso, hablamos de la necesidad de convertirnos en artesanos de la paz.