EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Cristian Alarcón: la paz del jardín y el paraíso

Adán Ramírez Serret

Mayo 20, 2022

Mientras se vivía la reciente pandemia que golpeó al mundo desde el 2019 y que aún no se supera del todo, los afortunados tuvimos el privilegio de poder seguir habitando nuestras casas. Recluyéndonos tristes y solos, pero con la posibilidad de seguir comiendo, con luz y agua. Sufriendo el enclaustramiento con la certeza de que no ver a nadie era la única forma de ayudar ante la catástrofe; que en cuanto más informado se estaba sobre ella, causaba más miedo e incertidumbre.
Yo siempre me he considerado un ciudadano poco útil. Un poco como Philippe Sollers, quien durante la turbulencia del Mayo del 68 en Francia, no hizo otra cosa más que dedicarse a beber por las calles de París. Algo similar me sucedió durante el sismo que sacudió la Ciudad de México, buena parte de Oaxaca y Morelos en 2017. Ayudé en lo que pude, pero sobre todo me sentía asfixiado en mis privilegios.
Pienso en esto por el más reciente, el XXV ya, Premio Alfaguara 2022. El tercer paraíso de Cristian Alarcón (La Unión, Chile,1970). La novela comienza con el narrador quien, durante la pandemia del 2019, decide aislarse en un pequeño pueblo y comienza a cultivar un jardín.
Percibí en un principio este acto como frívolo, de una manera muy cuestionable según me lo hizo ver una amiga, con legitimidad, por supuesto. Pero siempre me parece pertinente cuestionar la comodidad del intelectual. Antes de entrar en esta discusión, es importante decir algo sobre quién es Cristian Alarcón.
Se trata de un periodista de investigación nacido en Chile que emigró a Argentina desde hace muchos años. Ha escrito libros muy importantes de periodismo de investigación como Cuando me muera quiero me toquen cumbia y Si me querés, quereme transa en donde se juntan dos temas que normalmente no se juntan en el imaginario: el narcotráfico y el amor. Alarcón ha narrado aquellos universos normalmente olvidados de la sociedad culterana argentina que considera Buenos Aires tan sólo de los espectaculares Borges y Cortázar; Alarcón narra la periferia y considera su escritura queer, gay y feminista.
Con esto podemos volver a la frivolidad de recluirse durante la pandemia mientras el mundo se cae a pedazos. Pero ¿qué más se puede hacer?, nos preguntábamos los bohemios y burgueses.
El tercer paraíso comienza precisamente con un ejercicio de autoficción en el cual el narrador es un periodista de investigación que se recluye en el campo y decide hacer un jardín. En un principio la novela es un tanto confusa, un laberinto luminoso según el autor, en donde el relato se mueve en tres momentos. El narrador pensando en su madre, en su hijo adoptado, en la historia del pueblo en donde está y en su jardín, mientras lo cultiva, y reflexiona sobre cosas hermosas como la etimología de paraíso, dice “la etimología de la palabra paraíso: proviene del latín paradisus, del griego paradeisos. Esa palabra griega surge del persa pairideaza, que es cerco; de pairi, que es alrededor; y de daeza, que significa muralla”.
No hay solo privilegios en cultivar un jardín. También está la posibilidad de redescubrir el mundo. ¿Acaso en lugar de poseer una ciudad inmensa, es mejor tener tan solo un fragmento del mundo hecho por nosotros?
La novela –la primera obra de ficción del autor y le valió el Alfaguara– es también un homenaje a las mujeres de su familia. A su madre y a su abuela. Su historia personal en la cual ellas ponían la espalda y el cuerpo para que el mundo continuara.
De igual forma cuenta la historia encontrada en el hermoso archivo del pequeño pueblo desde donde escribe la historia de Salvador Allende muchos años antes de ser presidente, visitando la región.
Así, el acto de cosechar se transforma en un acto de resistencia, en descubrir otras formas del paraíso. La literatura, como los jardines, da paz, detiene el mundo: otra forma del paraíso.
Cristian Alarcón, El tercer paraíso, Ciudad de México, Alfaguara, 2022. 302 páginas.