EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Crónica de un día que marcó a Brasil

Gaspard Estrada

Marzo 09, 2016

Desde la declaración forzada ante la justicia, el pasado viernes 4 de marzo, del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil ha venido acaparando los noticieros del mundo. Como lo hemos comentado en este espacio durante los últimos meses, ese país de Sudamérica está viviendo un proceso de polarización política, a la par de una severa crisis económica, social y sanitaria –a raíz de la irrupción del virus Zika–. Sin embargo, desde el comienzo de la transición política, en 1985, nunca antes en la historia de Brasil se había vivido un momento de crisis política tan agudo como el que impera desde el pasado viernes.
En efecto, la acción jurídico-policial dirigida por el juez Sergio Moro, afincado en la sureña ciudad de Curitiba, conmocionó a la sociedad brasileña (ya sea a favor o en contra del ex presidente). Como sucede en México, la policía informó previamente a la prensa (en particular, al grupo Globo y al periódico Folha de São Paulo) de la acción por venir, con la intención de amplificar la repercusión de la noticia no sólo a nivel nacional, sino sobre todo en el plano internacional, donde el ex presidente Lula goza de un gran capital político. Durante la mañana, nadie sabía a ciencia cierta dónde estaba el ex presidente o qué se le imputaba exactamente, lo que provocó que las primeras informaciones de las agencias de noticias fuesen la de un “arresto” del ex líder sindical. El hecho que este último fuese llevado al aeropuerto de Congonhas (que se encuentra dentro de la capital Paulista) aumentó la fuerza del rumor: Lula sería llevado preso a la ciudad de Curitiba para rendir una declaración ante el juez Moro. Es así que al mediodía, la prensa mundial daba en sus titulares: “Lula ha sido apresado a raíz del escándalo Petrobras”.
Sin embargo, la información comenzó a fluir de la sala VIP del aeropuerto, y la noticia de una “declaración coercitiva” de Lula se filtró a los medios, paralelamente al arribo de numerosos militantes del Partido de los Trabajadores (PT) al aeropuerto para manifestar su inconformidad frente a esta orden judicial. Poco tiempo después, el ex presidente salió del interrogatorio de tres horas al que fue sometido, lo cual confirmó el hecho que el ex presidente no iría posteriormente a Curitiba para declarar y ser declarado preso de manera temporal. A partir de ese momento, el ángulo adoptado por la prensa comenzó a girar, sobre todo después de la conferencia de prensa del ex presidente Lula, que fue retransmitida por las principales televisoras de Brasil. Durante esta conferencia, Lula puso de relieve el carácter anormal de esta “declaración coercitiva”, sabiendo que él ya había rendido declaraciones a la policía federal en más de tres ocasiones, sin que hubiera necesidad que más de 300 agentes fueran a su domicilio a las 6 de la mañana para llevarlo a declarar. Según el procurador, esta acción fue motivada por la voluntad de la justicia de garantizar la seguridad del ex presidente y evitar las confrontaciones entre los que apoyan a Lula y sus detractores; sin embargo, si tal era el objetivo, ¿por qué haberlo llevado entonces a un aeropuerto –donde hay una gran concentración de personas– en lugar de una oficina de la policía que podía garantizar la confidencialidad de tal acto? Para algunos estudiosos, esto podría explicarse por una aparente voluntad inicial de llevar al ex presidente detenido a Curitiba, que tuvo que ser frenada ante la reacción de la militancia del PT, tanto en las calles como en las redes sociales, y de los conatos de violencia llevados a cabo fuera y dentro del aeropuerto. Sobre todo, las sospechas que pesan sobre el ex presidente parecen poco entendibles hasta el momento: se acusa a Lula y al Instituto que lleva su nombre de haber recibido 8 millones de dólares de parte de grandes empresas del sector de la construcción. Sin embargo, ese dinero fue el fruto de las conferencias (muy) bien pagadas que el ex presidente realizó desde su salida del Palacio del Planalto, y que fueron el objeto al pago oportuno de los impuestos correspondientes, contrariamente al caso del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, que recibió más de 5 millones de dólares en varias cuentas bancarias en Suiza no declaradas a las autoridades fiscales, y que fueron el fruto de actos de “intermediación” para empresas en el Congreso. Por otro lado, se sospecha que Lula sea el verdadero dueño de un departamento y de una casa de campo en la provincia de São Paulo. Sin embargo, Lula desistió de comprar el departamento.
De tal manera que, al día de hoy, muchos puntos quedan por explicar de esta operación político-mediática muy comentada en la prensa internacional.

* Director ejecutivo del Observa-torio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en Paris.

Twitter: @Gaspard_Estrada