EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

PÁGINAS DE ATOYAC

Crónicas del Palacio IX

Víctor Cardona Galindo

Diciembre 03, 2018

El cadáver de Lucio Cabañas Barrientos

Cerca de 5 mil soldados de seis batallones, y secciones de apoyos que venían de la Ciudad de México, le tendieron un cerco que se prolongó hasta el lunes 2 de diciembre de 1974, cuando cayó peleando a las 9 de la mañana en el paraje conocido como El Otatal. Para entonces Lucio Cabañas Barrientos, alejado de su familia y de sus bases de apoyo, únicamente se alimentaba con maíz asado y retoños de plantas del campo. Fue lo único que hallaron en su estómago al practicarle la necropsia.
La tropa que lo batió tenía también tres días sin recibir abastecimiento, estaba hambrienta y ya deseaba bajar de la sierra. Para no alertar al guerrillero los militares evitaron el uso de helicópteros y se desplazaban a pie, algunos casi descalzos con ropa de civil.
Como resultado de una delación el 2 de diciembre de 1974, efectivos del Ejército se enfrentaron a una columna guerrillera, encabezada por Lucio Cabañas, en el paraje conocido como El Otatal, después de combatir en forma decidida el líder del Partido de los Pobres resultó muerto. La versión del Ejército es que cayó durante el enfrentamiento, por otro lado existe la versión de que Cabañas al verse acorralado se pegó un tiro con el M-2 que portaba, esta versión la defiende Felipe Fierro en su libro El Último Disparo.
Al momento de su muerte Lucio Cabañas traía consigo el M-2 que fue expropiado a los guardias del Inmecafé en El Porvenir. El campesino Isabel Ramos Ruiz decidió denunciar a Lucio porque el Ejército tenía detenidas a sus parientes: Amalia Ramos Espinosa, Gregoria Sotelo Ramos, Paula Ramírez Ayala y Jorgelina Ramos García. El mismo guió al Ejército hasta donde estaba el guerrillero.
Ya caído, el Ejército recogió el cuerpo de Lucio y lo llevó vía aérea al Cuartel de la colonia Mártires. Con un espejo reflejando la luz del sol, desde un helicóptero, avisaron al médico militar Rodolfo Guillén del Valle, que estaba con su familia, que ya traían el cadáver del guerrillero. La maestra Lupita, que se encontraba en ese momento en el domicilio del médico militar, apenas pudo contener el llanto, cuando éste dijo: “Ya traen el cadáver del maestro”.
El cuerpo de Lucio Cabañas fue colocado en una plancha en una esquina del cuartel. Presentaban tres lesiones, con disparos calibre 7.62, uno en el maxilar inferior derecho sin orificio de salida (tiro de gracia) otro en la axila izquierda con orificio de salida en la espalda y un disparo más le entró en la dorsal décima y le salió al nivel del hombro. Las lesiones del maxilar y de la espalda eran mortales por necesidad. Se le localizó una cicatriz en la cola de la ceja izquierda. Eso fue lo que informó a los medios de comunicación el médico militar Rodolfo Guillén del Valle comandante del pelotón de Sanidad.
Según lo informado por el médico, Lucio falleció entre las 9 horas con 7 minutos y 9 con 19 minutos. La herida que lo mató fue la del maxilar inferior derecho. La versión oficial es que entregaron el cadáver a su tío Pascual Cabañas. Al lugar acudió el presidente municipal Silvestre Hernández Fierro y el gobernador Israel Nogueda Otero, así como los testigos que identificaron el cadáver.
El periódico Milenio publicó el 11 de diciembre del 2000, de la página 20 a la 27: “El informe sobre la muerte de Lucio Cabañas que envió el general de brigada Eliseo Jiménez Ruiz comandante de la 27 zona militar al secretario de la Defensa Nacional Hermenegildo Cuencas Díaz, el 7 de diciembre de 1974, fue el capitán primero de infantería Pedro Bravo Torres, perteneciente a la patrulla Vallecitos del 19 Batallón de Armas el que se adjudicó la muerte de Lucio.
Hace poco también se dio a conocer un video sobre la necropsia al cadáver de Lucio Cabañas, el equipo de Televisa que se movió en esa ocasión, filmó desde los aires el cuartel. Se ve que para ese día todavía no se construían las casas que fueron las viviendas de los soldados de clase. Luego el gobernador Israel Nogueda Otero saldría en la televisión nacional dando la noticia de la caída del guerrillero y echándole porras al Ejército.
Silvestre Hernández Fierro, la maestra Genara Reséndiz, la secretaria de la Agencia del Ministerio Público Ricarda Alonso López y el determinador de la misma Raúl Orbe Berdeja identificaron el cadáver de Lucio según el parte oficial.
Su acta de defunción está asentada en la hoja 47 del libro de 1974. El certificado de defunción fue expedido por el médico militar Rodolfo Guillén del Valle, con cédula profesional número 270851. También estuvo presente el agente del Ministerio Público, el licenciado Ángel Custodio Serrano quien después escribió un libro sobre la época que le tocó vivir en ésta región.
El acta de defunción dice que Lucio Cabañas Barrientos originario de El Porvenir nació el 15 de diciembre de 1936, tenía 37 años. Dice que falleció a las 9 horas del 2 diciembre de 1974, en El Otatal, que se inhumó en el panteón civil de Atoyac. Firma el médico Rodolfo Guillén del Valle con domicilio en el 27 Batallón de Infantería. Declarante: Raúl Orbe Berdeja de 52 años, empleado estatal, con domicilio en Nigromante Número 1. Firman como testigos: Esteban Acosta S. de 52 años, empleado municipal y Agustín Hernández de 40 años, empleado municipal. El acta de defunción como dije es la número 47 está levantada a las 15 horas del 2 de diciembre de 1974, ante el doctor Silvestre Hernández Fierro.
Ese día al Palacio Municipal llegó el coronel Alfredo Cassani Mariña, para pedirle al presidente municipal Silvestre Hernández Fierro que se encargara de la sepultura. El tesorero Régulo Fierro Adame instruyó a don Agustín Hernández Vázquez, Casanga; que era inspector de obras públicas para que buscara quien cavara la tumba. Eran las 10 de la noche, cuando El Chino Galeana y Ramiro Galeana a quienes se les pagó 100 pesos comenzaron a cavar. Cuando estaban trabajando doña Evelia Organista la esposa de Hugo Martínez les prestó un candil de dos mechas para que vieran en la oscuridad. Como a las dos y media de la mañana terminaron de hacer la sepultura. La fosa se hizo normal, uno de ancho por dos de largo.
Antes del amanecer el cadáver fue sepultado en el panteón civil de Atoyac, donde el cuerpo permaneció hasta que fueron exhumados sus restos el 3 de diciembre del 2001 y el 12 de agosto del 2002, los antropólogos forenses comprobaron que efectivamente correspondían a Lucio Cabañas Barrientos.
“Los soldados del 27 Batallón de Infantería resguardaron noche y día por dos meses la sepultura de Cabañas, y a nadie dejaban arrimar; después de esos dos meses de guardia continua, se retiraron. Al cumplir el primer año, volvieron los militares a montar guardia y luego se volvieron a retirar”, nos recuerda don Simón Hipólito Castro.
Ese día 3 de diciembre de 1974 a las 8 de la mañana también fue sepultado en el panteón municipal de Iguala Guerrero el cuerpo del soldado Luis García Pérez del 49 Batallón de Infantería muerto en el enfrentamiento del paraje El Otatal. Con él también murió el cabo Vicente Díaz Flores del 19 Batallón de Infantería con sede en Petatlán que fue sepultado en esa ciudad.
De los guerrilleros que iban con Lucio el día en que murió se tiene noticias solamente de tres. Otros hablan de cinco, que dos lograron escapar. Según el reporte del Ejército el primero en caer muerto fue Esteban Mesino Martínez, Arturo. Luego junto a Lucio caería Lino Rosas Pérez, René. Mientras Marcelo Serafín Juárez, Roberto, fue detenido vivo. Algunos testigos dicen que en la morgue improvisada del Cuartel de la Mártires, había otro cadáver que tenía garrapatas entre los dedos de los pies. Pero ése no fue identificado y tampoco se sabe cuál fue su paradero.
Hace poco después de estar desaparecidos por más de 32 años fueron entregados los restos de los guerrilleros Lino Rosas Pérez René y Esteban Mesino Martínez Arturo. Según algunos testimonios, después del combate, los tres jóvenes rebeldes fueron detenidos con vida, Lino y Esteban fueron fusilados por los militares en una casa en Guayabillo, para luego ser sepultados en el panteón de ese lugar. Marcelo Serafín Juárez está desaparecido hasta la fecha.
La Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado los localizó y los restos fueron exhumados para aplicarles exámenes de ADN. Los estudios resultaron positivos y una vez disuelta la Fiscalía, la Coordinación de Investigaciones de la Procuraduría General de la República fue la encargada de entregar a los familiares los restos, que fueron traídos a la ciudad de Atoyac el jueves 8, en cajas de cartón. Los restos fueron puestos en ataúdes en las oficinas de la Asociación de Familiares de Desaparecidos y Víctimas de las Violaciones a los Derechos Humanos. Los dos combatientes fueron sepultados la mañana del viernes 9 de febrero del 2007, para tal efecto se ofició una misa de cuerpo presente en la iglesia de Santa María de la Asunción, de ahí fueron llevados con música de viento al panteón municipal, donde estuvo sepultado clandestinamente Lucio Cabañas. Ahí quedaron sepultados los jóvenes rebeldes, René y Arturo.

Se fue el batallón

En lo personal conocí el cuartel en 1986, cuando siendo presidente de la sociedad de alumnos de la Escuela Secundaria Federal Enedino Radilla, asesorado por la profesora María de Jesús Luna Radilla, acudí con otros compañeros, a gestionar apoyos para nuestro plantel escolar, que siempre está en construcción.
Luego una noche de diciembre de 1989 dos militares, vestidos de civil, llegaron a provocar a la guardia del plantón perredista que estaba en la esquina de Independencia y Agustín Ramírez, Ulises Flores Santiago y yo enfrentamos a los soldados. Uno sacó su pistola y apuntando a la cabeza de Ulises la amartilló, al otro día, acompañados de los dirigentes del partido acudimos al cuartel a poner la denuncia. El cuartel era muy bonito por dentro, bien limpio y arreglado, el coronel de ese tiempo mandó a arrestar a los agresores.
A mediados de 1994, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) retiró de Atoyac la sede del 49 batallón de infantería. Nunca hubo una versión oficial de la decisión, y extraoficialmente se supo que las instalaciones del cuartel eran insuficientes y que los militares se retiraban mientras se construyera uno nuevo. La alcaldesa María de la Luz Núñez Ramos envió al todavía presidente Carlos Salinas de Gortari una solicitud para que no se fuera el Ejército de este lugar, que se quedara para preservar la paz y la tranquilidad de la población. Pero además que su presencia representaba una importante derrama económica para el municipio. Sin embargo las peticiones no fueron escuchadas y el batallón se fue para Petatlán.
María de la Luz dijo a los medios de comunicación que no quería que se fuera el Ejército porque durante el mes de junio, cuando hubo el operativo militar en las comunidades sierreñas, no se registró ningún asalto y ningún secuestro. “Porque a ellos sí los respetan, no se meten con ellos”.
Las casitas del cuartel que ahora ocupan las regidurías de Desarrollo Urbano y Reglamentos, eran ocupadas por el personal de tropa entre los que estaban de cabos a sargentos primeros. La otra sección de casitas donde están Saneamiento Básico y la Policía Ministerial las ocupaban de subtenientes a capitanes primeros. Y las instalaciones donde ahora está el cuartel de la policía del estado, eran los aposentos del coronel o general jefe del Batallón.
Los grupos de militares estaba organizados de la siguiente manera: Un pelotón equivalía a un sargento con 10 de tropa. Una sección 35 elementos con un tambor y un corneta. Una compañía tenía 140 elementos y el batallón tenía tres compañías.
El 14 de noviembre de 1994 la Sedena transfirió el cuartel del 49 Batallón de Infantería al gobierno del estado. A la entrega asistió el secretario general de gobierno Rubén Robles Catalán y procurador Antonio Alcocer Salazar. Les hizo entrega el general Juan Heriberto Salinas Altés comandante de la Novena Región Militar.