Anituy Rebolledo Ayerdi
Agosto 15, 2019
Terremotos y tsunamis en Acapulco. Siglo XXI
Leve será en el puerto el sismo inaugural del siglo XXI, sin mayores consecuencias.
El terremoto conocido como Acapulco-Coyuca ocurrió el domingo 7 de octubre de 2001, a las 21:39 horas, con magnitud de 6.1 grados Richter. Su epicentro fue localizado a 30 kilómetros al noreste del puerto, muy cerca de Coyuca de Benítez. No produjo víctimas mortales, pero sí muchos daños en varias localidades de ambos municipios, particularmente en los poblados de Aguas Blancas y Atoyaquillo.
A partir de la hora señalada y por espacio de varios meses el movimiento tendrá réplicas respetables. La más severa, de 5.3 grados, se sintió a las 23 horas del 29 de octubre y una menor de 5 grados la medianoche del 23 de noviembre. Del 7 de octubre de 2001 al 7 de enero de 2002, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) reportó un total de 350 réplicas asociadas al mismo temblor, cuyas magnitudes oscilaron entre los 3.8 y 4.4 grados.
Frente a los reproches populares sobre falta de advertencias ante los sismos, el Servicio Sismológico Nacional sostiene la imposibilidad de predecirlos. La naturaleza de estos fenómenos, dice, sigue las leyes de la física no líneal.
Y es por ello que, aunque se conozca la deformación en la falla y la historia sísmica de la zona, no es posible anticipar cuándo va a ocurrir el movimiento. Dado que la Costa Grande es propensa a grandes sismos –alerta la institución–, es vital la prevención del futuro desastre anunciado por los científicos desde 1970. El último evento de 7 grados ocurrió en aquella región en 1911.
Recomienda por ello el SNN el reforzamiento urgente de viviendas, escuelas, hospitales, etcétera, ya sean de adobe o mampostería. Un procedimiento sencillo y muy económico que salvará muchas vidas.
También fue en la Costa Grande donde se sintió un terremoto de 6.3 grados Richter, el 13 de abril de 2007, localizándose el epicentro a 13 kilómetros de Atoyac de Álvarez. Afectó a muchas rancherías.
Costa Chica
A 23 kilómetros al noroeste de San Marcos, Guerrero, se localizó el epicentro del sismo que sacudió a Acapulco y a la Costa Chica el 27 de abril de 2009, con dos personas infartadas en el Kilómetro 30 y en Marquelia. Entre los daños materiales figuraron cuarteaduras en varias casas y en los edificios de la Preparatoria 2 de la UAG, el Colegio de Bachilleres de Xaltianguis y la clínica médica de la calle Vallarta de este puerto. Otros daños menores: un techo desprendido en el Pozo de la Nación, un automóvil aplastado por un anuncio en la avenida Costera y un tanque de agua fracturado.
Más de 600 mil muertos
Con el devastador tsunami de Indonesia y los no menos catastróficos terremotos de India, Pakistán, Afganistán, Irán, Argelia, Haití, Chile y China, la primera década del siglo XXI se significará como la más trágica en mucho tiempo. Se calculan en más de 600 mil las víctimas mortales.
14 mil sismos al año
No obstante los continuos terremotos ocurridos en Haití, China y Chile, un estudio divulgado por la BBC afirma que no ha habido en el mundo ningún incremento en la actividad sísmica. Tales eventos, añade, forman parte de un patrón constante a partir de que comenzaron los registros geológicos en 1900.
Refiere el mismo documento que, según el Servicio de Inspección Geológica de Estados Unidos (SIGEU), tales registros muestran que a partir de 1900 han habido cada año en el mundo unos 18 terremotos importantes (con magnitudes entre 7.0 y 7.9 y solo uno con magnitud 8.0 o mayor). Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que ahora los movimientos telúricos son más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda con mayor intensidad, sino por el incremento de la densidad de población que vive en zonas de alto riesgo.
A lo anterior habrá que agregarse la corrupción en materia de obra pública, evidenciada por la utilización de materiales de muy mala calidad e incluso de ejecución poca o nada profesional. A esto deberá añadirse la práctica universal de la autoconstrucción, tan común en nuestro medio. O sea, la edificación de inmuebles ajena a normas y controles oficiales con los riesgos inherentes.
Volviendo a la percepción generalizada de que los fenómenos geológicos están en aumento y que cada vez son más destructores, los mismos expertos la adjudican a la globalización, a la diversidad e inmediatez de los medios de comunicación. Antiguamente la noticia de un terremoto en China, por ejemplo, aparecía en América muchos días después perdida en páginas interiores de los diarios. Hoy los medios electrónicos, el internet y las redes sociales la divulgan al momento de suceder con amplio despliegue de imágenes estrujantes y dramáticos testimonios.
Revela el mismo SIGEU que cada año se poducen en el mundo de 12 mil a 14 mil sismos –unos 50 diariamente– de los cuales sólo algunos son catastróficos.
Red de sismógrafos
Otra dato que explicaría la percepción de que los terremotos están en aumento, es la instalación en los últimos 20 años de un gran número de sismógrafos en todo el mundo, logrando con ellos una detección más rápida y precisa de los sismos. Mientras que a mediados del siglo pasado operaban unas 350 estaciones sismológicas, hoy existen más de 4 mil distribuidas en el globo, particularmente en las zonas consideradas como de alto riesgo sísmico.
En México, a propósito, existe una red de sismógrafos localizados en la Brecha de Guerrero o Trinchera de Acapulco, por ser allí donde se piensa ocurrirá el próximo gran terremoto. Los sensores están interconectados a una central que, al registrar cierta magnitud, disparan una señal de alerta por radio hasta la Ciudad de México. Si el movimiento alcanza los 5 grados Richter se trasmite la señal a estaciones estratégicas como la CFE y el Metro capitalino. Si el evento llega a 6 grados se dispara la alarma general y a una señal se tramite a todas las radiodifusoras del Valle de México. Originalmente se había incluido en el proyecto a las televisoras comerciales, pero por la apatía de las mismas se restringió a la radio
Iniciado el 1 de septiembre de 1991 el Sistema de Alerta Sísmica (SAS) ha tenido hasta ahora muchas fallas pero también aciertos innegables. En algunas ha originado falsas alarmas y en otras omisiones ostensibles. Según sus responsables todo es cuestión de un perfeccionamiento técnico. También de muchos millones de dólares para ampliar el ingenioso sistema a otros puntos focales del país.
¿Falacias?
El profesor Francisco Vidal Sánchez, sismógrafo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, España, desmiente una creencia común y cerrada sobre los terremotos, sostenida incluso por especialistas en el tema. Se refiere a la que establece que si en una zona de riesgo no han ocurrido movimientos de tierra durante mucho tiempo, pronto ocurrirá un sacudimiento de gran magnitud. Se ha ubicado en tal predicamento, entre otras ciudades, a Acapulco, México y San Francisco, California, además de la región de la Costa Grande.
Al respecto, Vidal Sánchez afirma: “La falta de actividad sísmica no significa necesariamente que tiene que ocurrir un gran terremoto. Ello porque un incremento o disminución en la actividad sísmica forma parte a menudo de la variación natural en la sismicidad de la zona. Así ha sucedido en diferentes partes del mundo. Y es que la energía se “relaja” antes de toda su acumulación posible en un sitio, mientras que en otro se libera de una sola vez. Es decir, actúa de distinta manera de uno a otro sitios”.
Insiste el experto español que por ahora los científicos no tienen forma de saber si un aumento o disminución de la actividad sísmica en una zona conducirá a un evento geológico menor o a un gran terremoto. Lo único cierto hoy en día es que éstos serán más devastadores entre más poblada sea la zona afectada, acota Vidal, finalmente.
México, zona de alta sismicidad
Por su parte, Margareta Wahlsrtöm, representante especial de Naciones Unidas ante un organismo que lucha por la reducción de riesgos de desastres, recuerda que ocho de las ciudades más pobladas del mundo se asientan sobre zonas de alta sismicidad. Ellas son Tokio, México, Nueva York, Bombay, Shangai, Calcuta y Yakarta.
Reunidos en Ginebra, Suiza, los representantes de un organismo de la OEA especializado en investigaciones sobre epidemiología y desastres, el Centro de Investigación sobre la Epidemiología de Desastres (CRED), evaluaron fenómenos como terremotos, tsunamis y ciclones. Datos surgidos en ese foro revelan que en la última década del siglo XX se produjeron en el mundo 3 mil 852 desastres que, en total, cobraron 780 mil vidas, afectaron a unas 2 mil millones de personas e implicaron costos superiores a los 980 mil millones de dólares. De acuerdo con dicha evaluación, el 85 por ciento del total de esas víctimas mortales se ubica en Asia, continente en el que han ocurrido los desastres más mortíferos de la propia década. Figura entre ellos el tsunami de Indonesia, en 2004, que provocó la muerte de 226 mil 408 personas.