Leyendo los periódicos digitales de Argentina de ayer por la tarde, no nos queda más que reconocer que los sudamericanos siguen siendo los campeones de la autoestima. Lloraron como cuatro horas la derrota, con su tinto al lado y todo; analizaron el partido, minuto a minuto y jugador por jugador, y se la mentaron a quien debían: conchaesumadre.
Un diario incluso abrió una página al respecto a la que inmediatamente se conectaron unos diez mil dolidos, decía: La tristeza no tiene fin, La Nación abre un espacio para reflexionar sobre la eliminación de Argentina. Por la tarde, otro diario (La Razón –creo–, un teclazo me lo borró del mapa y ya no lo pude ubicar), cerraba así la noche argentina: “Y ahora, leamos lo que ha pasado en política estos 22 días”. Vuelta de hoja, que elegancia, carajo.
Así debimos retirarnos nosotros, pero Lavolpe insiste en que dejó a la selección en el mejor lugar de su historia, y Hugo ronda al oler a la presa herida, sin saber que ésta es de madera argentina, y para él es indiscutible que dejó a la selección en el mejor lugar de su historia. Y con esa idea se irá de este mundo, perdón, de este mundial.
Después de esto no nos queda la menor duda de que Lavolpe puede ser el mejor secretario de Gobierno que puede tener el gabinete de Zeferino. Vaya, sería un complemento perfecto a la hora de sustituirlo en las conferencias de prensa. Ahora que el casi ex técnico de la selección se quedará sin empleo pero con diez millones de dólares en su chequera, nada le vendría mejor como venir a batear a la prensa y a los políticos y ciudadanos molestos.
He aquí un ejercicio de los resultados que nos podría traer esta importación de lujo a tierras sureñas:
–¿Señor Lavolpe, que opina de los recientes hechos de violencia?
–Cuáles hechos pelotudo, esto pasa aquí y en Laredo, en Tijuana y en Tamaulipa’, esto pasa en todo el paí’.
–¿Señor Lavolpe, qué opina del paro de los policías estatales, que demandan aumento?
–Íiiooo lo dije bien claro desde que asumí el mando al sustituir a un señor, como se llama, Shavadíiiia, el gobierno no actúa bajo presión.
–¿Pero están ahí afuera del Palacio de Gobierno, qué les va a decir?
–Pero vos sos un boludo, son unos cuantos ardidos los de achá afuera, no entienden mi trabajo.
–De los violentos, insisto, con el debido respeto, ¿parece que sus jefes ya operan aquí?
–Íiiooo no los conozco.
–¿Pero usted es el encargado de la seguridad interna?
–Decís puras estupideces, tú que sabes de la seguridad interna, y ya dije, yo de eso ni quiero ni puedo.
–Señor Lavolpe, está quemando el mantel de la mesa con su cigarro.
–¿Querés que te de un retorzón de oreja? Meteeete con tu trabajo y dejaaame en paz.
–¿Por quién va a votar el domingo, señor Lavolpe?
–Por quien pague más… corrijo, por el que gane.
–¿Nos puede hacer una autocrítica de su trabajo?
–Una autoqué… vete a un carajo, esa palabra no existe.
–Señor, no nos está respondiendo claramente.
–¿Y qué querés, qué querés, la prensa mexicana siempre está cojiéndome de las bolas, critica y critica, no ven nada positivo en este gobierno.
–Explíquese señor.
–Vaya, hasta que escucho una pregunta decente.
–Explíquese pues.
–Quieran a su estado, digan linduras, hablen bien. Así un día esto parecerá una ciudad de Argentina. Es todo, buen día. Los amo.