EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Cuentistas anglosajonas (Primera de tres partes)

Federico Vite

Febrero 13, 2018

El asesinato de Margaret Thatcher (Traducción de José Manuel Álvarez Flores. Colección Áncora y Delfín, ediciones Destino, España, 2015, 250 páginas), de Hilary Mantel, nos muestra una variante narrativa de esta novelista que ha ganado dos premios Man booker.
La mayoría de los cuentos son realistas, con finales abiertos. Los motores que ponen en marcha las historias suelen ser personajes invasivos, por ejemplo, el cuento inaugural: Perdone la molestia. Narración ambientada en Arabia Saudita, durante los años 80 del siglo pasado, en la que un empresario paquistaní, Ijaz, deja de ser un espontáneo al ruedo y se transforma en un celoso pretendiente de la narradora. La historia enfatiza, desde la comedia, el contraste entre la cultura sexual de un país árabe y de un país anglosajón. Pero el bordado de este cuento es lo que más impresiona. Hilary fusiona las anotaciones de un diario con las esporádicas visitas de Ijaz, las conversaciones con el esposo de la protagonista y los encuentros que ella mantiene con las vecinas, quienes estudian literatura moderna por internet. Aparte de la amalgama de hechos, se suma una enfermedad ligera de la narradora, una molestia que la obliga a ingerir medicamentos. Debido a lo vertiginoso de su vida, la protagonista acaba el texto con una frase sorprendente: “Es difícil captar exactamente lo que sucedió”. Esa oración pone en perspectiva todos y cada uno de los nudos que sostienen la trama de este cuento. Esta es la propuesta narrativa mejor lograda del libro. Texto equiparable, por el arrojo y por la punzante crítica social, a El asesinato de Margaret Thatcher, propuesta que en su momento fue considerado una blasfemia, una provocación. Publicado por el diario The Guardian, después de que muchos rotativos se negaron a divulgarlo, este texto narra otra intrusión. Un asesino se hace pasar por plomero para utilizar el balcón de la narradora (una señora entrada en años), desea tomarle una foto a Margaret Thatcher, quien abandona una clínica después de una intervención quirúrgica. La señora se da cuenta que el hombre miente, pero zanja la cuestión diciendo que está de acuerdo con él. El asesino bebe un poco de té mientras se prepara para consumar la misión y habla mucho de su causa, del ánimo real de su odio contra la señora Thatcher. Se trata de Irlanda, dice, solo de Irlanda. El cuento tiene un final potente, bien logrado, exquisito.
Mantel retrata con acierto los anhelos de las clases bajas. En el texto La coma evoca el idílico Londres rural y sus misterios crueles. En El QT largo diseña perfectamente la intempestiva muerte de una mujer en una fiesta. Literal: le rompen el corazón.
¿Cómo la conoceré? Aborda con asombrosa ironía y crueldad las estancias de una escritora enferma en la campiña londinense. En la escuela de inglés, Hilary retrata el daño sicológico y económico de la violación a una migrante. Nos recuerda que la competencia lingüística es otra forma de la riqueza.
En Delitos contra las personas y El corazón falla sin avisar Hilary narran las tragedias familiares desde el punto de vista de las hijas. El lector notará cómo el tono rosa de la adolescencia se transforma en negro total. Terminal y Vacaciones de invierno forman parte de una estética gótica y fantasmal; sobre todo el primero de estos. Esta es una muestra importante del trabajo de una gran narradora.
Vampiros y limones (Traducción de Victoria Alonso Blanco. Tusquets. España, 2014, 277 páginas), de Karen Russell, explora diversos registros de la literatura fantástica. Abrevaba de maestros recientes del género como Clive Barker, Alan Moore, Ted Chiang y Stephen King. No propone aspectos novedosos en la ficción fantástica, pero capitaliza muy bien sus lecturas.
Destaco tres cuentos de los ocho de este libro, Vampiros y limones, Devanando para el imperio y Los nuevos veteranos. En el primero, la autora ofrece una variante a los ingentes mitos vampíricos. Pues en el relato, estas criaturas de la noche vencen la sed de sangre con el jugo de limones cultivados en Sorrento. Aquí el tono humorístico es el logro de Russell.
Devanando para el Imperio ocurre en Japón, durante la era Meiji, y aborda la progresiva transformación de la narradora y de las obreras del taller en gusanos de seda. La fantasía de horror se cumple cabalmente. El símil de que todo obrero se vuelve un monstruo iracundo es convincente.
Los nuevos veteranos se afinca en el realismo y muta a un tópico: la reescritura del destino. Hay mucha cercanía con El hombre ilustrado (Bradbury dixit), mucha. Después de la guerra de Irak varios solados reciben una rehabilitación especial con masajistas. Un sargento, quien se tatuó un paisaje iraquí en la espalda —al igual que su batallón— para honrar a un compañero que murió al explotar una mina, obtiene progresos sobresalientes en la medida que la masajista reajusta el tatuaje. El cuento logra un gran diálogo entre lo real y lo simbólico. Desgraciadamente, el final elegido por la autora no es el mejor.
Reglas para hinchas en la Antártida, según Dougbert Shackleton habla del partido anual de los Krill contra la Ballena, celebrado en los Juegos de la Cadena Alimenticia. Es una sátira de los fanáticos de los deportes y de los ecologistas ortodoxos.
El monigote insepulto de Eric Mutis detalla un caso de bullying. Está contado desde el punto de vista del agresor y enfatiza la relación que el violento mantiene con un muñeco que le recuerda a la víctima. Es el prototipo de los cuentos en talleres de ficción fantástica: mucho suspenso, mucho, que se podría haber resuelto en la página 10, no en 30.
La legión de gaviotas desciende sobre Strong Beach, 1979 narra la rivalidad entre hermanos. El mayor se enamora de la chica que el menor ama. Para evadir esa herida emocional, el chico se obceca con un ejército de gaviotas, “carroñeras cósmicas”, que roba a la gente pedazos de vida y con ello se modifica el futuro. Un texto que podría tener mayor alcance si se afina el conflicto principal.
El establo al final de nuestro mandato es de un humor político apetecible. Rutherford Birchard Hayes, al igual que otros ex presidentes de Estados Unidos, reencarnan en caballos. Todos los mandatarios reciben la misma ración de manzanas agusanadas y evocan los buenos tiempos ya idos como si fueran ilustres e inteligentes caballeros.
La Ventana de Hox River, un gótico western, ocurre en Nebraska en el siglo XIX. La historia refiere un proceso extraño para obtener la escritura de las tierras: se debe tener una ventana de vidrio empotrada en una choza de adobe para conseguir el título. Así que las familias se prestan el cristal cuando se anuncia la visita del inspector, una espectral y burocrática figura que realmente aromatiza de horror el cuento.
Los cuentos de Russel poseen inteligencia narrativa y una arquitectura fantástica, dotes de una escritora leída y educada; pero carecen de oficio, a pesar del músculo narrativo que presumen. Aún son verdes los frutos de esta narradora que ha tenido la fortuna de ser traducida a muchísimos idiomas. ¿Por qué Tusquets no apuesta por una joven narradora mexicana que escriba cuentos de ficción fantástica? ¿Por qué? Que tengan un buen martes.