Humberto Musacchio
Diciembre 07, 2015
Tenemos más de un cuarto de siglo con Conaculta y sin Secretaría de Cultura. El primero nació como resultado de una simple circular de Carlos Salinas de Gortari, quien pasó por encima de los institutos de Bellas Artes y de Antropología e Historia, que cuentan con ley constitutiva. La creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes implicó duplicidad de funciones y desperdicio de recursos, pero finalmente ha funcionado y, en todo caso, con voluntad política se pueden enmendar diversos problemas que presenta el organismo hasta ahora encuadrado en la SEP. Sin embargo, inopinadamente, el Congreso de la Unión recibió la iniciativa presidencial para crear la Secretaría de Cultura y ahora nos enteramos, por voz del secretario de Educación Pública, que la razón es que la SEP “no tiene tiempo suficiente para atender y para darle esa fuerza política que hoy no tiene el Conaculta”, lo que parece irrebatible si atendemos a lo atareado que está don Aurelio Nuño. Pues sí, pero tampoco es cosa de aprobar al vapor todo lo relacionado con la nueva secretaría. Está de por medio el patrimonio histórico y artístico. Por lo mismo, no parecen aconsejables ni necesarias las prisas.
Murió Enrique Ruiz García
En la ciudad de México, donde se estableció desde 1968, murió Enrique Restituto Ruiz García, nacido en España en 1925, aunque durante muchos años el autor de esta columna y otros incautos creyeron que el citado periodista, más conocido como Juan María Alponte, había nacido en 1934. Una versión periodística dice que, perseguido por el franquismo, decidió venir a México. No hay prueba alguna de que así hubiera ocurrido ni de que el hombre conocido también como Hernando Pacheco y Restituto de la Cierva, entre otros seudónimos, fuera opositor a la dictadura del “caudillo de España por la gracia de Dios”. Una versión atribuye su llegada a México a Luis Echeverría, entonces secretario de Gobernación, lo que podría explicar su incorporación al periódico El Día y la facilidad con que, pese a su estilo untuoso, se hizo de programas en el Canal 11 y de plaza de profesor en la UNAM. El señor de los mil nombres colaboró también en el viejo Uno Más Uno, en La Jornada y El Nacional y durante su estancia en México escribió una docena de volúmenes. Hace algunos años se le veía pasear por las calles de Coyoacán llevando a su perro tomado de la correa mientras él caminaba, sin tropezarse, haciendo como que leía un libro. Un tipo peculiar.
Denuncian plagio ¡de danza!
A esta república llega desde Tijuana una inusitada denuncia enviada a Cuauhtémoc Nájera, coordinador Nacional de Danza del INBA, por el plagio de una coreografía. Por supuesto, hay diversos aspectos de la danza escénica que unos coreógrafos toman de otros, pero “las similitudes y coincidencias son una cosa y el abuso de confianza es otra”, dice el denunciante, Henry Torres Blanco del grupo tijuanense Lux Boreal, quien señala que Ebert Ortiz, en la clausura de un taller de danza para actores, puso como propia una obra que toma “gestos, frases, elementos escénicos, configuraciones y diseños” de la obra La cuarta sala, de la autoría de Torres Blanco. Al parecer no es ésta la primera vez que se ha reconvenido a Ortiz por su propensión a copiar a sus colegas, lo que resulta muy triste, porque la danza en México se desarrolla en medio de dificultades sin cuento, con bajos salarios o sin ellos, sin salas adecuadas para ensayos ni para funciones, por lo que es inaceptable que encima de tanta dificultad los coreógrafos tengan que cuidarse de las mordeduras de sus compañeros.
Los cómplices del plagio
En un artículo publicado en Observatorio de Historia, Luis Fernando Granados recuerda que a mediados de este año se descubrió que Rodrigo Núñez Arancibia, “graduado en El Colegio de México, profesor de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (y) patrocinado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología”, era un plagiario, pues, como decimos coloquialmente, se había fusilado sin clemencia trabajos de autoría extranjera que firmó como propios. Hace dos años Boris Berenzon, de la UNAM, fue atrapado en un caso similar y ahora mismo hay un escándalo en la Universidad de San Luis Potosí por algo parecido. Para Granados, “la causa de la corrupción académica es… el hecho de que el estatus y el salario de los profesores depende de la medición de su trabajo científico y no tanto de su calidad”. El Sistema Nacional de Investiga-dores, agrega el autor de esta columna, premia la cantidad, pero no se preocupa por la calidad. Una prueba es que quienes otorgan ratificaciones y ascensos en el sistema de becas no son necesariamente especialistas en la materia que juzgan. Si lo fueran, estarían al día y sería más difícil hacer trampa.
Breviario…
El Festival Internacional de la Imagen (Fini 2016) se hará en abril del año próximo y en él se entregará un reconocimiento al fotógrafo zacatecano Pedro Valtierra. @@@ El nuevo coordinador de Humanidades de la UNAM es el escritor Alberto Vital, quien hasta ahora se desempeñaba como director del Instituto de Investigaciones Filológicas.