Arturo Martínez Núñez
Julio 13, 2021
El pasado miércoles tuve el gusto de visitar la comunidad de Ayahualtempa, perteneciente al municipio de José Joaquín de Herrera. No trataré en este artículo acerca de los muy graves problemas que aquejan a esta y muchas otras comunidades del estado de Guerrero en general y de la Montaña Baja en particular y que son de todos conocidos. Más que hablar de los problemas hay que hablar de las propuestas para resolverlos.
En Ayahualtempa se realizó un jolgorio en donde participaron artistas y talleristas de distintas especialidades que durante tres días interactuaron con los pobladores de la comunidad, sobre todo con las niñas y los niños, para poder iniciar un diálogo que permita instalar de manera permanente actividades y Semilleros Creativos, para potencializar la cultura local, para escuchar a la comunidad, para saber qué actividades les gustaría realizar. Algunos optan por la música, otros por el teatro, la pintura o la expresión escrita. Lo más interesante de estos procesos es que se logra ingresar a las comunidades y ocupar las plazas públicas para construir los planes y las acciones que ahí mismo se desarrollarán.
El mero hecho de que la comunidad pueda estar disfrutando sin miedo en la plaza pública de actividades culturales, transforma la realidad y ayuda a sembrar en los niños la idea y la práctica de actividades que se creían reservadas solamente para la gente de centros urbanos importantes.
El gobierno de la República a través de la Secretaría de Cultura, ha implementado programas similares precisamente en áreas de alta y muy alta conflictividad social y delincuencial. Fue en Guerrero, en Ciudad Renacimiento de Acapulco, donde este programa tuvo sus orígenes cuando se creó la Orquesta Infantil y Juvenil de Renacimiento, esfuerzo emblemático de lo que puede ocurrir cuando se rompen los círculos viciosos y se transforman en círculos virtuosos; cuando se rompe el miedo y se construye la esperanza; cuando se derrota al mal haciendo el bien.
El Jolgorio de Ayahualtempa dará resultados y logrará que esta pequeña comunidad rompa el cerco que existe a su alrededor y a través de la cultura se recobre la armonía en la región.
Esto no significa que la cultura vaya a sustituir las funciones importantísimas de las secretarías de Seguridad Pública, de Gobierno, de Desarrollo Rural, de Educación, ni de Salud. Lo que es un hecho comprobado y no una hipótesis de trabajo, es que la cultura logra abrir y romper los cercos que encierran, abrir las plazas públicas y liberar las cadenas que la delincuencia y la violencia, venga de donde venga, generan alrededor de nuestras comunidades. La cultura en todas sus manifestaciones, une, genera libertad, construye espacios de neutralidad, y transforma vidas.
La cultura debe de ser entendida como un proceso en donde al centro está la gente. La Secretaría de Cultura no debe ser la secretaría de los artistas, sino la secretaría que garantice que los derechos culturales lleguen a todas y todos los guerrerenses.
La cultura es la herramienta más poderosa para transformar a las comunidades, para regenerar el tejido social y para generar espacios de paz y de armonía que deben de ser complementados por la mano del estado en los demás ámbitos de su competencia (educación, salud, desarrollo económico y seguridad).
El esfuerzo que se realiza en Ayahualtempa y que debe de ser replicado en cientos de comunidades y colonias del estado, debe de realizarse no como una estrategia de folclorismo nostálgico sino como una estrategia de inclusión, de empoderamiento, de recuperar la identidad comunitaria, de ayudar a que la gente reconozca la valía de su propia cultura y que a partir del arte, del canto, de las letras, de la música y del baile, la gente recupere la ilusión de un mejor porvenir.
La Secretaría de Cultura no debe de ser un accesorio, ni la secretaría de las danzas, de las becas o de los artesanos; la Secretaría de Cultura puede y debe convertirse en la secretaría de la integración comunitaria, en la secretaría de prevención del delito, en la secretaría de la identidad y en la secretaría que oriente los esfuerzos en materia de desarrollo económico y desarrollo turístico. Nuestros estados hermanos de Oaxaca, Chiapas y Michoacán por mencionar solo algunos, han entendido perfectamente el poder de la cultura como herramienta de la reconciliación pero también como herramienta del desarrollo económico, social y turístico.
Ojalá que la administración que encabezará la licenciada Evelyn Salgado Pineda vea en la cultura una actividad estratégica y no solamente un mero adorno o un simple accesorio. El tema clave es el presupuesto que se asigne para dichas actividades. Lo importante no es quién encabece la secretaría sino el proyecto que se vaya a desarrollar. Lo hemos dicho y lo repetimos: antes de hablar de nombres, hablemos de proyectos.