EL-SUR

Martes 16 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

De la defensa al ataque

Silvestre Pacheco León

Julio 04, 2022

Después de conocer la importancia que tiene la organización social y diversa en la reivindicación de su derecho a un ambiente sano, Zihuatanejo en diez años pasó de la defensa de sus recursos naturales al ataque contra sus depredadores.
Cuando a principios del presente siglo la comunidad porteña salió al rescate de su bahía en riesgo de colapso por la contaminación causada por la negligente gestión del drenaje de la ciudad y la corrupta complicidad de las autoridades federales que permitían a los inversionistas privados hacer y deshacer en cuestión de obras en la zona federal, la sociedad de Zihuatanejo había vivido en 1992 la experiencia de salvar sus árboles y plantas de la acción depredadora de los urbanistas a cargo de la remodelación del Paseo del Pescador, los cuales amenazaban con la destrucción de la cancha deportiva como el lugar más concurrido de la plaza municipal.
Fue un entrenamiento intensivo la defensa de palmeras, amates y árboles frutales que los vecinos cuidaban como parte de su casa y que los urbanistas invadieron con afán destructor.
Siguiendo la misma escuela tradicional del color gris del cemento contra el verde, vital, los urbanistas actuaron de manera prepotente mostrando su incapacidad para comunicarse con los supuestos beneficiarios de la obra.
Bajo la idea de que dejar sin vegetación un terreno es algo necesario para pasar del estado salvaje y natural a lo moderno y artificial con lo que todos debemos estar de acuerdo. Por eso mientras para ellos la deforestación no requería de la opinión de los vecinos, se encontraron frente a una realidad desconocida, porque por primera vez la comunidad parecía ofendida y fuera de la realidad porque apreciaban más el respeto a su entorno que la relumbrante obra de remodelación anunciada.
No cabía duda que se trataba de un sociedad ajena a lo moderno y malagradecida, que prefería la sombra de un árbol común y una vieja cancha deportiva en vez de una plaza moderna.
Pero urgidos para atender las quejas de los vecinos alarmados por la destrucción de sus árboles, los urbanistas y las autoridades buscaron justificar dicha acción con respuestas carentes de sentido común para mayor indignación de los supuestos beneficiarios.
Argumentar que las palmeras con sus cocos eran un riesgo al caer para los paseantes, igual que los frutos de las higueras por venenosos, eran respuestas risibles que de ninguna manera justificaban su derribo.
Fue entonces cuando se les ocurrió la amenaza de que si continuaban las protestas contra la obra el recurso de la remodelación se iría a otro lugar pero el resultado fue contraproducente porque la mayoría estuvo de acuerdo que era mejor que se llevaran el recurso a otro lado donde provocara menos daño.
Casi indignados por esas respuestas de los supuestos beneficiarios de la obra, sus argumentos se fueron al otro extremo pretendiendo explotar el sentimiento de gratitud de los vecinos cuando dijeron que la remodelación era un regalo que el gobernador quería dejar para Zihuatanejo. La respuesta fue contundente en el sentido de que el dinero de la obra era público, que no salía de la bolsa del gobernador para andarlo regalando.
Ya para tranquilizar la discusión que estaba llegando a un clima candente una de las vecinas dijo que en aras de que el regalo del gobernador se aprovechara en beneficio de todos, proponía que en vez de la remodelación del Paseo que tantos problemas generaba, el dinero mejor se destinara a la rehabilitación del sistema del drenaje que desde entonces mostraba una saturación muy riesgosa.
Esa contrapropuesta secundada por la mayoría de los vecinos cambió de inmediato el ánimo de la discusión y las autoridades accedieron a revisar con los vecinos los detalles de la remodelación, pues era evidente su oposición a invertir en una obra que va debajo de la tierra y que nadie ve a una obra de relumbrón, aunque no se necesite.
Por eso cuando las autoridades respondieron que para ello tenían preparado un programa aparte, mejor se aplicaron en buscar el consenso para continuar con la obra de la remodelación, la cual mostró a cada paso sus inconsistencias.
Habían dispuesto, por ejemplo, que los vendedores de ceviche instalados a un constado del palacio municipal, bajo un frondoso amate, fueran trasladados a un lado de la desembocadura del canal de aguas pluviales que divide la Playa Principal de la Madera, en un lugar donde queda el relicto de una selva de mangles que han sobrevivido gracias a que esa ubicación magnífica que está concesionado a la Semar, organismos que cuando supo las pretensiones de la remodelación, dispuso de una vigilancia permanente para impedirlo. (los constructores no habían investigado que había ese pequeño inconveniente).
Pero el escándalo mayor se produjo cuando esos urbanistas dijeron que cambiarían de lugar la cancha de basquetbol para ampliar la plaza municipal.
El anuncio de que la cancha sería reubicada movilizó a cientos de deportistas en contra porque suponían que era una patraña para dejarlos sin ese espacio deportivo.
Esa fue la razón que llevó a los deportistas de la liga de basquetbol a oponerse también a la remodelación impuesta.
Tras la postura de los jóvenes se parapetaron todas las organizaciones sociales, comerciales y productivas que habían dado el sí a la remodelación pero sin la explicación a detalle de los daños colaterales que eso implicaba.
Toda esa parte de la discusión entre vecinos y autoridades se difundió ampliamente gracias al papel de la prensa local que retomó el caso con entusiasmo dando voz a los vecinos y cuestionando el papel de las autoridades. Periódicos como Enlace, de Rafael Rivera Millán, La Brecha Guerrerense de jóvenes universitarios, Diario 17, Diario de Zihuatanejo, Zihuatanejo Presente, y también la prensa nacional como Excelsior y La Jornada abrieron sus puertas a las organizaciones pioneras defensoras del medio ambiente como la Sociedad Protector de Animales y la Asociación de Ecologistas y a los líderes juveniles de entonces como José Martínez Espino, regidor de Ecología, Rafael Lobato Castro y Jorge Luis Reyes como representante de la Asociación de Ecologistas y José Luis Álvarez dirigente de los deportistas.
Así se llegó al final del año 1992 con la obra de remodelación a la mitad y la plaza llena de cascajo, basura y escombro como venganza contra un pueblo digno que no se amilanó ante el poder del gobierno de Francisco Ruiz Massieu
Todo por dejar en manos de un organismo bastante devaluado en credibilidad y eficiencia como el Fibazi dirigido entonces por un ilustre desconocido de apellido Nogueda Pozo la ejecución de una obra de relumbrón que no era prioridad para el puerto.
Diez años después la sociedad de Zihuatanejo estaba preparada para enfrentar con éxito la grave contaminación a que llegó la bahía.

Transformar las mentalidades, promover la paz, la identidad de Acapulco, la finalidad del programa, destaca la alcaldesa