EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

De la importancia de la agroecología en la agricultura familiar

Octavio Klimek Alcaraz

Agosto 27, 2022

A partir de la denominada Revolución Verde de la década de 1960 en adelante, diversos países han apostado a un modelo agrícola comercial industrial basado en monocultivos de altos rendimientos. Se trata de procurar grandes volúmenes de productos agrícolas demandados en muchos casos a nivel global. Muchos gobiernos en distintos países los han fomentado con grandes subsidios, ya que a cambio de ello al exportar reciben divisas que les permiten lograr balanzas comerciales favorables entre países.
Sin embargo, el apostar a dicha agricultura comercial industrial implica la dependencia de paquetes tecnológicos caros para los productores, propiedad de grandes empresas agropecuarias globales. Pero el problema no es sólo de dependencia tecnológica, sino que también dichos paquetes tecnológicos tienen consecuencias adversas. La causa es que se utilizan de manera regular e incluso intensa plaguicidas y fertilizantes químicos requeridas por semillas patentadas –en muchos casos semillas transgénicas–, que por ejemplo requieren herbicidas como el glifosato, que hoy se encuentra en vías de ser prohibido en el país. En general, las sustancias químicas usadas masivamente en la agricultura comercial industrial crean problemas de contaminación ambiental y en la salud de las personas, en especial de los trabajadores agrícolas de éstos. Además, el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos va a acelerar la pérdida de biodiversidad en el entorno –como es el caso de insectos polinizadores–, la degradación de suelos, hasta el aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros efectos adversos.
En muchos casos se han destruido y se destruyen ecosistemas naturales completos al requerirse grandes superficies para los cultivos. Con ello, se pierden espacios de vida para la biodiversidad y diversos servicios ambientales. De especial importancia es que estos monocultivos exigen grandes volúmenes de agua sobreexplotándose aguas superficiales y acuíferos en detrimento del agua para las personas.
Todo uso intensivo, irracional y no sostenible de los recursos naturales va a generar no sólo problemas ambientales y de salud pública, sino también sociales y económicos en las comunidades del entorno donde se realizan dichas prácticas. Esto debido a la creciente erosión de los conocimientos tradicionales, la pérdida continua del patrimonio biocultural; además de que la política de subsidios gubernamentales favorece más a agricultores ricos y no a los agricultores pobres, quienes e muchos casos viven eternamente endeudados.
Por todo lo anterior se han fortalecido las alternativas a la agricultura comercial industrial desde el enfoque de la ciencia de la agroecología. Aunque la agroecología se define de múltiples formas se puede simplemente enunciar como lo comunican dos referentes de la agroecología como son Peter Rosset y Miguel Altieri como: “la ciencia que estudia e intenta explicar el funcionamiento de los agroecosistemas.” Agroecosistemas son los ecosistemas de producción estructurados y manejados por ser humano.
La agroecología se nutre del conocimiento tradicional que tienen las comunidades indígenas y campesinas del manejo de sus agroecosistemas en las pequeñas parcelas de carácter familiar (campesino o indígena). Entendiendo que el conocimiento tradicional es ese conjunto de saberes transmitidos de una generación a otra, derivados de la continua interacción de los seres humanos con la naturaleza. En donde en muchos casos se tiende a sembrar más de una especie (policultivos) y a integrar a la ganadería y forestaría con la agricultura. Utiliza principios de la ecología, la ciencia del estudio de los ecosistemas, y al mismo tiempo integra asuntos sociales, culturales económicos, agronómicos en su quehacer. Esto ha permitido que se desarrollen desde el enfoque agroecológico propuestas concretas a la agricultura comercial industrial.
Miguel Altieri comenta en un artículo publicado en el 2009 en la revista Ecología Política que el manejo tradicional “…documenta una estrategia indígena agrícola exitosa y constituye un tributo a la `creatividad’ de los agricultores. Este microcosmos de agricultura tradicional ofrece modelos prometedores para otras áreas ya que promueve la biodiversidad, prospera sin agroquímicos y sostiene producciones todo el año. Muchos de los nuevos modelos de agricultura que la humanidad necesitará para la transición hacia formas de agricultura que sean más ecológicas, biodiversas, locales, sostenibles y socialmente justas estarán arraigadas en la racionalidad ecológica de la agricultura tradicional a pequeña escala, que representa ejemplos establecidos de formas acertadas de agricultura local”.
Asimismo, en el análisis de los estudios agroecológicos existen numerosas evidencias que generalmente es de carácter familiar y muchas veces de familias agrupadas en comunidades rurales (campesinas o indígenas), muestran la superioridad económica y ecológica de la pequeña propiedad, que por sobre las grandes y medianas explotaciones agropecuarias. Los productores minifundistas, como son los agricultores familiares, conservan y hacen un uso más racional y sostenible de los recursos naturales (suelo, agua, biodiversidad, energía, ecosistemas). Además de ser más resilientes al cambio climático.
Al respecto, otro referente de los estudios de la agroecología Víctor Toledo comenta en un artículo publicado en el año 2002 en la revista Agroecologia e Desenvolvimento rural sustentavel: “La explicación es bastante simple y puede seguir varios caminos. Una propiedad grande no permite de entrada el manejo meticuloso y fino que requiere un uso ecológicamente apropiado (por ejemplo, la delicada variación de los suelos queda suprimida en las grandes extensiones o la manipulación de cultivos múltiples o el control biológico de las plagas)”.
Por ello, la agroecología está demostrando que la alternativa es potenciar las prácticas de la agricultura familiar para reducir el hambre y la pobreza, así como conservar la biodiversidad, y mitigar y adaptarse al cambio climático.
Sin embargo, muchos de los conocimientos tradicionales que son base de estudio de la agroecología, están siendo erosionados de manera veloz por la modernidad de la economía de libre mercado o saqueados a través del fenómeno de la biopiratería. Ante ello, surgen conceptos como el de patrimonio biocultural, ese legado ancestral que está conformado por los conocimientos tradicionales que los pueblos y comunidades indígenas, han edificado a partir de procesos de muy larga duración, en interrelación directa con la naturaleza.
En el tránsito hacia un desarrollo rural sustentable, la agricultura familiar de pequeña escala precisa generar modelos agroecológicos que sean apropiados a las condiciones ecológicas, culturales y productivas de cada región del país. El éxito de estos modelos agroecológicos de la agricultura familiar se basa sin lugar a dudas en la salvaguarda del conocimiento tradicional y del patrimonio bicultural de los pueblos y comunidades indígenas.