EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

De policías y alcaldes

Jorge G. Castañeda

Octubre 13, 2023

 

Ante los temores y excesos que de manera inevitable genera la inseguridad, muchas capitales o grandes ciudades en el mundo han recurrido en diversos momentos a alguna versión de la mano dura. O en todo caso, los habitantes de urbes inseguras contemplan con buenos ojos la opción de hacerse de autoridades con antecedentes policiacos, o de plano de policías en funciones.
Si además existen personajes carismáticos o con un historial de éxito, la tentación de entregarles la seguridad de sus familias, de sus calles y barrios se vuelve casi irresistible. En México hemos pasado por episodios parecidos –Miguel Ángel Mancera fue procurador, Marcelo Ebrard fue secretario de Seguridad– y en otros países se han producido fenómenos semejantes.
Para los que se entusiasman hoy con la posible candidatura y jefatura de gobierno de Omar García Harfuch en la Ciudad de México, la experiencia reciente de Nueva York puede resultar interesante. Después de 12 años de alcaldía del multimillonario Michael Bloomberg, que trató muy bien a Manhattan y a los barrios ricos de Brooklyn, pero no tan bien al Bronx y a Queens, la ciudadanía neoyorquina eligió a un alcalde francamente de izquierda, Bill de Blasio. Manhattan se fue para abajo, en parte también, desde luego, por la pandemia, aunque los votantes que lo reeligieron pensaron que su trabajo en las delegaciones o los condados menos ricos de la ciudad no lo reprobaron tanto como los neoyorquinos acomodados de la isla de Manhattan.
Terminó un poco en desgracia, incluso con una patética campaña presidencial, y la urbe demócrata de tradición eligió a Eric Adams, un expolicía, como segundo alcalde afroamericano de la ciudad más grande de Estados Unidos. Hizo campaña como un Demócrata más bien de centro, en una ciudad cada vez más de izquierda (la congresista Alexandria Ocasio-Cortez es de allí). La criminalidad creció con De Blasio –de nuevo, también con motivo de la pandemia y de la recesión económica que provocó. La salida a la calle de muchos enfermos mentales de los albergues, el crecimiento del número de los “sin casa”, la ira de los barrios negros contra la policía, el desempleo, en fin, una serie de factores contribuyeron a la escalada violenta en 2021 y 2022. Las farmacias ya colocan bajo llave la pasta de dientes y el jabón, sin hablar de las miles de mercancías en venta en cualquier “drugstore” que se respeta.
Adams viajó a México la semana pasada para ver cómo hacerle para que lleguen menos poblanos a su ciudad. Enfrenta una crisis migratoria inmensa: han desembarcado más de 100 mil migrantes sin papeles a una metrópoli que por ley está obligada a darles albergue y alimentación mientras no puedan trabajar, y no pueden trabajar porque no tienen papeles. No todo es culpa de Adams. Pero su desempeño deja mucho que desear, tanto en las encuestas como en las impresiones que uno se puede llevar al caminar por la ciudad o subirse varias veces por semana al metro.
La popularidad de Adams ha caído, a menos de un año de haber tomado posesión, sobre todo entre la población negra; su aprobación se encuentra en 34 por ciento. La criminalidad tal vez haya descendido un poco, pero la proliferación de “homeless”, de roedores, de basura y de baches, junto con el disparo de los precios de todo, ha desembocado en una insatisfacción con el papel de Adams en Gracie Mansion, la residencia de funciones de los alcaldes (como Palacio Nacional o Los Pinos antes). Todo parece indicar que los atributos que hicieron de Adams un policía adecuado (sin más), no lo conducen a ser un buen alcalde.
La izquierda de la 4T no está con Harfuch. Basta ver la lista de nombres en el desplegado de La Jornada esta semana para entenderlo. Parece que no es buena idea elegir a un policía como alcalde. O por lo menos eso se puede concluir de la experiencia inicial de Nueva York.