EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Del PRD al PRL (Partido de los Radicales Libres)

Saúl Escobar Toledo

Septiembre 13, 2017

El Consejo Nacional del PRD aprobó el pasado 3 de septiembre establecer una alianza con el Partido Acción Nacional (PAN) y Movimiento Ciudadano (MC), propósito que se acreditó ante el INE pocos días después. Todo ello motivó la separación del PRD de varios miembros destacados y diversas manifestaciones de repudio. Frente a ello, la presidenta Alejandra Barrales hizo un llamado urgente “a los que se quieran ir del partido” para que lo hagan “de prisa”. No veo la razón para ello, pero ante las posiciones asumidas por amigos y compañeros de viejas luchas, me permito reiterar mi completa oposición a ese Frente y mi negativa tajante a apoyar a cualquier candidato propuesto por dicha coalición. Las razones de esta discrepancia las he manifestado en diversos momentos y en este generoso espacio editorial de El Sur.
Si para la dirección del partido esta posición les parece incompatible con mi afiliación, entonces valga este escrito como una solicitud de separación del PRD, partido del que fui fundador, miembro de su Comité Ejecutivo Nacional y diputado federal. Aún más, y para que no queden dudas, declaro mi adhesión al Partido de los Radicales Libres (PRL). Este partido es, por supuesto, una ficción, pero parte de la hipótesis de que hay cientos de miles o millones de mexicanos que queremos un cambio de fondo para nuestro país, pero no coincidimos con la propuesta de una alianza PRD-PAN. El PRL no es entonces una organización formal sino una toma de posición, una crítica a lo que consideramos una capitulación del PRD ante la derecha mexicana, y su renuncia a mantenerse como un partido de izquierda.
Los Radicales Libres coincidimos en varias cosas aún más importantes que nuestro repudio a la alianza PAN-PRD (y obviamente al PRI): partimos de un diagnóstico del país según el cual se requieren cambios profundos en el rumbo económico, el régimen político, la lucha contra la pobreza, la violencia, la corrupción, la impunidad y la complicidad manifiesta entre los responsables de las instituciones públicas y la delincuencia. Consideramos también que, para elaborar un programa completo y viable, se requiere de un debate muy amplio y horizontal entre las organizaciones sociales y civiles, y los partidos políticos que realmente se propongan transformar al país.
Dentro del PRL he observado la existencia también de varias corrientes de opinión. Una de ellas repudia a todos los partidos políticos y no ve hasta ahora, ninguna opción electoral atractiva, capaz de conducir el cambio. Otra duda y posiblemente se decida a votar por López Obrador, de Morena, o Marichuy (María de Jesús Patricio) del Consejo Nacional Indígena. Habrá quien lo haga incluso por otros candidatos, cuando sepamos sus nombres y programas.
Las dos opciones conocidas hasta ahora, AMLO y Marychuy, tienen todavía que ganarse la simpatía de este amplio grupo de ciudadanos rebeldes, críticos y activos que yo he agrupado arbitrariamente como miembros del PRL. Como vocero imaginario de ellos, considero que ni Morena ni el CNI están volteando a ver a esta tendencia política. Morena y AMLO están convencidos de que son la única opción y por ello nos han llamado simplemente a sumarnos al apoyo de sus candidatos. Tampoco nos han expuesto el programa que pretenden defender porque, dicen, lo están elaborando un grupo de especialistas. El problema es que, supongo, cuando ese programa quede terminado, también nos llamarán a apoyarlo incondicionalmente, nos guste o no. Según han declarado, piensan que la clave del cambio reside en la elección del presidente de la República y una mayoría afín en el Congreso, pero no nos han llamado a participar activamente en esa transformación más que para emitir nuestro voto en 2018. Sólo, dicen, tenemos que confiar en que AMLO y los diputados y senadores de Morena harán bien su trabajo.
El caso del CNI es más incierto porque no sabemos si lograrán registrar a Marichuy ante el INE como candidata independiente, según lo ordena la ley. Se trata de una organización con muy escasos recursos y casi nula atención de los medios de comunicación por lo que es difícil escuchar sus mensajes, pero han dicho que se trata de “articular los descontentos de todo el país” mediante una organización que se distingue por su calidad moral frente a los otros partidos registrados legalmente. Una campaña que más que recoger votos en las urnas busca una gran movilización social. Ojalá no lleven a cabo esta campaña de manera facciosa y no pongan por encima de estos objetivos, movilizar y organizar, el sectarismo ideológico, convocando solamente a quienes quieren “acabar con el capitalismo” y despreciando la participación de muchos miembros del PRL que por lo pronto resisten los efectos de ese capitalismo y pueden aportar mucho al cambio profundo y radical del país.
Así que, por ahora, muchos Radicales Libres estamos viendo cómo se desenvuelven las cosas antes de decidirnos a votar por un partido y un candidato a la Presidencia de la República. Algunos dirán que formar parte del PRL es una posición cómoda. Puede ser que algunos miembros de esta tendencia política argumenten que “todos (candidatos, partidos, organizaciones) son iguales” y que este país ya no tiene remedio al menos de aquí a las elecciones del 2018 y se desentiendan de cualquier actividad o compromiso. Pero creo que la mayoría del PRL está alerta y expectante, muchos son activistas que están luchando todos los días, organizado la resistencia popular de mil maneras, defendiendo los recursos naturales y los derechos humanos. Pero sienten que los partidos no los han tomado en cuenta.
En el terreno de la actividad intelectual, donde hay personas de todo tipo de profesiones (no sólo los que vivimos de un trabajo académico), formar parte del PRL tiene una ventaja: mantener la libertad de crítica incluso frente a quienes, se supone, representan las causas progresistas. Esta libertad a veces es muy mal vista: bajo la idea de que hay que “definirse” por una opción, se pide también callar la discrepancia. Esta posición no es nueva en la izquierda y tuvo su mayor auge en los tiempos en que los gobiernos de la URSS eran la única referencia ideológica, intelectual y política. Fue muy dañina para la vida de las izquierdas mundiales. Hoy no podemos sufrir una regresión similar y aceptar que no se valen las críticas y la independencia de pensamiento y de acción frente a los candidatos y organizaciones como Morena y el CNI.
Esta autonomía es aún más necesaria en los momentos actuales precisamente porque vivimos uno de los peores tiempos de nuestra historia. Las soluciones posibles a esta situación, casi catastrófica, son y serán muy complejas. Confiar en que un partido o su candidato o candidata tendrán todas las respuestas, es un error. La libertad de crítica nos permitirá actuar y no quedarnos sentados, sin hacer nada, confiados en que los triunfos electorales van a resolverlo todo de manera automática. Y también porque si ganan, digamos, AMLO y Morena, la lucha va a ser más difícil, compleja y esforzada. Así ha sido en otros momentos históricos: cuando una opción política llega al gobierno y se enfrenta al poder del dinero, de la corrupción y de las bandas delincuenciales que pululan dentro y fuera de las instituciones, el cambio está más cerca, es posible, pero también exige un gran esfuerzo de los ciudadanos. Ofrecer un cambio sin advertir que se requiere, desde ahora, una amplia y decidida participación popular, es una manera de sabotear la posibilidad de llevar a cabo esas transformaciones y acabar cediendo ante los intereses de los poderosos. De ahí que resulte indispensable la libertad de crítica y no sacrificarla ante compromisos políticos que pueden ser personalmente muy atractivos.
Ojalá el Partido de los Radicales Libres encuentre respuestas a éstas y muchas otras dudas. Las opciones políticas que van a disputar el poder en el 2018 y realmente se propongan cambiar este país, tienen todavía que convencer a muchos mexicanos.

twitter: @saulescoba