Ángel Aguirre Rivero
Octubre 04, 2019
LA POLÍTICA ES ASÍ
La narrativa de las reconstrucciones en Guerrero y el país, por efectos de desastres naturales, tiene que ver mucho con las dudas sobre la operación de los recursos financieros, con la mala calidad de las obras, y con una revictimización de los damnificados.
Baste recordar la reconstrucción tras los sismos del 10 de diciembre de 2011 y del 20 de marzo de 2012, en 38 municipios de Guerrero, que ocasionaron daños en aproximadamente 3 mil quinientas viviendas de mis paisanos.
Sedesol federal, por medio de su delegación estatal, se encargó de contratar por adjudicación directa a 41 empresas constructoras, con recursos públicos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).
En esa ocasión, la dependencia federal acusó por incumplimiento a 21 empresas, que recibieron recursos anticipados para reconstruir más de 3 mil 500 casas que resultaron afectadas.
En ese tiempo, convenimos con el entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, dividir entre estado y federación los trabajos de reconstrucción de las viviendas. Mi gobierno cumplió con la parte que le correspondía, las 21 empresas (de las 46 contratadas), tras recibir los anticipos, incumplieron con los trabajos y se iniciaron procesos judiciales en su contra, cuyos resultados desconocemos.
Pero ese no ha sido el único episodio en Guerrero y el país relacionado con desvíos en la realización de obra por efectos de sismos o huracanes. La rendición de cuentas, transparencia y seguimiento a estos recursos públicos son, en el país y Guerrero, una asignatura pendiente.
Baste recordar el cúmulo de donaciones que llegaron desde el extranjero y de casa, luego del sismo del 26 de septiembre de 2017, que devastó algunas zonas de la Ciudad de México. Aportaciones que hasta ahora, no se tiene la certeza de su destino; en tanto, damnificados del temblor pasan penurias tras perder sus viviendas.
De igual forma diversos señalamientos por irregularidades en las casas que construyó Sedatu en Chilpancingo, luego del paso devastador de Ingrid y Manuel. Guerrero, como muchos estados a lo largo de la franja del Pacífico, sufre cada año los embates de los fenómenos naturales cuya peligrosidad aumenta por efecto del cambio climático.
Pese a los antecedentes históricos en este renglón, muchos municipios carecen de un atlas de riesgo y miles de familias insisten en vivir en zonas peligrosas. La cultura de la protección civil hay que decirlo, no se ha consolidado.
La Ley General de Protección Civil establece que compete a la Federación coordinarse con las entidades federativas para destinar recursos del Fondo de Desastres Naturales en la atención de emergencias y desastres naturales. Es un trabajo conjunto.
Por otro lado, debo decir que preocupa el recorte que en el gobierno federal se hizo al Fonden desde el Presupuesto de Egresos de la Federación 2019: en 2017 le fueron asignados 6 mil 35 millones 987 mil pesos; para 2018 la cifra ascendió a 24 mil 644 millones de pesos; en tanto que para 2019 fueron presupuestados 3 mil 644 millones de pesos, para 2020 se proyectan 3 mil 800 millones de pesos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha calificado al Fonden como un “barril sin fondo”, y fuente de actos de corrupción, “al declarar una emergencia no se licita nada, todo se compra de manera directa y había toda una constelación de empresas alrededor del Fonden que eran las que vendían todo: láminas, despensas, catres, todo esto manejado por Gobernación”, señaló.
Las acusaciones del Presidente no son infundadas, en los expedientes de la Auditoría Superior de la Federación y en los archivos periodísticos están documentados los desvíos. Sin embargo, no se puede escatimar el apoyo de los damnificados, mucho menos a la prevención.
El paso de Narda por Guerrero y la destrucción que ocasionó llevan nuevamente a la necesidad de declarar un estado de emergencia que permita destinar recursos para atender la contingencia. Falta cuantificar las pérdidas de bienes materiales de cientos de familias, pérdidas y daños en las cosechas y el ganado, afectaciones en caminos y carreteras en 30 municipios. La tarea apenas empieza, y se requiere la participación de los tres órdenes de gobierno para retornar paulatinamente a la normalidad.
Lo último que querríamos ver en Guerrero y los estados devastados por Narda, es el abandono y la desatención.
Por ello celebro la coordinación que ha mantenido el representante del gobierno federal Amílcar Sandoval, con el gobernador del estado, licenciado Héctor Astudillo.
Porque (como lo he señalado en otras ocasiones), la pobreza y los daños ante un fenómeno meteorológico no tienen colores partidistas.
Sólo unidos saldremos adelante.
Del anecdotario
A Efrén Sandoval López lo conocí siendo un niño.
Trabajaba en el Palacio Federal y le facilitaban la azotea, donde hizo su hogar con su familia.
Alguna vez le pregunté por qué le apodaban El Toronjo, y me contestó que era una broma que le habían sacado cuando estudiaba la primaria.
–Es que fíjate Príncipe (así me decía), en una ocasión la maestra me preguntó cual era la capital de Perú y en lugar de decirle Lima, pues le dije toronja, y desde entonces me empezaron a llamar El Toronjo.
Bencho, como cariñosamente le llaman, es un hombre de una lealtad excepcional, pero con las costumbres muy arraigadas de nuestro pueblo, Ometepec.
Cuando lo nombré titular de la Oficina Recaudadora No. 2 de Acapulco, un colaborador me informó: –Oiga gobernador, el señor Sandoval le tiene mucha gratitud, fíjese que visité su oficina y la tiene tapizada de fotografías suyas desde que usted inició su carrera política.
–Pero hay algo que también me llamó la atención…
–¿Qué te llamó la atención? Pregunté.
–Es que en la parte trasera de la oficina tiene gallinas y guajolotes que continuamente cacarean.
Mandé a llamar a Sandoval (quien era muy amigo de mi padre), para preguntarle qué estaba pasando, y sin más preámbulo me contestó: –Mire gobernador, a veces tengo desayunos de trabajo o invito a los amigos de la prensa, y pues aquí preparamos nuestros desayunos o comidas. Y qué mejor hacerlo con gallinas de rancho como a usted le gustan.
Ya no le dije nada, sólo esbocé una sonrisa.Mi querido Toronjito cumplió ya más de 80 años, y ojalá nos viva muchos más, hombres como él nacen muy poco…
La vida es así.