EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

DESDE ZIHUATANEJO

Silvestre Pacheco León

Octubre 01, 2017

El partido del temblor

En la última semana de septiembre el recuento de los muertos por efectos del sismo del 19 de septiembre ascendió a 355, la mayoría ocurridos en la ciudad de México, después Morelos y Puebla, luego el estado de México, y Guerrero en penúltimo lugar con seis fallecidos.
Después de la ocurrencia del terremoto y todavía con el pánico a cuestas vino la etapa de rescate que mostró la enorme vitalidad de los jóvenes cuya rebeldía se sobrepuso al ánimo excluyente de la autoridad para ayudar a salvar vidas hasta agotar los plazos formales de capacidad que tienen las personas para sobrevivir bajo los escombros; luego, paralelamente a la formación de las cadenas humanas para quitar los  escombros de los edificios colapsados, le sucedió el ágil acopio y distribución de víveres para socorrer a los damnificados que tanto perdieron.
Los modernos medios de comunicación electrónica y de geo localización que se utilizaron para ubicar personas bajo los edificios colapsados, sirvieron también para evidenciar y enfrentar la corrupción de las autoridades y clase política acostumbradas a lucrar con los donativos que desvían, ocultándolos para emplearlos en temporadas de campaña.
Entre los episodios de denuncias, disputas y asaltos que casi en tiempo real saturaron las redes sociales, se conformó lo que el escritor Juan Villoro llamó el Partido del Temblor, que tuvo su antecedente en el sismo del 85 cuya aparición se hizo notable en la elecciones federales de 1988.
Pero a diferencia de aquel año que echó por tierra al vetusto edificio monolítico del PRI, ahora el Partido del Temblor obtuvo en pocas horas su primer triunfo todavía en los días del desastre gracias a la movilización ciudadana que facilitaron las redes sociales.
Más de un millón de firmas secundaron la iniciativa de exigir a los partidos canalizar el subsidio que reciben para sus campañas a la causa de la reconstrucción, sin faltar en ella el complemento de medidas radicales que en los días subsecuentes se fueron afinando, como la iniciativa de bajar los sueldos a la casta de los altos funcionarios y a las pensiones que reciben los ex presidentes, y así constituir el fondo que inicialmente se calculó en 50 mil millones de pesos para los estados de la república que fueron afectados.
Para transparentar y eficientar la aplicación de esos recursos destinados a la reconstrucción muchas personas se adhirieron a la propuesta de crear una Comisión Ciudadana de Reconstrucción, como la llamó el historiador Enrique Krauze quien agregó que dicha comisión integrada por intelectuales, periodistas, empresarios y jóvenes, sea supervisada por una contraloría internacional.

La propuesta de los partidos

Los dirigentes de los partidos, aún sin salir del pasmo por lo sucedido, no esperaron en su respuesta para sumarse a la iniciativa, y actuaron como si hubieran sido descubiertos en una acción indebida, primero ofreciendo dar parte de su dinero y después hasta el cien por ciento de sus prerrogativas, a excepción del PRI, partido que se apuntó con 258 millones de pesos para el fondo del desastre, que es el equivalentes al 25 por ciento de lo que recibirá como subsidio en 2018.
A partir de esta determinación comenzaron los análisis para imaginar la nueva situación de los partidos y su posible comportamiento sin el dinero público para sus campañas.
Unos creen que de concretarse la propuesta para que los partidos donen su dinero a la reconstrucción, el mayor afectado sería el PRI (quizá por eso su propuesta del 25 por ciento), que aún no sabe vivir sin el dinero público, aunque aseguran que eso no será problema para él mientras tenga el control del gobierno que le garantiza acceso al presupuesto.
Pero enseguida los afectados, dicen los que saben, serían los partidos pequeños que ahora se mantienen vigentes gracias al subsidio oficial que reciben, más que a los ciudadanos adherentes a sus posturas.
Muchos en cambio coinciden en que los más afectados serían los del llamado Frente Amplio quienes ya hacían cuentas alegres sumando el subsidio de cada uno, con el cual se ponía a la cabeza de la competencia electoral con ese monto millonario.
Los más contentos con la nueva situación serían los de Morena, partido que desde su nacimiento aprendió a vivir en la austeridad con candidatos que pusieron el ejemplo con campañas a ras de suelo como le llaman al método de visitar casa por casa, además de su activo de militantes que, a diferencia de sus contrapartes, han aprendido el valor de aportar lo que tienen a una propuesta sin esperar la dádiva.

Dinero público para la democracia

Sin embargo, lo que queda en pie después del temblor es la realidad en cuanto al edificio democrático que hemos construido, en el cual el subsidio con dinero público es un mecanismo ideado para garantizar la vigencia de los partidos que ve más allá de su uso transparente, pues no se necesita haber vivido muchos años para recordar lo inequitativas que eran las campañas electorales bajo el sistema del PRI gobierno.
Ahora el componente mayor del presupuesto anual que proviene del gobierno es para garantizar la equidad en las contiendas y para prevenir cualquier intención de que el dinero privado penetre y domine la vida de los partidos para pervertirlos y hacerlos al interés de quien los pueda financiar.
Es decir que los partidos deberían ser más mesurados a la hora de sus propuestas porque en aras de asumir medidas populistas ponen nuevamente en riesgo el mecanismo que ha servido para hacer equitativas las campañas, transparentar y controlar sus fuentes de financiamiento.
Lo que le conviene a cada uno de ellos, aparte de reducirse su millonario presupuesto y de idear mejores métodos para redistribuir el ingreso y aminorar las desigualdades sociales, es aplicarse mejor en sus tareas para que no se sientan incómodos con el manejo de sus millonarios presupuestos.
La transparencia en la vida de los partidos, incluido el manejo de sus finanzas sería el mejor aporte al nuevo edificio que se pretende construir, pues no olvidemos que es su deber constitucional educar a los ciudadanos para que puedan acceder al gobierno.