EL-SUR

Miércoles 08 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Dialogando sobre la CRAC

Silvestre Pacheco León

Marzo 27, 2016

Para conocer los orígenes, fundamentos, problemática y perspectiva de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, nuestro objetivo era entrevistar a los fundadores de esa organización en la cabecera municipal de Ayutla de los Libres, en una cita que Suria había gestionado a principios de septiembre del 2014.
En ese propósito Suria y yo vivimos nuestro reencuentro después de 10 años de habernos alejado, cuando ella pretendía que nuestra relación pasara a otro nivel que para mí significaba abandonar a mi familia.
Cuando nuestras vidas parecían orientadas en rumbos distintos, un hecho de interés periodístico nos volvía a juntar en Acapulco, como la vez en que nos conocimos, pero ahora viviendo yo una situación de desencuentros familiares que había hecho crisis con mi mujer Adela.
Nuestra cercanía era parecida a la que habíamos vivido en la sierra, salvo por su bosque de pinos y el viento fresco que lo caracteriza.
Ahora estábamos en el calor sofocante de la costa, entre el peculiar modo de hablar de su gente, como si fuéramos una pareja de adolescentes yéndose de pinta a un lugar desconocido en el último día de clases.
Eran los días finales del 2014 y aún estaba fresca la detención de la comandanta Nestora de Olinalá, y de un grupo numeroso de policías comunitarios por efectivos del Ejército y la Policía Estatal, acusados todos del delito de secuestro y abuso de autoridad, y también el desencuentro entre dirigentes de esa organización que estaba por cumplir su veinte aniversario.
Como en el ambiente social permeaba la idea de que los hechos formaban parte de una estrategia del gobierno para ocultar una iniciativa indígena exitosa contra la violencia y la inseguridad, había el interés del periódico de Suria por conocer la opinión de los protagonistas.
Ya instalados en Ayutla y en espera de los dirigentes en el lugar acordado, recibimos el mensaje que nos informaba del cambio del lugar de reunión, y también supimos que no estarían con nosotros los fundadores de la CRAC, sino una comisión nombrada ex profeso, pero sin representación formal.
Suria y yo no opusimos ningún obstáculo a los cambios, y aceptamos calladamente que nos llevaran al otro extremo del pueblo, hasta una casa de adobes con amplio corredor y patio con árboles frutales donde se concretaría el acuerdo.
Por fin los comisionados llegaron.
Por motivos de seguridad, nos dijeron que no se mencionarían nombres ni procedencia de los presentes: tres hombres incluyendo al primero que nos contactó, y tres mujeres, como para resaltar la paridad de género que estaba promoviendo la organización.
Es iniciativa de un grupo de compañeras, nos explicaron.
Los comisionados para la entrevista, de palabra fácil que dejaba ver su experiencia en tareas de enseñanza, entraron rápidamente en confianza con nosotros.
?“Don Pedro y doña Suria”, nos decían con ese acento muy peculiar y característico de los amuzgos.
Más tarde, Suria me confesaría cierta sensación de agrado que le producía el hecho de que los otros nos miraran y trataran como si efectivamente fuéramos pareja, y resaltamos el hecho de que ninguno de los dos desmintió el equívoco que a ambos nos complacía.
Sobre el origen de la organización indígena que coordina varios pueblos y municipios más allá de la región de la Costa Chica, reiteraron lo mismo que habíamos conocido con el contacto de avanzada, y nos quedó claro que la alternativa construida para enfrentar el problema de la violencia e inseguridad que sufrían sus pueblos, no fue un asunto resuelto en un día, sino en largas discusiones de asambleas comunitarias donde se conocían los casos graves de secuestros, asesinatos y asaltos que colmaron la paciencia de todos.
?Entre los delitos del crimen organizado y los abusos de autoridades perdimos hasta el miedo, dijo una de las mujeres.
En términos legales, nos explicaron, primero exploraron los alcances del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo de la ONU, el documento más antiguo en el que se reconocen los derechos fundamentales de los pueblos indígenas.
Después, en el 2011, como resultado del ejercicio de esos derechos en diversos pueblos de la Montaña y Costa Chica, el Congreso local casi obligado porque en el resto del país ese paso ya se había dado, aprobó la ley de Reconocimiento, Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas, mejor conocida como ley 701 que obliga a los poderes del estado y a las autoridades municipales a garantizarla, reconociendo las normas, usos y costumbres de los pueblos originarios referentes a la aplicación de la justicia.
Fue largo el camino que nos llevó a integrar nuestra propia policía, más largo que la coordinación, porque eso nos resultó algo natural, señalaron.
Las dificultades actuales son parte del proceso para que se cumpla el contenido de esas leyes porque, como saben, una cosa es lo que dice la ley, y otra lo que hacen quienes se encargan de aplicarla.
¿El gobierno negándose a reconocer lo mismo que firmó?
De esa actitud viene la detención de nuestros policías, porque el gobierno sabe que no están infringiendo la ley.
Tuvimos que ir a la práctica y confrontarnos con la postura de funcionarios que ni siquiera conocían los convenios internacionales ni la ley 701, menos su obligación de cumplirlos.
Como los problemas de la violencia eran tantos y tan graves, la decisión de armarnos para darnos seguridad en los caminos y pueblos la tomamos sin consultarlo con el gobierno.
Los derechos se defienden ejerciéndolos, ¿no?, dijo afirmando una de las mujeres.
¿Qué hay detrás de todos sus logros que puedan aportar al resto de la sociedad?
Organización, hay organización en cada una de nuestras comunidades. Las normas o los usos y costumbres como se les dice, se cumplen al pie de la letra, aunque reconocemos que algunas de esas costumbres están atrasadas o son antidemocráticas, más en aquellas relacionadas con los derechos de las mujeres.
Bueno, volvamos a la clave de la organización.
Nos dijeron que tiene que ver con la capacidad de resistencia que han desarrollado lo pueblos originarios para sobrevivir durante tantos años en las condiciones sociales, económicas y naturales más difíciles, que los acuerdos tardan en tomarse porque no es un asunto sólo de votación donde domina la mayoría, sino de consenso.
Esa es la mayor fuerza que tiene lo acordado y lo que facilita la actuación de las autoridades, que no dan cabida a los favores para corromperse, nos dicen.
Insisten en que mucha gente mestiza tiene una idea romántica de lo indígena, y en otras una actitud racista. En los pueblos originarios hay de todo, gente buena y noble, educada y atenta, pero también hay gente de malas entrañas, convenenciera, abusiva.
En eso no somos distintos, sino en el concepto de comunidad, que es algo muy arraigado en la vida de todos, nos dice el indígena que parece ser me’phaa.
Convivimos más que los demás en comunidad porque nuestra idea del mundo es diferente a la de ustedes. Nosotros le damos más importancia a nuestro compromiso para hacernos cargo de una fiesta patronal que a la idea de acumular una fortuna.
Mientras la entrevista se desarrollaba me distrajo el olor a comida y luego la mesa puesta con un mantel bordado multicolor.
Ya está la comida lista, pasen a la mesa, nos dijo quien parecía tener la autoridad.