EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Difícil unidad contra el Estado Islámico

Gaspard Estrada

Noviembre 25, 2015

Después de la conmoción creada por los ataques terroristas del pasado viernes 13 de noviembre en París, ha llegado el momento de las respuestas políticas. El gobierno francés, en voz de su presidente, François Hollande, anunció en un mensaje a la nación el día mismo de los atentados su voluntad de crear una “coalición internacional única” para combatir al Estadoi Islámico en Siria, su bastión. Como lo hemos mencionado en columnas anteriores, uno de los elementos fundamentales para entender el crecimiento de este grupo en el escenario terrorista internacional es la parálisis política existente en el conflicto sirio desde hace más de cuatro años. Desde 2011, esa guerra civil ha generado más de 250 mil muertos, así como provocado la huida de millones de sirios hacia Europa de manera principal, sin que al día de hoy exista una tendencia clara de un vencedor. Por un lado, la mayoría de los países de la Unión Europea y Estados Unidos (incluyendo a su principal aliado regional, Arabia Saudita, de confesión principalmente sunita) desean (y de hecho, incentivan) un cambio de régimen en Siria, a la par que combaten a Daech (acrónimo en árabe de Estado Islámico de Irak y Levante) esencialmente a través de bombardeos localizados, y apoyan financieramente a la oposición “islámica moderada”. Como lo hemos visto, esta estrategia político-militar ha sido un fracaso. Daech ha logrado consolidarse en el terreno sirio, al tiempo que Rusia e Irán (de confesión chiita), que apoyan al régimen de Bachar-El-Assad, tampoco han logrado terminar con esta guerra civil. El resultado práctico de esta situación es una parálisis política que no beneficia a nadie, salvo a Daech.
Es por eso que, a raíz de los atentados terroristas del pasado viernes 13 de noviembre en París, los líderes de las potencias antes mencionadas han desarrollado una intensa actividad diplomática en aras de encontrar una respuesta político-militar común. El presidente francés, François Hollande, se encontró y se encontrará con el primer ministro británico, James Cameron, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, la canciller alemana, Angela Merkel, el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el presidente de China, Xi Jinping, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. Por su parte, Putin realizó la primera visita de un jefe de Estado ruso a Irán desde 2007 el pasado lunes, en aras de explorar nuevas maneras de combatir a Daech. El problema, como lo vimos ayer en la frontera entre Turquía y Siria –cuando un avión ruso fue derribado por fuerzas turcas–, es que no todos los intereses de estos países son convergentes, a pesar de una aparente voluntad común de atacar y eliminar a Daech.
En efecto, desde 2003, cuando una coalición de países liderada por Estados Unidos, Reino Unido, España y Portugal decidió invadir Irak sin un mandato del Consejo de Seguridad de la ONU, los equilibrios geopolíticos en Medio Oriente han cambiado de manera importante. La caída del régimen de Sadam Hussein en Irak, de confesión sunita, aumentó la influencia de Irán, su vecino chiita, paradójicamente en el momento en el cual los países miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU más Alemania (el llamado P5+1) iniciaban discusiones con este último para evitar que la construcción de un programa nuclear civil iraní derive en la puesta en marcha de un programa militar por parte de este gobierno. Desde entonces, la instauración de un gobierno chiita a la cabeza de Irak, que reprimió, en un primer momento, a la mayoría de los grupos de influencia sunitas en Irak al asociarlos con el régimen “Baasista” anterior, contribuyó a aumentar la inestabilidad de la región. Arabia Saudita, sede de La Meca, y desde entonces principal potencia sunita de la región, ha concentrado sus esfuerzos en intentar limitar al máximo la renovada influencia de Irán, en particular en Irak y Siria, desde el 2011, cuando empezó el conflicto en ese país. Estos esfuerzos se han traducido en una serie de apoyos, financieros y logísticos, realizados por sectores de la realeza saudí, a grupos religiosos extremadamente rigoristas, que a su vez abastecen las cuentas de los grupos terroristas como Daech. De tal manera que un cambio de régimen en Siria (o no), de la misma manera que un ataque frontal a Daech, tendría consecuencias importantes en la disputa política existente entre estos dos países, y más globalmente, entre Estados Unidos y la Unión Europea frente a Rusia. A pesar del impacto internacional de los atentados del 13 de noviembre, es difícil poder ver hoy un cambio fundamental en los equilibrios políticos fundamentales de este conflicto en Siria.

* Analista Político del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: Gaspard_Estrada