EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Don Jaime Castrejón, una vida intensa y de incidentes extremos

Aurelio Pelaez

Enero 25, 2022

NECROLÓGICAS

Científico, académico, empresario, en cualquier orden, la del taxqueño Jaime Castrejón fue una vida intensa donde ocasional y accidentalmente vivió la política, en sus extremos. También tuvo tiempo para el periodismo. Fue cabeza moral del emporio que iniciaron sus padres hace un siglo y que acrecentaron, sobre todo, sus sobrinos, los Dotson Castrejón, la Yoli de Acapulco, de la que se desprenden hace poco menos de una década.
En la política, todo empezó en un viaje de regreso de estudios de Inglaterra, en 1965, donde en el avión coincidió con el ya entonces ex presidente nacional del PRI, Carlos Alberto Madrazo, aún poderoso y con combustible para ser candidato presidencial, quien conoció del ascendente académico del entonces joven guerrerense de 34 años, y sin más, lo promovió como candidato del partido a la alcaldía de Taxco. No se le podía negar esa deferencia a quien venía de un intento de democratizar al partido en el poder, combatiendo cacicazgos políticos, que versiones históricas creen estuvieron detrás del accidente de avión (un atentado, sostienen) que le costó la vida al político tabasqueño, en junio de 1969.
Como alcalde (1966-1968) logra mejoras en la ciudad, y entre otras, el emblemático proyecto de la recuperación de la iglesia de Santa Prisca.
El prestigio académico le lleva a ser nombrado rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, en 1970, por la Junta de Gobierno, donde en funciones es secuestrado en noviembre de 1971 por la guerrilla de Genaro Vázquez, siendo canjeado por la libertad de presos políticos y dos y medio millones de pesos. Fue liberado el primero de diciembre. Meses después, renunció al cargo y regresó a la actividad empresarial, la academia y la ciencia, no precisamente en ese orden.
En 1987 es invitado por jóvenes a imponer un reconocimiento que lleva su nombre al mejor alumno de la generación de una preparatoria. Al acto, realizado en Taxco, gracias a las habilidades diplomáticas del alumno Alberto Mojica, asiste el gobernador José Francisco Ruiz Massieu, recien debutante en el cargo, quien ese año acaba de instaurar las Jornadas Alarconianas – en memoria del taxqueño Juan Ruiz de Alarcón–, y le propone al ex rector de la UAG tomar la batuta como director operativo. En eso que fue una cena. Ya encarrerado, le pide un mayor compromiso con el estado y le informa que lo promoverá como candidato del PRI a diputado federal por el distrito de esa zona, que en el modus operandi de esa época era declararlo ya electo. “Fue un acto abierto de destape”, recuerda el acapulqueño y recién egresado de la carrera de Economía de la UNAM, Armando Escobar Zavala, asistente a ese encuentro. Fue pues, candidato de Ruiz Massieu.
Y el protocolo se cumplió en 1988, como parte del cuestionado proceso de elecciones federales en el que fue electo como presidente Carlos Salinas de Gortari, de quien hasta hoy se cuestiona su legimidad en el cargo.
En esa función Castrejón permanece casi dos años, sin destacar en alguna postura en ese convulso periodo, y pide licencia para asumir la Dirección de Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación.
En ese cargo lo recuerda Genaro Vázquez Solís, quien en 1991, dos décadas después del secuestro por la guerrilla de su padre, acude a visitarlo, acompañado por el universitario Leoncio Domínguez Covarrubias, taxqueño, ya fallecido, para informale y consultarle sobre el proyecto que traían, crear el Partido Cívico Guerrererense. “Le agradecí el trato respetuoso a las acciones de mi padre”, hecho que el ex rector vivió sin resentimiento. “Don Jaime dijo tras ser liberado, ‘fui víctima de víctimas””, recuerda.
Para 1993 varios lo pensaron como candidato del PRI al gobierno del estado, por su estatus en el gobierno federal, pero quien se quedó con la candidatura fue Rubén Figueroa Alcocer.
En tanto, siguió con su febril actividad en la academia y el periodismo, donde no se asumió como pluma del régimen y sí en posiciones liberales. En 1998 un grupo del PRD guerrerense, los Civicos –herederos políticos de la ACNR que fundó Genaro Váz-quez– le proponen ser candidato de ese partido a gobernador de Guerrero. Van en la comisión Humberto Zazueta, Armando Cha-varría y Saúl López Sollano. “Don Jaime lo piensa. Guerrero vive una circunstancia difícil. El PRI no tendría a nadie con el perfil para atender el reto”, recuerda Víctor Trani, quien fue dirigente de la Federación Estudiantil Universita-ria Guerrerense (FEUG) en el periodo de Castrejón rector.
Castrejón sale del PRI sin haber sido propiamente militante, sin rompimiento. Acepta buscar la candidatura. Un perfil ejemplar para ese partido en crecimiento. Pero hay un aduana difícil. Los otros aspirantes son, entre otros, Félix Salgado Macedonio y Zeferino Torreblanca. Y el proceso una elección interna, rudeza del grupo del primero que va por su segunda candidatura. Don Jaime tiene la simpatía del CEN del partido, y en lo local, de los cívicos. Busca alianza y luego el respaldo de Zeferino, a quien había apoyado antes en su búsqueda de la alcaldía de Acapulco. Éste le da la espalda y se suma a Félix. El de Tierra Caliente gana la interna, no sin incidentes como robo y quema de urnas. “Impugnamos Don Jaime”. “No muchachos, hay que terminar esto, ya decidieron por Félix”, le respondió a Víctor Trani. Y como encargado de las finanzas de la campaña le ordenó pagar adeudos.
Regresa a la academia, el periodismo, y los viajes. Lleva entonces en sus haberes una veintena de libros, estudios científicos, y la empresa de la familia no deja de crecer.
De una plática, un café, sale la idea de apoyar a la UAG, por allá del 2003, recuerda Víctor Trani. Un Fideicomiso. “Oye, pero traen un enredo en la universidad”. Pero acepta. Sería el presidente del patronato “si tú le entras como director, Víctor”. Se citan en un restaurante de Acapulco con el rector en turno, Nelson Valle. “Nos dejaron plantados”, recuerta Trani. Fue su último y quizá primer intento después del secuestro, de reincorporarse a la UAG.
Regresó a sus viajes.