EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Economía y política ante el desarrollo nacional (II)

Eduardo Pérez Haro

Mayo 30, 2017

Por Javier Valdez Cárdenas

La economía no se sucede por el ingenio de los emprendedores, el olfato o la sabiduría de oficio que se pudiera reconocer a los hombres de negocios o, al menos, no sólo por eso, como tampoco por lo que en el mismo sentido corresponda a las burocracias ni siquiera en su sublime modalidad de tecnócratas del Estado. Lo empresarios dan empleo, los trabajadores producen mercancías a manera de bienes materiales o servicios, pero a pesar de que ellos las hacen no son suyas porque la fábrica no es de ellos, esta es la realidad, pero no es un orden natural ni mucho menos mandato divino. Ya lo sabemos y, sin embargo.
El intercambio, el mercado, el capital y el trabajo asalariado en su expresión dominante por cuanto generalizada es, alude un asunto del desarrollo histórico (el movimiento de las grandes estructuras, las “placas tectónicas” que se conforman de los territorios y los pueblos en el devenir de los tiempos) que impone sus reglas de funcionamiento a manera de leyes implacables e inapelables hasta no ser relevadas, como ha sucedido en las sociedades de la esclavitud o de la tributación feudal precedentes al régimen económico actual, y que aludimos como el régimen capitalista por predominio del sistema de producción y reproducción basado en la ganancia proveniente de la reunión entre el capital y el trabajo asalariado.
A la fuerza de los déspotas de todo imperio, a la corrupción y a las maniobras de todo lacayo subyacen las leyes de la reproducción del capital en tanto que relación de la propiedad privada de los medios de producción con el trabajo asalariado, y así también son premisa de toda independencia, reforma y reivindicación de justicia, por ahora. Hemos supuesto otros cambios, más radicales por supuesto (el socialismo), pero ahora no están puestos sobre la mesa de la discusión y espetarlos no es, precisamente, sinónimo de procedencia aunque la derecha y el pensamiento radical del liberalismo (la escuela austriaca) no se equivoca al referir que el apalancamiento actual de las economías en las políticas económicas fiscales y monetarias dan cuenta de un grado de intervención del Estado que se aproxima a la prefiguración de los esquemas de las economías planificadas propias del socialismo. Ya discutiremos, por ahora continuamos.
La historia del siglo XX es escenario de una confrontación de poderes en dos órdenes, dimensiones o espacios. De una parte la confronta de las potencias económicas (los titanes) que precisan de esferas de dominio en tanto que áreas de mercado en principio y más tarde, prácticamente en la globalización, áreas de producción y de comercio donde subyace la explotación del trabajo asalariado como fundamento, con el que se define el otro frente de discusión y confronta.
El capital es un sistema de reproducción de ganancias basado en el trabajo y esa es su naturaleza histórica, no existe capital fuera de esta relación social y cuando éste se atesora sin posibilidades de ejercicio productivo-reproductivo se le refiere como una burbuja financiera que corre el riesgo de estallar y hacerse polvo. Este es un problema del capital, como también es problema del sistema mercantil capitalista por cuanto enfrenta un problema de realización en su manera de suceder, de funcionar y por tanto en riesgo de fenecer, lo que, por consecuencia, hace estragos en el mundo del trabajo. Si, en el capitalismo, los problemas del capital son problemas de la ganancia y del trabajo asalariado, no sólo de uno sino de ambos, de ahí que las crisis las veamos con horror, no ya porque le representen problemas a los dueños de la fábrica o el negocio, que de suyo los representa, sino por sus implicaciones sobre el salario y el empleo. Pero cómo resolver los problemas del salario y el empleo sin resolver el funcionamiento del capital. Mas también digamos que tampoco el capital puede imaginarse en una solución de sus problemas sin pasar por acomodar su relación con el trabajo como fuente de operación de los negocios.
Las guerras del siglo XX y su extensión al presente siglo se han librado entre los titanes del capitalismo porque pudieron negociar la contradicción con los sindicatos representantes del trabajo como herencia emblemática de los contenidos que fueron colocados por los mártires de Chicago en el contrato laboral. Esto es, dominaron-negociaron la contradicción que le significaban las demandas de los trabajadores aunque nadie puede obviar que no pudieron evitar la revolución Bolchevique que ya no negoció, sino que se fue de frente contra la propiedad privada de los medios de producción y la supresión del trabajo asalariado, un asunto que abrió un riesgo de mayor envergadura contra el capital y el capitalismo acendrado fundamentalmente en occidente y que, independientemente del colapso ulterior de la URSS, abrió una vertiente de tensión que dio lugar a la guerra fría y ahora se torna como una competencia por la hegemonía internacional tras el ascenso de China y su égida continental en Asía.
No entraremos a discernir sobre el carácter intrínseco del modelo asiático vs occidente, con lo que no sugiero que la confronta actual sea una extensión de la lucha entre el capital y el trabajo aunque tampoco doy por hecho que occidente y oriente son lo mismo, mas por ahora sólo nos interesa dar cuenta de esta competencia que se torna confronta económica en principio, pero que no está exenta de elevarse al plano militar por la tendencia de sobreponerse a occidente y la resistencia, principalmente norteamericana, que puede suponerse a ese desenlace, dado que la economía con mayor fragilidad se advierte en Occidente (EU, Europa y Japón) sin que esté a salvo el escenario asiático, ya sea por las implicaciones de un estallamiento de la crisis en occidente como por las propias contradicciones radicadas en oriente principalmente en China y Rusia, en ambos casos (occidente y oriente) en principio, por una sobreacumulación financiera generada fuera del ámbito de la producción y por tanto independientemente del trabajo en su sentido fundamental. Capital ficticio que corre contra-natura, y aquí se radica una contradicción singular del capitalismo actual que más adelante abordaremos como asunto de especial relevancia en los fenómenos que envuelven y amenazan al mundo actual más allá o además de la ferocidad imputable al imperialismo norteamericano en su acepción tradicional.
Como puede desprenderse, el trabajo y los trabajadores están siendo desplazados del conflicto principal y se ha puesto de relieve una contradicción de realización del capital por cuanto éste se construyó una vía de reproducción en ausencia del trabajo (nunca plena, estamos hablando de su disminución relativa pero en grado extenso casi superlativo) por efecto de la tecnificación, la imposición del trabajo flexible no sindicado, y la organización de una pirámide laboral donde el conocimiento altamente especializado y prácticamente individualizado suplió al trabajo de masas, con lo que la lucha que dieran los mártires de Chicago se desplazó a segundo plano, mas ello no significó la ausencia de problemas, como pudieran haberlo supuesto los hombres de los grandes negocios, porque se sobrepuso la competencia-confronta entre los titanes (principales economías del mundo) como consecuencia del aumento de sus capacidades productivas (consecuencia de la segunda revolución industrial fines del siglo XIX principios del XX), máxime cuando la inversión no se halla y la ganancia se escabulle y de ahí el declive del crecimiento económico mundial de las últimas décadas, que no es imputable a los trabajadores ni al fantasma del comunismo.
Con lo que se descubre el doble problema o las dos dimensiones del problema que se enfrentan actualmente y que mencionamos en un inicio. De un lado el problema de raíz entre los intereses encontrados del capital y el trabajo y el que se presenta como problema de la ganancia y se traduce en la confronta entre capitalistas, naciones y al final de cuentas, la lucha por la hegemonía internacional.
Para no perder el hilo de nuestra reflexión volvamos a la pregunta colocada en nuestra anterior entrega ¿cómo se procesa el desarrollo independiente, justo y democrático, en este contexto? (continúa)

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